TANGO
Astor’s Studio
Se bautizaron Pantaleón,
el segundo nombre de Piazzolla; recuperan hasta el más mínimo detalle
de sus partituras y grabaciones; ensayan religiosamente; y exigen tocar en condiciones
adecuadas. Todo por un único objetivo: darle a Piazzolla el tratamiento
de clásico que merece y recorrer el repertorio completo de sus quintetos.
Los resultados, hasta ahora, son deslumbrantes.
› Por Julio Nudler
Ni Astor ni Piazzolla. Eligieron llamarse Pantaleón, el segundo nombre del genial marplatense, el mismo que había llevado su abuelo. Formaron la agrupación a mediados de 2001 con un propósito definido: recorrer todo el repertorio de los sucesivos quintetos que condujo Piazzolla y que fueron, a partir de la constitución del inicial en 1960, el formato fundamental del que se valió, a pesar de sus exploraciones con el octeto, el noneto y el sexteto. El resultado alcanzado por estos cinco jóvenes músicos es deslumbrante, según se aprecia por entero en su segundo compacto, al que consideran verdaderamente el primero por su calidad de grabación. En él cubren un amplio arco de la producción piazzolleana, desde “Decarísimo” –tributo que Astor algunas veces dijo haber rendido a Julio De Caro, otras a su hermano Francisco y otras a ambos, como debería entenderse– hasta Concierto para Quinteto.
Avanzar en este vasto territorio, en el que llevan abarcadas unas tres horas de música, suma de muchas piezas cortas, fue más laborioso de lo imaginado para los pantaleonistas por la gran dificultad de reconstruir el material, teniendo en cuenta que las partituras con los arreglos, aun cuando existen, no contienen sino parte de la información, y a veces engañosa por los errores del copiado a mano. De este modo, fue la posibilidad de acceder a cada material la que determinó la formación del repertorio.
Piazzolla presenta bastantes dificultades. Por un lado, sus arreglos escritos a lápiz, no siempre disponibles, que José Bragato fue recopilando y pasando a mano no en todos los casos con absoluta exactitud. Por otro, incluso cuando Astor anotara los arreglos, podía escribir sólo lo esencial. Es el caso de “Tanguedia”, incluido en el primer CD de Pantaleón, donde lo anotado por el compositor es muy sintético. Puesto a interpretar su propia obra, “Piazzolla metió muchas más notas, que debimos sacar de oído”, según cuenta Pablo Woizinski, pianista del grupo. Pero él mismo aclara que “la intención no es copiar”. Y, realmente, la sensación que deja Pantaleón no es la de una mera reproducción.
En otros términos: ¿tendría sentido reproducir las improvisaciones que Astor y sus músicos urdían, dejando volar la imaginación a partir de un esquema básico? En “Contrabajíssimo”, por ejemplo, el solo de bandoneón que despliega Astor no está escrito. Por tanto, Matías González, el Piazzolla de Pantaleón, optó por “hacer la de él”, aunque manteniendo la idea de Astor como referencia. En el fondo, ellos contemplan la música de Piazzolla como un material muy celoso, que no admite manipulaciones. No creen que su música para quinteto, por ejemplo, acepte arreglos para otras formaciones sin resentirse.
Quien sí podía cambiar, y de hecho nunca dejó de hacerlo, fue el propio Astor, a punto tal que Pantaleón ha tenido que optar, en líneas generales, por alguno de los sucesivos quintetos que Piazzolla condujo, y en la decantación resultó elegido el último, de los años ‘80, de tempo más acelerado, que disolvió definitivamente en 1989, el año previo al del broche de su trayectoria. Luego del quinteto inicial de 1960, que tras cambiar de violín en dos ocasiones (a Szymsia Bajour lo sucedió Elvino Vardaro y a éste Antonio Agri) dejó paso en 1964 al Octeto Contemporáneo, surgió un nuevo y ocasional quinteto en 1965, otro en 1973 y un nuevo retorno a esa formación en 1978, y por última vez en 1985.
Seguir a Astor en su permanente búsqueda no es sencillo. “La ‘Milonga del ángel’ de 1986 no tiene nada que ver con la de 1965”, ilustra Sergio Fresco, violinista del conjunto. En todo caso, la biblia de Pantaleón es el concierto de A.P. en el Central Park de Nueva York, y el peso de ese histórico acontecimiento se advierte en el repertorio y en el enfoque de este quinteto, cuyo notable relieve surge, como un mérito no menor, de muchas horas de ensayo, en lo cual también siguen la huella delinfatigable y minucioso Astor. En este sentido, prefieren diferenciarse de los otros dos quintetos a la Piazzolla existentes. “Ellos lo encaran más como un trabajo, y cada uno de sus integrantes –dicen– tiene otros proyectos por su lado. Nosotros no: estamos totalmente dedicados a esto.” Los otros dos quintetos a que se refieren son el de Fernando Suárez Paz y el de la Fundación Astor Piazzolla. Fuera de la Argentina, por otro lado, a pesar del furor por Piazzolla, es poco lo que se hace con el formato original de su música para quinteto.
“Tengo una ilusión: que mi obra se escuche en el 2020 y en el 3000 también. A veces estoy seguro, porque la música que hago es diferente... Voy a tener un lugar en la historia, como Carlos Gardel. Lo que no quiere decir que vamos a quedar archivados”, le dijo una vez Astor a Natalio Gorin. Y los miembros de Pantaleón replican: “Nosotros también estamos seguros de que su música es diferente, pero para que su obra no se desvirtúe al llegar al 3000, hay que considerar a Astor Piazzolla un clásico. Esto implica abordar su música no sólo desde la partitura, sino rescatando el espíritu que él lograba al interpretar sus composiciones, realizando una intensa y meticulosa labor de investigación, y difundir su repertorio, dentro del cual hay mucho material de difícil acceso o inédito”.
En la página web de Pantaleón, y como ficha técnica, establecen los requisitos para actuar comme il faut: “Es indispensable para una buena interpretación, un piano de concierto, al menos media cola o superior, y un escenario de dimensiones suficientes para cinco músicos, con piano y contrabajo (6 por 3,5 metros aproximadamente)”. Exigen disponer de monitores laterales, micrófono para bandoneón, micrófono con interruptor para anuncios y monitor tradicional. Con todo esto, Pantaleón se sentirá más próximo al quinteto ideal de Piazzolla, que, según su preferencia, reuniría el violín de Suárez Paz, el piano de Pablo Ziegler, la guitarra de Jorge López Ruiz y el contrabajo de Héctor Console. “Ese quinteto es nuestro modelo”, aseguran.
Matías González, que se le atrevió al compromiso de ser El Gato del grupo, nació en 1981, sesenta años después que Piazzolla. Sus maestros fueron Marcos Madrigal, Daniel Binelli, Néstor Marconi y Juan José Mosalini. El año pasado fue incorporado por concurso a la Orquesta Escuela de Tango que dirige Emilio Balcarce, y posteriormente ganó el Certamen Nacional Hugo del Carril. Los demás –además de los arriba nombrados, César Nigro en guitarra y Adrián Speziale en contrabajo– tienen todos formación clásica, aunque en algún momento incursionaron en la música popular.
La voluntariosa edición del segundo compacto de Pantaleón daría paso, próximamente, al relanzamiento bajo el patrocinio de un sello y con la ilustración de una pintura de Dedé Wolff, la primera mujer de Piazzolla, destinatario del vals homónimo. El lema del disco no debería cambiar: “Piazzolla capta el espíritu de la ciudad, lo hace suyo... y la ciudad ya no puede ser sin él”.