La vagancia, más que la necesidad, es muchas veces la madre de la invención. Hay una manera “correcta” de hacer las cosas y luego están los que se apartan del camino en busca de sus propias soluciones. Internet, aguando la fiesta una vez más, demuestra que, si es por atarlo con alambre, Argentina no tiene la exclusividad.
“There, I Fixed It”, es el título del sitio web y se traduce literalmente como “listo, lo arreglé”, aunque la traducción vernácula sería sin duda alguna “lo atamos con alambre”. En thereifixedit.com se encuentran las luminarias del siglo XXI: una puerta de auto de madera para reemplazar la original; un adaptador de corriente hecho con un par de llaves; una pata de cama reemplazada por un criquet. De todas partes del mundo, la gente envía las fotos de sus arreglos caseros: este sitio las publica para que estos modernos inventores reciban la admiración que merecen, ya sea por su ingenio o por su temeridad.
Quizás no puedan arreglar el transbordador Columbia con un poco de alambre y una manzana, como Artemio Sosa, el mecánico del cuento de Fontanarrosa, pero le pegan cerca.
La agencia de noticias Reuters informa que India vive una de las sequías más grandes de su historia. Tan es así que, en uno de los estados al este del país, los granjeros les han pedido a sus hijas solteras que salgan a trabajar desnudas los campos resecos. De esta forma sus padres esperan avergonzar a los dioses y que éstos entonces envíen lluvias para asegurarles una buena cosecha.
El monzón, la temporada de lluvia, suele empezar a fines de mayo. Como todavía no arrancó, de ahí la preocupación de los granjeros, que han prometido continuar enviando a sus hijas al campo hasta que las lluvias comiencen. Los funcionarios del gobierno dicen que ésta es una de las costumbres sociales más respetadas de la región.
Cabe preguntarse si no sería mejor volver a meter a las chicas desnudas en casa, y prometerlas para cuando empiecen las lluvias. O, mejor aún, quizás convendría mandar a los padres, también desnudos, y que los dioses y diosas decidan si hacen llover o si disfrutan del show un ratito más.
Frente a un asilo de ancianos en Düsseldorf, en Alemania, hay una parada de colectivo que no está en el recorrido de ninguna línea. De vez en cuando, sin embargo, se puede ver a algún anciano sentado allí, esperando. Es lo único que recuerdan: que el camino a casa comienza en la espera.
Sucede que algunos de los residentes de Benrath, de tanto en tanto, se olvidan de todo y deciden irse. Las autoridades del asilo no tienen poder para detenerlos, así que estas víctimas del olvido se pierden por las calles de Düsseldorf y luego la policía los tiene que encontrar. Tanto más peligroso en invierno, donde los ancianos se ven expuestos a crudas temperaturas.
“No podemos, ni debemos, perseguir a nuestros pacientes y encerrarlos”, explica el director del asilo Benrath, el señor Richard Neureither, que para conseguir una solución se alió con una organización local llamada “Viejos Leones”. Juntos, consiguieron que una compañía de transportes pusiera una parada de colectivo frente al asilo.
El presidente de “Viejos Leones”, Franz-Josef Goebel, declaró al diario The Telegraph que si bien la idea puede parecer una tontería en principio, cumple con su propósito. “La memoria a largo plazo de estas personas funciona perfectamente, aun si su memoria inmediata apenas retiene algo. Entonces ven la parada de colectivo y recuerdan que esperar ahí significa llegar a casa.”
Las enfermeras, entonces, no tienen más que ir a buscar a los fugitivos que esperan, y les ofrecen entrar al asilo a tomar un café mientras llega el colectivo. Cinco minutos más tarde, se han olvidado de todo, de que querían escapar, de que tenían una casa, de esa parada de colectivo donde vivieron la que podía ser su última aventura.
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