JUEGOS ONLINE
› Por Natali Schejtman
La situación es ésta: hay una oficina, con todos los adminículos que la constituyen, llámense abrochadora, bidón de agua, estantes, computadora, etcétera. Hay un empleado, tranquilo, reposado, que escucha llegar a su jefe entrar y, sin saludar ni decir nada, criticarlo con un “no, no, no, esto está mal”, y cosas por el estilo. Y finalmente hay diecisiete finales felices para este infeliz empleado: son las 17 formas de matar violentamente, con mucha sangre desparramada, a su insoportable superior. Los asesinatos se llevan a cabo con cada uno de los objetos, desde un cajón hasta una abrochadora, pasando por un paraguas, el bidón y la puerta, y cada jugador deberá clickear cómo quiere golpearlo, ahogarlo, triturarlo o desgajarlo. La perlita está en el final, cuando el empleado, ya librado del jefe, tiene su primer momento de calma chicha rodeado de sangre: ahí puede volver a la computadora o, por ejemplo, calzarse los auriculares para escuchar sonidos de la naturaleza y una voz dulce que le dice que no se preocupe.
www.doodie.com/anger_management.php
El sitio Crazy Monkey propone una paleta gigante de juegos online para pasar el verano a puro aire acondicionado. El orden es lo primero: tenemos secciones de acción, de disparos, de deportes, de luchas, diversos tipos de puzzles y una muy curiosa dedicada a los juegos orientales para chicas que consisten en maquillar o vestir de época (estamos hablando de la década del ’80, por ejemplo) a chicas muy animé. Desde conejitos que buscan bombas, joyitas clásicas aggiornadas como el recordadísimo Street Fighter —marcador de una época si lo hay— hasta desafíos adictivos con cartas, el sitio parece tenerlo todo, si bien no se destaca por grandes virtuosismos de animación (eso tiene su gracia, digamos).
Parecen infantiles, pero muchos de ellos se pasan de vivos en sus productos para todo público. Es el caso de Happy Pill: un tablero lleno de caritas tristes y violetas que sólo van poniéndose verdes y más y más contentas cuando son tocadas por la píldora. Claro que no hay que pasarse: la carita empieza a sudar y... Game Over.
Para algunos, y no es una exageración, esto puede tener un efecto similar a la magdalena de Proust. En el redescubrimiento del Super Mario Bros extrañarán la sensación física de apretar los botoncitos del Joystick, el tamaño de la pantalla y, en muchos casos,al amiguito con el que pasaban tardes enteras embobados en el recorrido siempre igual de este plomero que golpeaba desde abajo signos de pregunta devenidos honguitos salvadores y saltaba sobre tortugas venenosas. También, el mundo de los cartuchos, el Nintendo y, obvio, la niñez.
El cuento de Mario Bros dice que él y su hermano Luigi son los encargados de rescatar a la princesa Toadstool, hija del Rey Champiñón, la única que puede revertir un maleficio. Sucede que su armonioso reino fue invadido por unas tortugas que convirtieron con sus oscuros poderes al reino naïf en un gris desierto de piedra y ladrillos. Mario y Luigi intentarán salvarla... con tu ayuda. La versión online del Super Mario Bros —un antes y un después en la historia de los videojuegos— sólo puede alegrarnos y decepcionarnos a la vez, al menos en un comienzo, abriéndonos de a poco las peligrosas puertas de una adicción ATP, como si tuviéramos 8 años.
http://www.juegosgratis.tv/Clasicos/Super-Mario-Bros.htm
Está presentado como para chicos, pero sabemos que son juegos y todos podemos pegarnos al teclado por tres horas frente a sofisticaciones de la animación flashera (tenemos esa excusa) que tienen el apellido de los dibujitos animados. El sitio de Cartoon Network cuenta con decenas de juegos relacionados con sus programas de televisión. A algunos los reconocemos y otros probablemente no los hayamos visto jamás en nuestra vida, pero las propuestas tienen su grado de dificultad y están claramente adaptadas a la tecnología actual (eso sí, recomendamos jugar en mute). En el caso del Scooby Doo, se trata de encontrar criminales en distintos escenarios tomándole cuatro fotos nítidas que se pueden ver al instante en los brevísimos momentos en que éste se aproxima. Los escenarios, movimientos y personajes —a diferencia del tosco Super Mario— son un espectáculo en sí mismo. El de Tom y Jerry, por ejemplo, propone la obviedad de que el gato atrape al ratón con una enorme cantidad de dispositivos concatenados. Pero no es tan simple como parece, y puede conseguir que se desperdicien unas cuantas horas de vida intentando dar con el maldito roedor.
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