HISTORIETA > LA NUEVA SUPERHEROíNA BOLIVIANA
Después de Evo Morales, Bolivia vive la llegada de un nuevo héroe: esta vez mujer y chola. Nacida en una comunidad aymara, feroz enemiga de las injusticias y los políticos corruptos, pero también imperfecta, pícara y divertida, Súper Cholita batió los records de ventas para una historieta en el país y amenaza con saltar las fronteras en cualquier momento. En esta entrevista, Rolando Valdez –historietista ocasional y vendedor de mercado permanente–, padre de esta tira altiplánica cuya heroína es, además, la cara de la campaña que pide la extradición de un ex presidente.
› Por Nicolás G. Recoaro y Mariana Ruiz Romero
La cholada boliviana sigue creciendo y, desde hace dos años, hasta tiene una superheroína de sangre originaria que defiende los intereses populares. Lejos del arquetipo del comic globalizado, la tira Súper Cholita rescata la figura en alza de las mujeres de polleras del Altiplano, y la mixtura con los mitos andinos, las reivindicaciones políticas y la historia más reciente de Bolivia.
Con el gobierno de Evo Morales en su cuarto año de mandato –con cómodas posibilidades de conseguir un segundo período a partir de las elecciones de diciembre próximo–, el terreno ganado por los pueblos indígenas y mestizos del país ha ayudado a revalorizar las culturas originarias, además de abonar diversas facetas del arte boliviano contemporáneo, donde las historietas y los comics no han quedado al margen. Incorporando a personajes que se valen de las raíces andinas y los milenarios saberes ancestrales de las comunidades que pueblan Bolivia, algunos historietistas comenzaron a dejar de lado las influencias norteamericanas y japonesas, y ponen su foco en la realidad del país. ¿Una heroína ciento por ciento boliviana? Algo de eso hay. “Los tiempos cambian y los bolivianos tenemos tanto por hacer, y en mi trabajo como historietista decidí dejar de copiar a los europeos, a los americanos, a los japoneses y concentrarme en mi país, en nuestra realidad, en nuestras heroínas populares”, explica Rolando Valdez, el padre de la primera historieta boliviana protagonizada por una chola hecha y derecha. Hija bastarda del choque violento entre las culturas de damiselas europeas y campesinas indígenas del Altiplano, Súper Cholita devela con orgullo su estirpe híbrida, mix de manga pirateado amalgamado con el folklore de mercado y la mitología aymara y quechua.
Las voluptuosas cholas siguen ganando espacio en diferentes esferas de la realidad política, económica y cultural de país –lo que demuestra que el matriarcado boliviano está más vivo que nunca–, y esta nueva heroína lo deja en claro, conquistando lectores sin dejar de llevar bien puestas sus polleras.
Creada por el guionista Rolando Valdez, un auxiliar de enfermería y comerciante que solía ganarse la vida vendiendo CD piratas en la feria popular de la empinada ciudad de El Alto, e ilustrada por Santos Callisaya y Gladys Castro, esta producción con ciertos aires de manga dejó el anonimato cuando se consagró ganadora del Primer Concurso de Historietas de la Sociedad Japonesa de La Paz, el año 2007. “El nacimiento de Súper Cholita fue casi un accidente. Un día se me vino a la cabeza la imagen de una cholita voladora, que intentaba apagar el incendio en la cocina de su casa. Desde ese momento comencé a pensar situaciones graciosas con esta heroína de pueblo”, dice Valdez mientras convida un mate de coca para evitar el apunamiento que regala la ciudad de La Paz y sus casi 4 mil metros de altura sobre el nivel del mar.
“Pensaba que de una buena vez había que crear una historieta protagonizada por alguien que tuviera que ver con nosotros, los bolivianos. Lo más parecido posible, con nuestra cultura e idiosincrasia. En aquel tiempo me contacté con un dibujante y le conté de mi proyecto de comic protagonizado por una cholita con superpoderes, y lo que le pedí fue que los dibujos representaran, en la forma más fiel posible, a la gente común de mi país: bajitos, gorditos, como somos nomás.” Así fue la génesis de la historieta de la heroína chola, con rasgos indios y picardía de mercado. “Eso sí, la idea desde un principio era tener a una mujer como protagonista, ya que está demostrado de lejos que es más inteligente y fuerte que el hombre.”
