ENTREVISTAS > ALASKA, ANTES DE TOCAR EN BUENOS AIRES CON FANGORIA
Alaska es tan pero tan pop que hasta es parte de un cuadro de Andy Warhol, y a los quince años debutó como actriz en la primera película de Almodóvar, Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón. Pero sobre todo define su status de icono que exista una canción tremendamente popular que no tanta gente sabe que es de ella: “A quién le importa” (lo que yo haga / a quién le importa lo que yo diga), himno de la movida madrileña que Alaska supo liderar y la canción que los gays de habla hispana han convertido en su propia “I Will Survive”. Ya formó varias bandas míticas, como Kaka de Luxe, Los Pegamoides y Dinarama; del punk al glam, pasando por la new wave y el pop más bailable, Olvido Gara (tal su nombre, y México su lugar de nacimiento) se convirtió además en una personalidad fuera de los escenarios, sea fundando la disco Morocco en Buenos Aires o festejando la Nochebuena en Televisión Española con su adorado Raphael. Y antes de tocar en Buenos Aires con su banda Fangoria, habla con Radar desde su departamento, a metros de la Gran Vía.
› Por Martín Pérez
Un baño lleno de Godzillas no es algo que se olvide fácilmente. Así que, apenas Alaska se pone al teléfono desde el living de su hogar madrileño, es imposible no preguntarle por el destino actual de aquella fascinante colección, que constaba de toallas, dispensers de jabón, cepillos de dientes y, por supuesto, toda clase de muñecos, tanto monstruitos como monstruazos. La voz cantante de Fangoria lanza una carcajada, y recuerda que incluso se escuchaba un gruñido –godzillesco, digamos– cada vez que se abría la puerta. “Pero yo no la llamaría colección, porque un coleccionista quiere tener todo sobre un tema. Yo no colecciono sino que me gusta tener cosas bonitas”, aclara la estrella del pop madrileño, que alguna vez respondió al nombre de Olvido Gara, hasta que supo encontrar su bautismo artístico en la letra de “Stephanie Says” (“It’s so Cold in Alaska”), una canción de Velvet Underground.
Pero con respecto a todos esos Godzillas, Alaska explica que se disgregaron con su mudanza de aquella casa alejada del casco céntrico madrileño. Y que algunos sobreviven en las vitrinas de su actual hogar, a metros de la Gran Vía. “Allí exhibo todos mis tesoros”, revela. “Lo último que ha llegado es un Michael Jackson de colección, que me han regalado los chicos que llevan aquí su fan club, que siempre me mandan piezas exclusivas y preciosas”.
–Yo creo que ahora lo que queda es la industria, y esa parte me resulta cero interesante. Anda, que no iba a tener Michael por ahí canciones estupendas guardadas, pero había que sacar la que fuera. Pero eso es la otra cara de la moneda, no es el Michael que todos adorábamos...
–Nunca he entendido esas cosas. Y es algo que aquí he visto con varios artistas, a nivel nacional. Artistas que hace diez años que no tenían ni discográfica, porque no le interesaban a nadie dentro de la industria, y de repente con su muerte corren a montar un compilado de éxitos que termina llegando al número uno de ventas. Como yo tenía mi entrada para la fila once del primer concierto de todos los que Michael tenía planeados en Londres, creo que tengo mi conciencia muy tranquila, por decirlo de manera muy moralista.
Cuando se le pregunta por su secreto para mantenerse presente durante tres décadas dentro de una industria musical tan caprichosa y voluble, Alaska prefiere –antes que nada– recordar los momentos en que esto no fue así. “Ahora estamos hablando porque por fin nos han sacado allá el último disco de Fangoria, y estamos a punto de viajar para tocar. Pero... ¿qué hay de los otros diecinueve años que no hemos podido mostrar nuestros discos en Buenos Aires?”, se pregunta. “Esa es la realidad de todos los artistas, lidiar con esas dificultades. Y el secreto es cada día dar un paso, y luego otro. Hacer lo que tú crees que tienes que hacer. Otra cosa es que luego eso tenga eco”, aclara Alaska, que asegura que no se olvida de que en los primeros años de Fangoria –su dúo junto a Nacho Canut, su eterno compañero de ruta desde la mítica época de Kaka de Luxe, luego con Los Pegamoides, y más tarde en Dinarama– se autoeditaban los discos, y lo que hacían para muchos ya no tenía interés comercial.
