¿Qué son esos ruidos?
Música El disco
se grabó y regrabó una infinidad de veces. Cuando estuvo listo,
la compañía discográfica decidió que era demasiado
ruidoso y cedió los derechos. La banda entonces se lo vendió a otro
sello... del mismo multimedio. Ahora que milagrosamente esquivó el gusto
de los ejecutivos y llegó a la calle (y a la Argentina), el Yankee Hotel
Foxtrot de Wilco se perfila como la respuesta norteamericana
a la delicadeza uterina de Radiohead.
› Por Roque Casciero
Si los caminos de Dios son inescrutables, ¿qué se puede decir de los que eligen las compañías discográficas? El caso de Yankee Hotel Foxtrot, flamante álbum de Wilco, viene a reafirmar la idea antepuesta, porque es uno de los más extraños en la historia del mercado de las grabaciones. Los ejecutivos de Reprise, el sello que tenía contratada a la banda, escucharon el disco y se les formó una mueca de disgusto: ¿qué eran esos ruidos extraños? ¿Wilco no era una banda de alt-country? Los hombres de saco y corbata tomaron una determinación: Jeff Tweedy, líder del grupo, debía armar una versión “de audición más fácil” si quería que el trabajo llegara a la calle. Por supuesto, el cantante se negó. Después de varias negociaciones, el grupo compró su propio master por 50 mil dólares (un regalo, por mucho que parezca visto desde la Argentina devaluada) y rescindió su contrato, para beneplácito de ambas partes. Al instante, Wilco pasó a ser un soltero codiciado, con varios sellos discográficos haciendo cola para intentar casarlo. Entre otros, el propio Reprise, que se dio cuenta de su error... demasiado tarde. Finalmente, la banda puso el gancho con Nonesuch. Ah, un pequeño detalle: tanto Nonesuch como Reprise son parte de AOL Time Warner. O sea que el monstruoso pulpo de las comunicaciones y el entretenimiento pagó dos veces por el mismo disco.
Aun así, Wilco le hizo precio, porque Yankee... es una obra maestra. En el disco quedan pocos rastros del alt-country que alguna vez fundó Tweedy en sus tiempos con Uncle Tupelo, y hay bastante de la psicodelia de Syd Barrett, de influencia beatle y de noise a la Sonic Youth. Otra comparación posible es un cruce entre el viejo Wilco (lo que garantiza notables melodías) y el más volado (y ruidoso) Spiritualized, metido en una licuadora con las mejores canciones que Tweedy ha escrito hasta el momento. El álbum, entonces, es un triunfo doble para el cantante y los suyos. Y para que los ejecutivos de su viejo sello sientan más vergüenza, pronto se estrenará I am Trying to Break your Heart (Estoy tratando de romperte el corazón, el mismo título que el tema que abre Yankee...), una película independiente, dirigida por Sam Jones, que documenta las marchas y contramarchas que hubo con el disco.
De todos modos, los inconvenientes no fueron obstáculo para que Tweedy saliera de gira, compusiera la banda sonora de Chelsea Walls (la película de Ethan Hawke) y grabara un nuevo álbum de Wilco, aunque quizás éste nunca salga a la luz: el cantante quiere entrar a estudios en junio para registrar otro. “No me preocupa qué sucederá con estos discos. Después de lo que pasamos durante el 2001, estoy muy acostumbrado a tener paciencia”, afirmó Tweedy.
Semejante claridad de ideas e hiperactividad no eran lo que abundaban en torno a Wilco en agosto de 1999, cuando el grupo comenzó a trabajar en los demos de Yankee... “Nadie se imagina la cantidad de versiones del disco con las que convivimos”, dijo el guitarrista John Stirratt. “Este álbum ha estado mutando hasta último minuto. En algunos momentos no sabíamos bien en qué estaban las canciones ni cómo iban a ser presentadas.” La gestación de un álbum tan complicado dejó secuelas dolorosas en el seno del grupo. A principios del 2001, el baterista Ken Coomer abandonó la banda de común acuerdo, porque su forma de tocar no encajaba con las nuevas canciones. Y apenas terminaron las sesiones, quien dio el portazo fue el guitarrista y tecladista Jay Bennett, que había grabado el disco en el loft que el cuarteto tiene en Chicago. “Jay hizo mucho para que esta banda creciera, para hacer que los discos suenen como suenan. Pero todas las personas con las que me siento cómodo haciendo música en este momento están en mi banda”, explicó Tweedy.
Una de las movidas más arriesgadas del cantante fue invitar a Jim O’Rourke a mezclar Yankee... Este músico es el actual quinto miembro de Sonic Youth y un reconocido experimentador de los sonidos. O sea, la clase de hombres que pone incómodo a los ejecutivos de los sellos. O’Rourke probó ser bastante bueno como profeta: “Lo primero que le dije a Jeffcuando me propuso trabajar en el álbum fue que iban a echarlo”, recordó después. Sin embargo, el guitarrista (que visitó la Argentina con la Juventud Sónica) asegura que el disco era extraño desde antes de que él le pusiera un solo dedo encima: “La gente piensa que yo le metí todo el ruido, pero definitivamente salió un disco mucho más pop que lo que podría haber sido. Dejamos de lado mucho noise, porque no ayudaba a las canciones”.
Precisamente, Tweedy sostiene que los ruidos y ruiditos que sí quedaron cumplen con el rol de mejorar sus composiciones. “Los raspones en ‘Radio Cure’, por ejemplo, ayudaron a crear un sentido de lejanía entre el cantante y el oyente”, aseguró. Conexión y distancia son temas tomados de los códigos de los radioaficionados. “Estoy hipnotizado por ese tema”, afirmó Tweedy. “Siempre pensé que las canciones country sonaban mejor en las fonolas de los bares que escuchándolas en discos en casa.” Según el cantante, el álbum se puso nombre a sí mismo: en el final caótico de “Poor Places” aparece una voz femenina que repetía la frase del título.
Ahora que el disco está en la calle (milagro: también se editó en la Argentina), Tweedy deberá acostumbrarse a escuchar comparaciones halagadoras, pero repetitivas. Radiohead es el nombre que más suena: ya hay quienes hablan de Yankee... como “el Kid A norteamericano”, en referencia al disco raro de Thom Yorke y compañía. “Me gusta mucho Kid A y hay partes de Amnesiac que me encantan”, dice el cantante. “Me gusta la suavidad que tienen. Hay una calidad casi de vientre materno en esos sonidos sintéticos que es realmente hermosa. No quiero sonar rudo, pero las comparaciones fueron lo que me hizo no querer volver a hablar con la gente de las compañías: siempre me mencionaban a Radiohead, como una forma de demostrarnos que eran tipos cool.”
Jeff Tweedy no es precisamente cool: nadie se extraña al encontrar personas como él en el subte, en camino a trabajos de lo más mundanos. Jeans y camisa –más alguna campera para soportar los vientos de Chicago– son su perenne vestuario, y en las fotos siempre se le nota un espíritu melancólico. Pero no son muchos quienes pueden componer canciones con la profundidad, belleza y compleja simpleza como las que firma él. ¿Kid A? Mejor sería hablar de un nuevo Ok Computer. Nada menos.