Súper Cholita viste como las mujeres indígenas de su tierra: polleras coloridas, siete enaguas y una mantilla con un sol inca bordado en su pecho. Tiene novio –por desgracia un policía–, es hija de una cholita y de un desconocido pepino –el tradicional payaso del carnaval de La Paz a quien en las bromas del occidente boliviano se le achaca la paternidad de cientos de niños– y ha obtenido sus poderes de las fuerzas andinas del templo sagrado de Tiwanaku. “Los primeros dibujos se dieron en un fanzine de bajo presupuesto, casi una fotocopia, y un buen día decidí presentarlo en el V Festival de Historieta Viñetas con Altura, donde fue un hit instantáneo. El premio de la Sociedad Japonesa vino después, y me permitió hacer una edición más completa, con tapa a colores, un lujo nunca antes logrado por una tira nacional”, aclara Valdez.
La tira de la súper chola se ha transformado en un auténtico suceso de ventas que promete saltar fronteras. Los balances parecen marcar ese rumbo: el primer número de la heroína chola tuvo una tirada de 500 ejemplares que volaron de los puestos de periódicos en pocos días, y el último número fue de 3 mil ejemplares, la mayor tirada para un comic en la historia de Bolivia.
En el primer número de Súper Cholita aparece el presidente Evo Morales solicitándole ayuda a la damisela, “para sacar el país adelante”. La heroína andina, asumiendo sus limitaciones, le retruca: “Lo siento, Evo, pero milagros no hago”. Desde entonces, la tira alcanzó siete números, varios de ellos por encargo de organizaciones con fines educativos, donde las andanzas de la cholita superpoderosa combinan mitos populares, combates a muerte con burócratas estatales, magistrales clases culinarias donde devela secretos para preparar típicos platos andinos como el chuño o las papas deshidratadas, y hasta educa sobre derechos y obligaciones de las empleadas domésticas, de las que se siente hermana y consejera. “La búsqueda de la Súper Cholita será siempre la justicia y equidad, pero también queremos que dé a conocer sobre los derechos de las mujeres trabajadoras e indígenas”, explica Valdez.
La idea de crear una historieta protagonizada por una cholita con ciertos aires de manga nipón –la influencia del mangaka Osamo Tezuka salta a la vista– también proviene de las largas horas que dedicó Valdez a la venta ambulante de animé en copias piratas. “Los historietistas bolivianos nos identificamos con el manga japonés porque allí siempre hay un chico tímido que quiere sobresalir, y la población paceña es un poco así, por eso el dibujo japonés cala mucho. Creo que por eso la Súper Cholita es como una persona normal, porque no sólo se ocupa de luchar contra el mal sino que también miente o roba, pero siempre trata de superarse. Súper Cholita no es un personaje perfecto, tiene mucho de picardía nacional, roba a la vendedora de papas y se justifica diciendo que a todos les ha llegado la crisis; es como nosotros, tiene mucho de diversión y mucho de heroína”, confiesa con una sonrisa pícara Valdez. Más boliviana que japonesa, la chola poderosa sabe conmoverse con las desventuras amorosas de sus vecinas y baila hasta perder el conocimiento en las fiestas populares, aunque eso signifique descuidar por unas horas su lucha en contra del mal.