Si se le recuerda que la dificultad en cruzar el océano es algo que históricamente siempre han sufrido la mayoría de los grupos tanto de este como de aquel lado del Atlántico, aunque lo que sorprende en su carrera es que –más allá de sus momentos de más o menos éxito– siempre ha conseguido situarse en una posición expectante, Alaska aclara que en casa siempre todo es más fácil. “Porque no necesitas que nadie te saque un disco, o que te lleve a tocar. Sólo es cuestión de alquilar una sala, salir de casa, caminar un poco y subirse a tocar en un escenario. Es lo que hemos hecho durante todos los años menos luminosos, digamos, en el sentido comercial. Por eso no entiendo a los artistas que dicen: ‘Lo dejo porque no tengo cómo seguir’. Porque no es verdad. Lo difícil es dar saltos imposibles. Pero seguir es algo que siempre está al alcance de la mano: que no tienes discográfica, te sacas el disco; que no hay disco, lo pones en Internet; que nadie te contrata, ¡pues contrata tú el teatro! Hay que tener un poco de iniciativa, y arriesgar el mucho o poco dinero que tengas en cada momento”, remata esta suerte de Manual de Supervivencia Pop marca Alaska.
Pero hay un detalle fundamental que no está incluido en esa enumeración, y es el talento innato de Alaska para diversificar sus intereses dentro del universo de la cultura popular, manteniendo la curiosidad –propia y ajena– siempre despierta. “Es que es algo que me pasó desde el año uno de mi carrera”, confiesa. “Siempre me llamaron para ir a programas de televisión, y descubrí que eso de ser entrevistada es otro mundo, muy rico y muy enriquecedor. Y además te permite en un momento dado que todo esté apoyado en una cosa u otra. Algo que se ha acrecentado a partir de Fangoria, ya que con Nacho sabemos que somos los dos los que controlamos todo, pero al mismo tiempo queremos trabajar con gente muy distinta. Al principio, incluso, montamos una productora de video, o sea que el interés nunca ha sido sólo poner un grupo. Pero siempre fue así: en nuestro primer grupo, antes de ponernos a hacer música juntos sacábamos fanzines. Así que siempre nuestro interés ha ido más allá de la música, en el hecho de contar las cosas que te gustan o no, y dejarlas ahí impresas de alguna forma”, explica Alaska, que asegura recordar con curiosidad y satisfacción su época del Morocco, la discoteca que fundó en Buenos Aires. Porque, después de haber ido al programa de Susana para hablar de su emprendimiento, la volvieron a llamar para hablar de otro tema. “Me dije: qué bien, también me ven como comentarista”, recuerda. “Es que es algo que siempre me satisface, porque no soy de ese tipo de cantantes que tienen una vocación o unas aptitudes vocales tan, pero tan extraordinarias, que resulta inevitable que me dedicase a la canción. A mí todo me viene por otros lados. Por eso la estética es importante, y también lo que dices, cómo es un grupo, lo que cuenta, cosas que van más allá de la pura música”.
–Yo nunca me sentí atrevida (risas). De hecho, era bastante tímida. Por ejemplo, cuando filmé la escena de la lluvia dorada en Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, la película de Almodóvar, tenía 15 años. ¡Y ésa fue la primera escena que rodamos! Claro que me daba vergüenza, pero como todo el mundo era mucho mayor que yo, a mí me daba más vergüenza decir que me daba vergüenza. No se fueran a creer que era una niña. Así que, con esa excusa de que no se notara que daba vergüenza, he ido saliendo adelante...
–¡Pero es que la figura de la actriz o de la cantante avergonzada es lo que más vergüenza me da! Estas cantantes, que de repente se convierten al cristianismo o reniegan de todo lo que han hecho. Como Linda Lovelace, que murió de cáncer hace poco, y que como actriz porno pasó sus últimos años penando y pidiendo perdón a Dios por aquellas películas deliciosas, que aun hoy son una maravilla para la cultura pop. Espero que Amy Winehouse no haga nunca algo parecido. Yo todavía confío en Amy.
