NOTA DE TAPA > LA REEDICIóN DEFINITIVA DE LA BIBLIA, POR VOX DEI
Uno de los discos fundacionales del rock nacional no fue
precisamente de bajo perfil sino un ambicioso trabajo conceptual basado nada menos que en La Biblia. Lejos de haber sido relegado a un pudoroso olvido, semejante obra es aún hoy un clásico, y lo mismo sucede con Vox Dei, el grupo que todo el mundo asocia con Ricardo Soulé, Willy Quiroga y Rubén Basoalto. Pero a esos tres nombres habría que sumar el de Juan Carlos Godoy, integrante original del grupo, el cerebro musical detrás de La Biblia hasta que se cansó de las luchas internas y decidió abandonar todo en 1971. Su nombre fue prácticamente borrado de la historia de Vox Dei, y nunca había contado su verdad. Hasta hoy.
› Por Marcelo Fernández Bitar
Es por lo menos insólito. Vox Dei es uno de los grupos más longevos del rock en la Argentina, aún activo con dos de los cuatro miembros originales. Su disco La Biblia es una obra conceptual casi única en el mundo, un clásico local que permanece vigente en fogones de guitarreadas y ventas de versiones, reversiones y reediciones. Sin embargo, la historia nunca había sido contada en forma completa y los detalles se fueron volviendo difusos, hasta convertirse casi en clichés sobre los orígenes y pormenores de la banda y de esa obra. Y siempre faltaron dos voces fundamentales en el relato. Una es la voz de Jorge Alvarez, uno de los creadores del primer sello independiente de rock, Mandioca, donde se grabó La Biblia. Pero Alvarez no suele hablar del pasado y lleva varios años en el exterior. Ante la primera pregunta por teléfono, inmediatamente dijo que había un error, que el número era equivocado y que lo debían estar confundiendo con otra persona. La otra perspectiva que falta es la de Juan Carlos Godoy, que recién hoy, coincidiendo con la reedición casi definitiva del disco en un CD doble con la portada original, accede a romper un silencio de casi 35 años.
CRIATURAS CELESTIALES
Es importante poner las cosas en su contexto de tiempo y espacio: durante el segundo lustro de la década del ‘60, los sucesivos monopolios de la música joven y pasatista (El Club del Clan, La Escala Musical) habían perdido su protagonismo y sus estrellas con personalidades casi inventadas fueron tomando caminos solistas. Al mismo tiempo aparecía una nueva generación que crecía siguiendo el hechizo de los Beatles e iba creando una corriente nueva bajo una consigna tan original como sencilla y a la vez revolucionaria: hacer temas propios en castellano, cantar sobre vivencias de la realidad social o individual, y generar un idioma musical nuevo. Es la conocida historia de Moris y Pajarito Zaguri con Los Beatniks, Litto Nebbia y Ciro Fogliatta con Los Gatos, Miguel Abuelo y Pipo Lernoud con Los Abuelos de la Nada. Un dato muchas veces olvidado es que, salvo el éxito fulminante de “La balsa”, el rock nacional nació sin hits masivos, y las compañías discográficas tradicionales ignoraban al estilo casi por completo y se negaban a firmar nuevos artistas. Pretender cantar rock en castellano en 1968, un año después del éxito del simple de Los Gatos y cuando Los Shakers y tantos más lo seguían haciendo en inglés, todavía era remar contra la corriente.
Así es como entra en escena Mandioca, el sello creado por un treintañero dueño de una exitosa editorial de libros de izquierda (Alvarez) y tres chicos apenas egresados del Colegio Nacional Buenos Aires (Pedro Pujó, Javier Arrojuelo y el futuro esposo de Paloma Picasso, Rafael López Sánchez). Con la chequera siempre abierta para apostar a grabaciones, conciertos y hasta un club de rock en Mar del Plata, Mandioca inició el lanzamiento de discos simples con gente como Miguel Abuelo y un desconocido trío de rock y blues llamado Manal.
