Dom 19.03.2006
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TEATRO > UNA OBRA ARMADA LITERALMENTE EN VIVO

Marionetas sin titiritero

El grupo de teatro inglés Rotozaza viene a Buenos Aires a presentar una extraña pieza donde dos actores suben al escenario sin texto ni ensayo: apenas se les dictan indicaciones, grabadas, por auricular. El vértigo, que puede llevar al fracaso o al papelón, es que los actores no tienen posibilidad de corrección o vuelta atrás.

› Por Hugo Salas

El teatro se basa en un misterio (la palabra no es ninguna exageración) que no encuentra símil entre las demás expresiones artísticas. En cada función ocurre básicamente lo mismo, pero en igual medida, como sabrá reconocer cualquier espectador asiduo, lo que ocurre en cada representación es único (en un grado mayor del que supone, por ejemplo, la ejecución musical). Sobre el escenario, la repetición no genera la reproducción de lo mismo, como en la línea de producción de la fábrica fordista, sino lo irrepetible. Quizá haya sido esta revancha contra la mecanización la que llevó a gran parte del teatro del siglo XX a poner el énfasis justamente en lo irrepetible, fundando lo que el tiempo daría en llamar la performance (hijo unas veces dilecto y otras tantas bobo).

Ahora bien, durante el mismo siglo distintas corrientes de pensamiento pusieron en jaque el mito de la singularidad absoluta de lo humano, lo que condujo a su vez a desentrañar de aquel misterio una segunda conclusión: lo irrepetible no surge de un acto totalmente inesperado, único, sino por el contrario de la repetición. He aquí la ecuación que sostiene muchas de las nuevas tendencias escénicas de los últimos años, cada vez más interesadas en el fenómeno de la repetición, fundamentalmente bajo el signo de la máquina.

Este incómodo y sorprendente encuentro entre máquina y acontecimiento sobre el escenario constituye las bases del trabajo de Rotozaza, grupo de experimentación teatral dirigido por el británico Ant Hampton de visita en Buenos Aires con su espectáculo Romcom o la distancia a la que puede mantenerse el amor entre dos puntos fijos, sobre un texto de Glen Neath. En cada función, un actor y una actriz diferentes, sin ningún tipo de información previa, habrán de subirse al escenario de ElKafka con la única consigna de hacer lo que se les diga y decir lo que se les dicte vía auriculares. Las indicaciones de cada uno están grabadas en idioma inglés en sendos CD, que se ponen en funcionamiento simultáneamente junto con un tercer disco, un DVD realizado por Britt Hatzius cuyas imágenes, proyectadas sobre ellos, les sirven de única iluminación (junto a los subtítulos en los países no angloparlantes). Los tres discos funcionan automáticamente durante 50 minutos sin ningún tipo de intervención humana, debiéndose adaptar los actores a seguir sus partes sin posibilidad de corrección o vuelta sobre la marcha, sabiéndose el único factor variable dentro de un circuito cerrado.

La propuesta forma parte del concepto Tocar (siglas en inglés de “Teatro de Comando y Respuesta”), nacido, según el propio Hampton, “de una fascinación por ver a la gente llevando a cabo tareas en vivo, sin ensayo previo. Desde nuestro primer espectáculo, Bloke (1999), nos encantó el modo en que este método hace surgir del sujeto un tipo especial y privado de energía performativa. En aquel caso, el público escuchaba las indicaciones al mismo tiempo que el actor, situación que cambia drásticamente en nuestras nuevas propuestas Double- think, donde los espectadores apenas alcanzan a oírlas, o Romcom, donde no tienen ninguna posibilidad de escucharlas. Esto hace que en vez de estar todo el tiempo conscientes del proceso puedan seguir la historia y construir a los personajes, lo que a su vez se ve interrumpido por los errores y dilaciones inherentes al Tocar, recordándoles que los actores no han ensayado y están tomando todo el tiempo decisiones mínimas acerca de cómo representar el texto que escuchan. Este cruce desencadena una reflexión acerca de la “actuación”, la destreza, la autenticidad, la autoría del texto y otros factores que constituyen el hecho teatral”.

Desde su estreno en Londres, en marzo de 2003, Romcom ha sido presentada en veintiún ciudades de Inglaterra, Irlanda, Suiza, Holanda y Alemania, donde tomaron contacto con ella los productores locales Maren Schiefelbein y Federico Irazábal a comienzos de 2005. “Más allá de la seducción intelectual que la propuesta puede generar desde su planteo, nos deslumbró ver lo que era capaz de generar en acción, la tensión que produce sumergirse en una comedia bajo la amenaza constante del error e incluso, en el peor de los casos, el fracaso”, señalan Schiefelbein e Irazábal; “apenas terminó la función, decidimos que era importante traer este espectáculo, y de inmediato comenzamos las tratativas”. Ya en Buenos Aires, se sumó a ellos en la producción el espacio teatral ElKafka, junto a cuyo director artístico, Rubén Szuchmacher, llevaron a cabo la selección de los elencos. También allí, gracias al apoyo del British Council y la Fundación Szternfeld, Hampton dictará un taller intensivo para directores y actores sobre el Teatro de Comando y Respuesta, con la idea de difundir las posibilidades y desafíos del dispositivo.

“Cuando vemos a los actores tomar decisiones en vivo, logramos verlos expuestos, verlos verdaderamente de un modo que al mismo tiempo está tanto en los márgenes como en el corazón mismo del teatro”, advirtió el crítico Tim Etchells en su reseña de uno de los espectáculos de Rotozaza. Incrédulos, esperanzados y devotos podrán ver por sí mismos en funcionamiento esta máquina que abre la temporada porteña de espectáculos internacionales sobre el escenario de ElKafka (Lambaré 832) los días jueves 23, viernes 24 y sábado 25 de marzo, a las 21.

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