“Pienso que Súper Cholita habla de los problemas que se ignoran muchas veces, y cuando me siento a inventar los guiones quiero que las personas no olviden lo que aqueja a la sociedad, porque creo que muchas veces no hay justicia y reina la impunidad. Somos pobres, vivimos en un país tercermundista y encima nos peleamos todo el tiempo. Eso para mí es la cherry de la torta, el ketchup de la papa”, explica Valdez. Sin embargo, y a diferencia de los héroes clásicos, Súper Cholita está muchas veces lejos de las virtudes bien pensantes y recupera ciertos saberes de la viveza popular andina: regatea en los mercados, habla cual suegra insatisfecha, es adicta a varios platos populares del Altiplano, disfruta sin prejuicios de su voluptuosidad y hasta suele coimear a los funcionarios públicos.
A pesar de no ser su única fuente de ingresos, en los últimos tiempos, escribir comics ha sido un auténtico descubrimiento para Valdez, y por eso ha decidido embarcarse en otros proyectos paralelos. “Ahora estoy preparando el Cuchi City, en homenaje a nuestro Chuquiago Marka –nombre aymara para denominar a La Paz– en su Bicentenario. Todos somos cerditos (khuchis en quechua): está la khuchi política, el khuchi alcalde, los khuchi policías. Lo pienso como un reflejo irónico de lo que somos.” Aun así, Valdez confiesa que las ventas de la tira aún no le dan para sobrevivir, al menos, hasta que su Súper Cholita sí haga el milagro de dejarlo vivir de sus historias.
Cuando se le pregunta al guionista acerca de las posibilidades de exportar a Súper Cholita, la respuesta encaja perfectamente con la filosofía de vida que aprendió durante sus días de vendedor callejero: “La piratería es una respuesta para acceder a la cultura; mi biblioteca no podría haberla armado sin comprar ediciones pirata, con lo que pagué por ella ahora sólo podría comprarme un libro de 20 dólares. Y si alguien quiere difundir Súper Cholita en el exterior, las puertas están abiertas. Yo le mando mis originales, no hay ningún problema, porque fundamentalmente me interesa que se conozca lo que tenemos que decir los bolivianos”.
“Yo he visto la represión de cerca en mi barrio de El Alto y eso me ha marcado”, cuenta Valdez en referencia a la masacre que inspiró el último número de la tira. En la saga Súper Cholita vs. El Gringo Asesino y el Gringo Contraataca, su trabajo recrea los sangrientos días de la rebelión popular que en octubre de 2003 provocó la caída y el exilio en Estados Unidos del agringado presidente Gonzalo “Goni” Sánchez de Lozada –recordado por sus nefastos discursos públicos en spanglish–, a quien actualmente se le imputan las muertes de 63 personas, durante la sangrienta represión ordenada por su gobierno.
En sus dos últimos números, la heroína de polleras se enfrenta al ex presidente y a sus sanguinarios ministros, durante las protestas del Octubre Negro. En la batalla final de la primera entrega, Goni logra escapar al país del Norte con la ayuda del Tío Sam, y es en la segunda parte de esta saga donde Súper Cholita tendrá que enfrentarse a uno de los peores reductos del mal para el boliviano común: el Palacio de Justicia, representado ingeniosamente por una edificación de bloques de hielo donde se congelan las causas judiciales. “Fueron días muy tristes: la guerra por los recursos naturales, la represión de los militares. Recuerdo cuando la policía mató a una niña en El Alto y eso provocó que todo el pueblo se volcara a las calles a luchar por sus derechos. Eso fue algo que intenté reflejar en el último número de Súper Cholita”, explica Valdez, y aclara que también colabora en diversos proyectos de la Fundación Solón, una institución que lucha contra el tratado de libre comercio con Estados Unidos.
Coeditada por el Comité Impulsor del Juicio de Responsabilidades al ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada y sus colaboradores (www.juiciogoniya.org.bo), la imagen de Súper Cholita se ha transformado en un referente para miles de bolivianos que exigen la extradición y el castigo del ex mandatario. Súper Cholita vs. El Gringo Asesino apareció a principios de 2009 con licencia para piratear y un potente epígrafe que advierte: “Si usted estuvo del lado de nuestros asesinos y esto que ve le molesta, le quita un poco el sueño, ni se preocupe: ésa era nuestra intención”.
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