Si temas pioneros como “La respuesta” de Los Gatos Salvajes (1965) o “Rebelde” de Los Beatniks (1966) son la piedra Rosetta del rock en la Argentina, los simples de Mandioca son algo así como las Siete Maravillas del Mundo. O al menos cinco: Manal, Moris, Tanguito, Miguel Abuelo y Vox Dei, una banda de Quilmes que no integraba el circuito de Capital ni el mítico circuito de La Cueva, La Perla del Once y plaza Francia. Sacaron un simple, dos simples, un primer álbum... ¡y de pronto anunciaron que iban a encarar una obra conceptual sobre La Biblia! ¿Cómo es que cuatro rockeros suburbanos decidieron emprender semejante locura?
EL HARRY LIME DE VOX DEI
El maullido de un gato bajo una entrada, unos zapatos bien grandes, el desafío en una mirada, la luz en una ventana y el primer plano a la cara de Orson Welles, enigmático y burlón. La secuencia es una de las más notorias del cine clásico, y forma parte fundamental de la película El tercer hombre, de Carol Reed, con guión de Graham Greene. La tensión se repite al seguir las indicaciones para atravesar Quilmes hasta llegar a la casa de Juan Carlos Godoy, una leyenda viva del rock nacional, el cuarto hombre de Vox Dei, el que dio un portazo y cerró un capítulo de creatividad que la banda jamás pudo volver a alcanzar en sucesivos discos.
Durante décadas, su rol fue ignorado o minimizado, a tal punto que ningún periodista jamás intentó buscarlo. Y si bien se fue a vivir al sur de la provincia de Buenos Aires, tampoco se perdió en el anonimato. De hecho, a principios de los ‘80 volvió a integrar un grupo que tuvo un ascenso auspicioso (Ave Fénix) y llegó a llenar teatros en su área de influencia, incluso Mar del Plata, donde fueron entrevistados por la revista Siete Días en 1982 como “un nuevo fenómeno musical”.
Pero Godoy no es un mito urbano. Es un hombre que vive en el barrio de su infancia, y que ahora logró superar una mala racha de dramas familiares. Dejó de tocar, dejó de pintar cuadros (su otra pasión) y se dedica a realizar pequeñas esculturas. Sigue con su mujer de toda la vida, la misma de las épocas de Vox Dei, y le dedica todo el tiempo posible a su pequeño nieto. No parece guardar rencores contra sus antiguos compañeros, aunque sigue adelante con varios juicios para rectificar autorías y derechos de autor. Da la impresión de que nunca antes fue entrevistado, simplemente porque nunca antes golpearon a su puerta.
A pocas semanas de una nueva reedición de La Biblia, donde a los temas originales se suma un segundo CD con tomas secundarias y alternativas (al mejor estilo del Anthology de los Beatles), Juan Carlos Godoy finalmente tiene la oportunidad de contar su historia.
¿Cómo nació una obra de semejante envergadura?
–En esos días de Mandioca, todo nacía en la librería de Jorge Alvarez. Ahí había algo que intelectualmente bullía y tanto Jorge como Pedro eran productores artísticos más que discográficos. Buscaba aunar un sentido estético, y así nació la necesidad de expresarse a través de una Biblia criolla, una Biblia latinoamericana. ¡Hasta sería coherente con el ego de Jorge que él diga que fue idea suya!
¿Y ustedes cuatro cómo se animaron?
–La necesidad de escapar de un origen era muy fuerte. Si era posible, borrarlo y trascender, como el boxeador que quiere golpear su recuerdo y voltear ese origen. Nuestra manera de matar nuestro origen de barrio, de barro y de sapos era ser personas altamente calificadas intelectualmente, ¡a sabiendas de que no lo éramos! Por eso teníamos que apuntar muy fino, con esa irreverencia y arrojo joven, y enrostrarle a cuanto par se nos acercara con intención de hacernos sombra, y voltearlo con un hecho intelectual. Estaba implícito en nuestro ego. Era redoblar la apuesta.
CUANDO TODO ERA NADA
Billy Bond, el legendario cantante y líder de La Pesada del Rock and Roll, aporta su visión sobre el origen de la obra por mail desde Brasil: “Estuve en el proceso inicial de La Biblia, medio de curioso y por ser amigo de Ricardo Soulé y de Jorge Alvarez. Creo que Ricardo tuvo la idea, pero no hay que olvidarse de que Jorge era un editor de libros, su tendencia era siempre basarse en estadísticas, y la Biblia es un best-seller, el libro más vendido de la historia. Es obvia su intención de intentar una jugada basada en números”.
