MúSICA > JARRETT, PEACOCK Y DEJOHNETTE EMPIEZAN A DESPEDIRSE
Después de ese momento de desnudez, ascetismo y límite que fue The Melody At Night With You en 1998, Keith Jarrett volvió al trío junto a Gary Peacock y Jack DeJohnette, con quienes se divierte siendo siempre originales haciendo lo mismo de siempre. Pero tras una década de maravillas y autohomenajes, Yesterdays, el nuevo disco, tiene sabor a despedidas, con Peacock padeciendo un cáncer y DeJohnette, una artritis. Pero la magia sigue en el aire.
› Por Diego Fischerman
La frase podría figurar en algún compendio de sabiduría pueblerina apócrifa. Y es que el límite que Keith Jarrett tocó en 1998 con The Melody At Night With You, su primer disco posterior a la fatiga crónica que le habían diagnosticado dos años antes, hace pensar, inevitablemente, en que no es lo mismo no haber llegado que ya haber pasado por allí. Allí, el pianista tocaba las melodías de viejos temas casi peladas, sin ornamentos, sin grandes desarrollos, sin enmascaramientos. Como un principiante, podría pensarse, aunque, claro, de manera muy distinta de la de un principiante. El músico que había convertido en credo la deconstrucción y la proliferación temática en el jazz –y que para hacerlas aún más explícitas las proyectaba sobre “temas dados”, los standards– renunciaba a todo. Es obvio, para renunciar a algo hay que poder tenerlo y su nuevo ascetismo no podía ser leído sino como una abstención. No es que Jarrett haya seguido tocando de esa manera. Volvieron sus maratónicas improvisaciones al piano, con peleas con el público incluidas, como cuando hace dos años, en Perugia, terminó su concierto sin bis y luego de una segunda parte inusualmente breve, y volvieron las actuaciones con el trío que formó en 1983 con los excepcionales Gary Peacock en contrabajo y Jack DeJohnette en batería. Pero el pianista ya había estado, también, allí.
La cuestión del pasado –y la del temor a la vejez y la muerte, y la enfermedad e, incluso, las despedidas y testamentos– no parece menor cuando su último disco, que llegará dentro de una semana a la Argentina, distribuido por Zival’s, se llama Yesterdays y es la quinta edición consecutiva del trío –incluyendo dos DVD registrados en Tokio en 1985 y 1986 y entre 1993 y 1996– que revisita viejas grabaciones del grupo. En este caso se trata de parte de las realizadas en vivo en Tokio, en 2001. Y a ese mismo año pertenecen los registros de esa misma ciudad editados en Always Let Me Go (publicado en 2002), los de My Foolish Heart. Live in Montreux (de 2007) y los de The Out-of-Towners, realizados en la Opera Estatal de Munich (de 2004). Ese fue –y Jarrett lo sabe– uno de los grandes momentos del trío y, también, el comienzo del final. Incidentalmente, la segunda visita del grupo a Buenos Aires (la primera había sido en 1994), en los finales de 2000 (5 y 7 de diciembre) bien podría tomarse casi como parte del mismo ciclo. Después hubo pocas actuaciones importantes más. La última registrada en disco, por lo menos hasta ahora, es de Osaka, en 2002, y se publicó en 2005 en un álbum doble titulado Radiance.
“Yesterdays”, de Otto Harbach y Jerome Kern, es el tercer tema del disco y su inmersión en la melancolía llega después del tono casi festivo de “Strollin’”, de Horace Silver y “You Took Advantage of Me”, de Richard Rodgers y Lorenz Hart. “Shaw’Nuff”, de Ray Brown, Gil Fuller y Dizzy Gillespie, trae nuevamente a escena el gesto gozoso que interrumpe, momentáneamente, “You’ve Changed”, de Carl Fisher y Bill Carey, y restituye “Scrapple Fron The Apple”, de Charlie Parker. Como para reafirmar el carácter fugaz e irrepetible del jazz –y de este trío que se las arregla para ser siempre original haciendo siempre lo mismo–, el disco concluye con una versión extraordinaria de “Stella by Starlight” registrada en la prueba de sonido previa al concierto. En las notas escritas para las grabaciones de ese mismo año en Montreux, Jarrett decía que el trío estaba en su momento “más optimista, con mayor swing, más melódico y más dinámico”. La definición cabe para Yesterdays. El grupo está en estado de gracia. La interacción es formidable. Como siempre las ideas fluyen entre los tres y nunca como en este caso puede verificarse ese lugar común, frecuentemente falso, que atribuye a la totalidad más que la suma de las partes. Esta vez, además, las piezas del rompecabezas son un contrabajista que tocó con Paul Bley, Bill Evans y George Rusell entre otros y un baterista que, en palabras de Jarrett, “es el único que puede sumar a Elvin Jones con Tony Williams, Kenny Clarke, Philly Joe Jones y Mel Lewis”. Y la despedida, tal vez, tenga que ver con ellos. Peacock, de 74 años, padece cáncer y hace poco afrontó una complicada operación, mientras que DeJohnette, de 67, tiene una artritis que casi no le permite tocar. Jarrett, en cambio, aunque con un ritmo menor que antaño y santificado por la inclusión, en diciembre pasado, en el hall de la fama de la revista Down Beat, sigue actuando. Desde ya, los lugares son sólo esas salas reservadas a los grandes concertistas clásicos y no los clubes de jazz del mundo. El próximo 18 de mayo se presentará, por ejemplo, en el Teatro San Carlo de Nápoles.
En el proceso de canonización anticipada mucho tiene que ver, por su parte, el gusto por los autohomenajes y las retrospectivas. Ya en 1976 había editado un álbum de diez discos LP (algo nunca repetido, ni siquiera por Andrés Calamaro) con sus conciertos de piano en Japón. Y en 1994 insistió con lo que los sellos discográficos suelen destinar a los muertos: una caja de seis CD que recogía todo lo tocado a lo largo de tres noches (dos sets en cada una) en el Blue Note de Nueva York. Es en esa serie en la que hay que incluir la fantástica edición realizada en 2008 para festejar los 25 años del trío: una caja con los tres primeros CD del grupo, Standards Vol. 1 y Vol. 2 y Changes, más un folleto que incluye un estudio crítico de Peter Rüedi y profusión de fotos. Tampoco es irrelevante que en 2003 le hayan otorgado el Polar, un premio de un millón de coronas (algo así como 164.000 dólares) con el que el gobierno de Suecia compensa la falta de una categoría musical en el Nobel, y que ya habían ganado, entre otros, Pierre Boulez, Karlheinz Stockhausen, Iannis Xenakis y Mstislav Rostropovich entre los “clásicos” y Bob Dylan, Paul McCartney y Joni Mitchell entre los “populares”. Y tal vez sea un dato a tener en cuenta que todos los años se premia uno de cada clase (en las últimas ediciones fueron Steve Reich y Sonny Rollins y Renée Fleming y Pink Floyd) pero en 2003 hubo uno solo: Jarrett.
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