Dom 06.09.2009
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FENóMENOS > ERIKA LUST, LA DIRECTORA SUECA QUE FILMA PORNO PARA “QUE ELLAS TAMBIéN MIREN”

Las chicas sólo quieren calentarse

› Por Agustina Muñoz

Rubia, cara de repostera nórdica y la calidez suficiente en sus mejillas rosadas para convencernos de estar frente a una sueca que bien podría dedicarse a la jardinería o a la literatura comparada. Todo esto, en Erika Lust (cuya lujuria se percibe, precisamente, en el modo en el que articula todos sus atributos de niña buena con su profesión, la pornografía) es perfecto para el marketing de su deseo: que las mujeres aprendan a ver porno.

EQUIS EQUIS EQUIS

Mucho antes de empezar a filmar cuerpos desnudos en posiciones vistosas, Erika estudiaba ciencias políticas en Estocolmo. Después se especializó en estudios de género. Probablemente, todos esos textos sobre sexualidad e identidad que leyó la joven Lust sean lo que le da a su discurso pornográfico el bienvenido tono político de bandera revolucionaria que llama a las mujeres a tomar su deseo por las astas de una vez por todas. “A mí me ocurrió como a la mayoría de las mujeres; cuando vi pornografía por primera vez, no fue amor a primera vista ni mucho menos. Había algo en las imágenes que me excitaba, pero también muchas cosas que me molestaban. No sentía identificación ni con mi estilo de vida ni con mis valores ni con mi sexualidad.” Así, gracias a un mercado que no lograba satisfacer su morbo, Lust se hizo pornógrafa.

Su carrera empezó rauda, con esa energía que tienen los artistas que saben bien cómo hacer negocios. A los 31 años y ya establecida en Barcelona, filmó su primer corto, Una buena chica, que luego formaría parte del largo Cinco historias para ellas, ganador del premio a la Mejor Película del Año en los Feminist Porn Awards de Toronto en 2008. Hasta ahí, todo alentador: el mundo recibía con agrado a la rubiecita hacedora de pornografía y lo que podría haber sido una deshonra familiar fue enseguida un futuro promisorio lleno de proyectos y dinero.

Poquísimo tiempo después, además de una niña con sus genes y otros premios, llegó toda una máquina ACME contra la pacatería femenina: el libro Porno para ellas (una mezcla de enciclopedia y libro de autoayuda “para mujeres a las que les gusta el porno pero aún no lo saben”) editado por la flamante Lustbooks, un blog con un manifiesto por un “nuevo cine explícito, femenino y feminista” y nuevos proyectos, entre ellos el inminente Barcelona Sex Project (“una película centrada en la vida de tres hombres y tres mujeres para conocerlos en profundidad, incluidos sus orgasmos reales”).

Lust se convirtió en la vocera de una “causa” y su página en Internet es una especie de casa nodriza desde donde se puede acceder a miles de otras páginas donde la democratización de la pornografía es un hecho (y una fiesta). La oferta va desde el sitio www.ifeelmyself.com, en donde se ve a miles de mujeres de distintas edades y estilos masturbándose en su cama, hasta páginas en donde señoras septuagenarias en encaje negro se hacen cargo de su aún deseoso cuerpo contando sus fantasías sexuales.

ELLAS Y EL SEXO

En esta emancipación, Lust y sus colegas no sólo recibieron la crítica de los grandes hombres de la pornografía sino de agrupaciones feministas que siguen creyendo que el porno es el colmo del servilismo machista.

Los directores alegan que ellos vienen haciendo cine explícito para todos desde hace años y que la pornografía femenina es “sexista, retrógada y discriminatoria”, y tan estrecha de miras como el cine que critica. Lust propone pelea: “El nuevo cine hecho por mujeres para mujeres es sobre intimidad y relaciones; el de ellos es sobre penetraciones y eyaculaciones”.

Las opositoras iracundas, por su lado, no conciben que en muchas de las películas femeninas se sigan representando estereotipos anticuados e insultantes, como la servil amante envuelta en cuero o el deslumbramiento ante el maravilloso miembro de un hombre bien torneado. Lust cree que recién ahora la mujer tiene lugar para poner en imágenes su propio deseo; y en muchos casos, las situaciones de algunas películas de hombres siguen apareciendo en las de mujeres porque también pueden ser fantasías femeninas: “Vi que había películas románticas en las que parecía que lo que a las mujeres nos gustaba era coger delante de la chimenea. Pero yo no me identificaba para nada con esa imagen. Como tampoco con la escena en la que una mujer descubre a su esposo con una amante y, después de enojarse unos segundos, termina en la cama con ellos. Se trata de encontrar la peculiaridad de nuestro sexo, familiarizarnos con nuestras propias formas de disfrutarlo, que no tienen que ver con amor y suavidad sino con otro tipo de desborde”.

PORNO MTV

“Mis películas se dirigen a un masturbador informado, que sabe apreciar la forma. Mi generación ha crecido con los videos de la MTV y estamos acostumbrados a la buena música y las imágenes.” Por eso, nada de siliconas ni limusinas emparchadas en peluche, ni departamentos con muebles de pino y sábanas fucsias de telas berretas, ni planos ginecológicos. “Intento mostrar un mundo de personas normales. Mis películas son como Sex & the City pero con sexo de verdad.”

En el corto Una buena chica, por ejemplo, uno cree estar a punto de ver una de Julia Roberts, hasta que la rubia protagonista se desnuda y la que antes parecía una tímida bostoniana ahora se presta a la experimentación con el chico italiano que, en un golpe de suerte, le trajo el delivery de pizza.

Algunas por las que empezar (de Lust y de otras): Five hot stories for her, All about Anna, Hoxton Honey, 9 songs, Uniform behaviour y Playing dirty.

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