En cuanto a la reflexión de Godoy sobre la necesidad de “redoblar la apuesta”, parece ser una constante en el rock de aquella época, tanto en la Argentina como en el resto del mundo. Era un idioma nuevo que buscaba expandir los límites del rock and roll, y no dudaba en buscar nuevos rumbos musicales o literarios. De hecho, The Who compuso la ópera rock Tommy en 1969 y dos años después llegó Jesucristo Superstar de la mano de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice. Y si bien aquí no era tan abundante lainformación sobre los grupos internacionales, Charly García admitió que por aquella época intentó hacer una ópera rock llamada Teo, y Almendra compuso una ópera completa que jamás se llegó a grabar. Después, el rock sinfónico –aquí y afuera– se encargó de explotar excesivamente ese enfoque original hasta llegar a convertirlo en una parodia.
En ese contexto, que en 1970 cuatro rockeros del suburbano emprendieran semejante locura... ya no suena tan insólito. Ricardo Soulé dice que un día quiso contarle su idea a la banda, pero que temía que les pareciera “muy loca”. Los demás insistieron y finalmente soltó prenda: quería cantar la Biblia. Willy Quiroga asegura que le pareció una genialidad y que ahí mismo vieron algunos bocetos de letras que Soulé tenía hechas.
Juan Carlos Godoy disiente: “No es cierto que estaba todo hecho. Es más, no había un verso ni un movimiento hecho, y se compuso hasta el último día de grabación. Recuerdo que el primer tema que salió con letra y música fue ‘Génesis’, que también fue una de las primeras canciones de la obra que tocamos en vivo. ‘Moisés’ y ‘Las guerras’ también estuvieron entre lo primero que se hizo”. Godoy subraya lo vertiginoso que fue todo el proceso de composición, que duró apenas ocho meses. Vox Dei ya había editado su primer álbum para Mandioca –Caliente– y comenzaba a tener popularidad y reconocimiento, gracias a temas como “Presente (El momento en que estás)”, un clásico del rock argentino que volvió a la difusión masiva en 1993 con la película Tango feroz en la versión de Fernando Barrientos.
“El disco Caliente fue compuesto en gran parte en la casa de Ricardo, pero luego no hubo tiempo de estar en la casa de nadie, y La Biblia no fue hecha en su casa sino en las de todos. Muchos temas se hicieron en la casa de los padres de Basoalto, en Lanús, donde también hubo un período de ensayos con un grabador Geloso que podía grabar hasta seis horas en total. ‘David y Goliath’ (del tema ‘Las guerras’) salió en el departamento de Leopoldo Torre Nilsson, donde estábamos con el grupo, y con Alvarez y Pujó en una noche después de pasar el día en el estudio”, agrega.
La grabación se realizó en los estudios TNT, el mismo estudio de muchos discos pioneros del rock local, desde Los Gatos hasta Moris, y donde hasta la actualidad ensayan artistas de todo tipo, como Andrés Calamaro, Litto Nebbia o Ratones Paranoicos. El trabajo de cuerdas y orquesta, en cambio, se hizo en Phonal, con arreglos de Roberto Lar, quien fue contratado especialmente para realzar algún tema, y eligió el primer tramo de “Cristo”, compuesto por Juan Carlos Godoy para su madre. “¡Eso fue tremendo!”, dice Godoy. “Porque tuve que pelear para poder cantarlo. ¿Era necesario tener que llegar a eso, cuando ya Ricardo y Willy habían cantado el resto del material? Incluso a Willy le propusimos cantar temas pensando en su presencia en los shows y en la dinámica del escenario, para que no quedara al margen. Sin embargo, hubo que llegar a la instancia de votar para ver quién cantaba ese tema, e insólitamente el voto definitorio me lo dio Susana, la mujer de Willy.”
