FAN > UNA MúSICA ELIGE SU CANCIóN FAVORITA
› Por Rosario Blefari
Un amigo me pasó esta canción una noche mientras charlábamos de gustos musicales. La banda la conocí también gracias a él, aunque hacía rato que ya no existía. Fastbacks. La armaron en Seattle en 1979 Kurt Bloch (autor y guitarrista), Lulu Gargiulo (guitarra y voz) y Kim Warnick (bajo y voz) y tuvieron numerosos bateristas. Tocaron y sacaron muchos discos hasta 2001. Durante los ’90 los podría haber escuchado tranquilamente pero no, aunque también es posible que en medio de tantas cosas que escuchaba me hubiesen pasado desapercibidos y no les hubiese prestado la misma atención que en estos años. Este tema “Meet the autor” está en el disco Answer The Phone, Dummy de 1994 y me gusta por muchas razones. Una de ellas es por eso que suele llamarse desagradablemente desarrollo y que no considero un mérito en sí mismo ni algo imprescindible en una canción, pero que en este caso resulta notable. El rollo –con todas sus connotaciones– consigue desplegarse como una extensa alfombra de ceremonias ante el avance del oyente. Esta noción incluye que desde el comienzo, en el rollo aún enrollado, esté contenida de alguna forma toda la canción, aunque no lo parezca, y que además –qué virtud– haya desenvoltura, esa forma de desplegarse con gracia y fluidez que es el movimiento mismo de la canción. Como la escucha crece a la par de la canción, hay sorpresas, felices insistencias y regresos a lugares conocidos de antes, a distintas velocidades o con distintos timbres. Desarrollo o recorrido, presenciamos una transformación que suele terminar en una arborización y la canción se despide en medio de un follaje tupido y agitado por el viento. El recorrido de esta canción es atrapante. Necesito recurrir a traductores para entender inglés, así es que le doy mucha importancia a la primera aproximación cuando escucho palabras y música como una sola cosa y sólo algunos significados se recortan y se hacen explícitos (trato de mantener el oído en ese mismo estado de ignorancia apenas manchada para escuchar una canción en cualquier idioma). En este caso lo primero que aparece es un autor y eso ya es inquietante. ¿Hablan de un autor en una canción? Eso me enciende la atención, hay un autógrafo, libros en una mesa, alguien que se queda dormido en el piso... mmh. Un teclado aparentemente de presets modelo 92 y una voz femenina un tanto inmadura pero con carácter habla de una ¿librería rodante?, de un encuentro con el autor, de una historia que ya leyó antes y parece que hasta se ha quedado dormida en un momento. Es entonces que la despiertan, aparece el autor y dice algo. Entonces se va el teclado y la guitarra toca con batería andante la melodía que vamos a escuchar cantada después por la voz femenina y que puede que sea una cita del autor, lo que dice el autor. Se pregunta qué pasaría si no durmiéramos y nada nos distrajese arriesgando que de esta manera no tendríamos que correr tanto al final del día, algo así. Al repetir esto se le suma otra voz femenina. De pronto vuelve a cambiar para agitarse todo el tema, la guitarra se ensucia, golpea, la voz femenina es la más grave y es uno de los momentos más rockeros, pidiendo –con palabras– salir o parar cierta actividad mental, pero se va más lejos y un teclado de cuerdas y una guitarra desinhiben su espíritu meloso haciendo especies de inserciones, yendo a otras zonas y percepciones de lo que parece ser el mismo momento, con instrumentos cantando la melodía sin letra y abriéndose armónicamente por caminos conocidos. Entonces en medio de eso la voz femenina más inmadura aparece muy baja para apenas advertir sobre los peligros distractores de la belleza, o se pregunta mejor dicho qué pasaría si no fuéramos distraídos por ella, vuelve a pasar por lo de tratar de salir de la fiesta que hay en la cabeza y por la cita del autor cada vez con más énfasis. La guitarra canta sola la melodía del comienzo como remontándose cada vez más alto, hasta que la batería empieza a frenar casi inesperadamente y termina el tema. Toda esta cuestión de no ser distraídos y una especie de obsesión por el hacer más cosas me es familiar, me solidarizo con este pensamiento voluntarioso un tanto sufrido por la conciencia de lo imposible, el ansia y el cansancio consecuente. Las guitarras distorsionadas, los machaques, las voces, incurren en muchas formas reconocibles, activan códigos habituales del rock, pero aun así –eso es lo que más me gusta– consiguen sorprenderme, hacerme incluso sonreír por lo desfachatado de estas incursiones rockeras y emocionales un tanto obsesivas y exageradas, las voces de las chicas, el muestrario de momentos, y esa cuestión del encuentro con un autor, todo me resulta bastante cercano y a la vez disparatado, excedido. Me gusta.
Editorial Mansalva acaba de publicar La música equivocada, un volumen de poesía de Rosario Bléfari. Mientras tanto, ella sigue presentando junto a su banda los temas de Calendario, su último disco.
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