Absolutamente. Así se llama el noveno disco en casi dos décadas de la carrera de Fangoria, el que estarán presentando próximamente en el ND/Ateneo. Según explica su web oficial, esa palabra-título es en realidad una mezcla de dos palabras, absoluto y mente. “Corazón y razón, dos conceptos que siempre están enfrentados, sobre todo en nuestras letras”, asegura allí Nacho Canut. “Siempre hay una explicación más pragmática”, se ríe Alaska. “Lo que pasa es que queríamos que el título fuese una sola palabra. Y estaba la canción incluida en el álbum. Aunque no nos suele gustar mucho agarrar el título de una canción para ponérselo al disco, como era exactamente lo que queríamos, así quedó.”
Los productores de Absolutamente son Neal X y Tony James, nada menos que los fundadores de Sigue Sigue Sputnik. “Pero no sólo hicieron eso en su carrera”, se apura en aclarar Alaska. “Por supuesto que Sigue Sigue Sputnik, para Nacho y para mí, fue un grupo fetiche y revolucionario. Pero Neal y Tony forman parte de nuestra vida desde que somos adolescentes”, explica la cantante, y pasa a enumerar sus logros: integrantes primero del grupo punk Generation X, Tony pasa a formar Sisters of Mercy y Neal a trabajar con Marc Almond. “Nos interesa todo lo que hicieron en su carrera”, asegura Alaska, que confiesa haberles intentado sonsacar anécdotas sobre todo lo que han vivido y las personas que han conocido. “Conseguimos grandes chismes para disfrutar”, asegura. ¿Y no puede contar ninguno? “¡No debo! Tendrás que preguntarles a ellos. Pero lo que sí han dicho es que lo que les sorprendió de trabajar con nosotros es que teníamos edades muy similares. Creo que nos llevamos un año entre todos: yo soy la más pequeña, luego vienen Neal, Nacho y Tony. ¡Así que hemos vivido lo mismo! Los cuatro a los once años llorábamos con Gary Glitter, a los catorce estábamos viendo lo que estaba haciendo Billy Idol, aunque ellos estuvieran con él en Generation X, claro. Luego, al mismo tiempo, escuchamos Kraftwerk y mezclamos los sintetizadores con el rock, y así. Tenemos biografías muy paralelas, así que resultó que casi no teníamos que hablar para entendernos. ¡Como una pareja que lleva veinte años juntos!”
Desde la portada, la estética que enmarca el nuevo trabajo del dúo homenajea sin prejuicios al Andy Warhol de la Factory. Y Alaska tiene una explicación pragmática también para ese detalle. “Queríamos hacer una portada en blanco y negro, y en un principio sentimos fascinación por el blanco y negro de los ’50, porque no los vivimos”, explica. “Pero luego empezamos a pensar en los ’60, que todo el mundo recuerda en color, psicodelia y buen rollo. Y a nosotros nos interesa mucho más esos ’60 oscuros y en blanco y negro, con personajes menos políticamente correctos y más interesantes. Así fue como acabamos cayendo en ese mundo de la Factory.”
–Yo no fui a ninguna de ellas porque ya había pasado a mi etapa súper Siouxsie and The Banshees y renegaba de ese mundo. Todas me parecían unas imbéciles por querer hacerse una foto con Andy. Pero, dicho todo esto, tengo que confesar que nosotros tocamos para Warhol en esa visita. Lo hicimos en una fiesta privada, en una casa, y creo que se acaba de estrenar una exposición de Warhol en Buenos Aires, ¿no es cierto?
–Bueno, mi foto aparece en uno de los cuadros cosidos que hizo Warhol, y que forman parte de esa muestra. Y es una foto que está tomada en ese concierto. Así que mis seis grados de separación con Warhol son uno solo...
Fangoria toca el jueves 12 a las 22 y el viernes 13 a las 23.30 de noviembre en el ND/Ateneo, con el grupo Nancys Rubias como invitados. Entradas: desde 80 pesos.
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