Una anécdota de estudio fue que una noche, cuando estaban con el tema “Las guerras”, recibieron la visita del grupo Almendra, que venía de un show y les prestó sus envidiados amplificadores Marshall. Soulé tiene otra anécdota sobre esos días: “Como era verano y hacía calor, nos fuimos con los equipos y la batería a ensayar al aire libre, en una quinta grande y espaciosa. Nos pusimos a tocar y cuando llegó el momento de ‘Libros sapienciales’, me puse a tocar con el violín, pero luego de unos instantes el instrumento saltó en pedazos por el aire. Pensé instantáneamente que el calor del sol lo había hecho estallar, pero cuando lo examiné vi que algo metálico había quedado dentro y pensé que formaba parte del violín, de su estructura interna. Pasaron muchos años hasta que supe que no había ninguna parte metálica que estuviera dentro de los violines, de donde comprendí que el objeto que encontré muy probablemente fuera un proyectil, a lo mejor una bala perdida, y que tuve la suerte que no me alcanzara”.Ya sobre el final de la grabación, Willy Quiroga hizo un dibujo que se utilizó para el arte del disco, y se colocó al lado de una frase que no pertenece a ninguna canción: “Siento que crezco y que subo y que me veo por dentro y a mi lado estoy yo, que me hablo y me entiendo y que ahora soy sueño y me acerco y no muero”. Ricardo Soulé recuerda claramente que la frase surgió en un rapto de inspiración: “Estaba en el departamento de la calle Zelaya, una cortada en el barrio del Abasto, y había pasado todo el día leyendo e intentando escribir algo que me convenciera, pero todo lo que conseguía hacer me parecía insuficiente. Nos fuimos a dormir con mi flamante esposa Graciela, y a la madrugada me desperté y sin siquiera vestirme ni lavarme la cara, me acerqué a la mesa y escribí de corrido y sin corrección alguna el poema”.
LAS GUERRAS
Hoy le dirían estrés. A comienzos de los años ‘70, eran simplemente presiones, angustias y tensiones. Vox Dei corría contrarreloj para terminar La Biblia, presionados por Jorge Alvarez, quien con buen olfato discográfico quería tener un segundo disco del grupo editado lo antes posible. Daba todo su apoyo, pero también apostaba al liderazgo de Ricardo Soulé, acentuando fricciones en una banda que aún mantenía un delicado equilibrio entre las partes.
Juan Carlos Godoy explica, después de tantos años, el porqué de su partida: “Jorge le hacía un juego perverso a Ricardo para lograr resultados fantásticos con la obra. Yo lo veneraba íntimamente, internamente y en silencio, pero su necesidad de figurar lo tornaba ingobernable y por poco creía que había hecho todo. Y en determinado momento había que meterlo en caja porque en su cabeza no le alcanzaba con ser un eximio guitarrista rítmico, un excelente primera guitarra, un compositor increíble y un literato supermagistral, además de tocar la armónica y el violín. Se estaba escapando a la mierda. Era una verdadera lucha de poder, como alguna vez definió un periodista al reflexionar sobre la historia de Vox Dei, y yo no admito órdenes ni liderazgo de nadie. Creo que una cosa es el liderazgo de Mick Jagger hacia las masas, y otra es el liderazgo hacia adentro. Así que lo confronté y me fui, después de haber estado en la mesa de mezcla junto al resto, cuando La Biblia ya estaba terminada. Componer en Vox Dei es uno de los hechos más maravillosos que me podrían haber tocado, y me considero una pieza no cambiable, como Ricardo, Willy y Pelusa Basoalto. Porque Vox Dei es más que la suma de las partes; es la sumatoria creativa de esas cuatro personalidades. Pero la estupidez de no conocernos hizo que no pudiéramos ser Pink Floyd”.
La banda reaccionó de la manera menos esperada ante semejante partida: el show debe seguir. Reclutaron al guitarrista Nacho Smilari (ex La Barra de Chocolate con Pajarito Zaguri) y se encerraron en una quinta para ensayar con vistas a una presentación en el mes de julio de 1971 en el teatro Presidente Alvear. Antes, Jorge Alvarez tuvo la precaución de acercarle los textos de La Biblia según Vox Dei a gente de la Iglesia. Por suerte, monseñor Grasselli dio su visto bueno y les dijo la famosa frase: “A mí me hubiera costado tres horas explicar qué es Dios, y vos lo conseguiste con apenas un silogismo”. Se refería, claro, a los versos que dicen: “Cuando todo era nada, era nada el Principio, El era el Principio y de la noche hizo luz”, que si bien estrictamente no es un silogismo, se parece bastante. Sin semejante venia, sería difícil que la obra se hubiera editado tal como la conocemos. Cuatro años después, la Triple A se encargaría de quemar el teatro Argentino, por ejemplo, justo antes del estreno de Jesucristo Superstar.
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