PERSONAJES > NATASCHA MCELHONE,LA MUJER QUE DAVID DUCHOVNY NOS ROBO
› Por Mariano Kairuz
A lo largo de los últimos 13 años, a Natascha McElhone la vimos en unas cuantas películas de grandes ambiciones y poco alcance. Fue Françoise Gilot, mujer de Pablo Picasso y madre de dos de sus hijos en el biopic de James Ivory (que la descubrió en un teatro) con Anthony Hopkins. Fue, pero quién se acuerda, la chica de Brad Pitt en un fiasco sobre un terrorista del IRA en Estados Unidos llamado Enemigo íntimo. Y fue también Vanessa Redgrave joven en la muy inglesa Mrs. Dalloway; y el fantasma de la esposa muerta de George Clooney en la remake de Solaris que dirigió Steve Soderbergh. Es más probable que la recordemos como el amor prohibido de Jim Carrey en The Truman Show, o como la reclutadora de Robert De Niro en Ronin, donde el director John Frankenheimer la convirtió, a pesar de su elegante, estilizada imagen, en uno más de los muchachos. Casi una década y media de cine y, sin embargo, Natascha no pudo encantarnos, y más que encantarnos, hechizarnos, hasta que la pantalla se hizo chica. Hizo falta que la redescubriera la televisión. Hizo falta que apareciera Californication, la serie sobre el escritor atrapado en su entretiempo en blanco (y la vida como esa cosa que ocurre entre un libro y el siguiente) en la que secunda al personaje de David Duchovny, y la mayor parte del tiempo lo explica y hasta se impone sobre él.
Con dos temporadas completas y otra en camino, en Californication Natascha (Londres, 1971) es Karen, la ex esposa cercana que se vuelve a dejar atrapar una y otra vez por los encantos un poco cretinos pero a la vez honestos de Hank Moody (Duchovny), con quien crían, separados, a una adolescente darkie. Y al principio de todo es ella quien lo dejó a él para irse en busca de un tipo más estable, más adulto y más aburrido, y para el final de esa misma primera temporada es ella quien sale corriendo de sus propias segundas nupcias y salta como una adolescente en el auto de su ex. Y en el medio de la segunda temporada, las cosas se complican arrimándose al borde de lo inverosímil con el noble objetivo de mantener andando esa dinámica de amor-odio y de juntarse y separarse y volverse a juntar al infinito que hace que se sustente pura y exclusivamente en esos protagonistas tocados por la gracia. Una gracia que ya asomó alguna vez en Natascha en una pequeña película llamada Laurel Canyon (en la que hacía trastabillar el matrimonio de Christian Bale con Kate Beckinsale), pero que no terminó de tomar cuerpo hasta que Natascha fue Karen en televisión. Una gracia natural que se revela en la espontaneidad de su sonrisa algo descreída, en el revoleo de sus ojos un poco hartos y un poco divertidos con el otra-vez-lo-mismo-de-siempre de su ex, y en ese largo pelo rubio, que la convierten en una suerte de seductora implacable casi a su pesar. Despegándola de esa suerte de –¡mírenla bien!– hermana menor de Meryl Streep con aires aristocráticos que pudo parecer en el pasado. Californica-tion sacó a la luz una Natascha que el cine mantenía apagada. Todo su proceso de audición para la serie consistió en una conversación telefónica con los productores, que le dijeron: “Tenés 20 minutos. Hacenos reír”. Y al parecer, los hizo reír.
En mayo del año pasado, mientras grababa el final de la segunda temporada de Californication en Los Angeles, recibió como un baldazo helado la noticia de la muerte de su esposo. Un paro cardíaco fulminante acabó sin aviso con la vida de ese hombre de 43 años, eminencia en el campo de la cirugía facial reconstructiva –muy respetado por su trabajo en una fundación caritativa que se ocupaba de chicos sin recursos–, con quien Natascha llevaba diez años y de quien esperaba el tercer hijo de la pareja, que nació en octubre. En los meses siguientes, los periodistas que la entrevistaron la describieron como un espíritu increíblemente positivo: fue afectuosa en el recuerdo de su marido, pero pragmática como madre, firme en su decisión (motivada emocional y financieramente) de seguir adelante, de seguir trabajando, más que nunca. Apenas diez días después de volar al otro lado del océano para el entierro, regresó al set californiano a completar esa serie de la que es una mitad fundamental, pero que sin ella sería mucho menos de la mitad de lo que es. Y con un poco de suerte volverá a hacerlo este año, por tercera vez, completando y dando sentido a la bestia amable del sexo, drogas y rock’n’roll catódico de la que ella es a partir de ahora la musa más irresistible.
Los capítulos estreno de la segunda temporada de Californication se dan los jueves a las 22 por Warner Channel.
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