> RYAN BINGHAM, LA REVELACIóN DE LA BANDA DE SONIDO
› Por Mariana Enriquez
Hay un momento de Crazy Heart en el que Bad Blake se pone a buscar esa canción esquiva que no intentó encontrar en muchos años. Cuando casi la tiene, le pregunta a su novia, Jean, si la conoce, si la escuchó antes. Ella le responde que le suena familiar. Y Bad Blake le dice que es una canción nueva, pero que ahora, porque a ella le suena familiar, sabe que es buena. Porque así se reconocen las buenas canciones: suenan como si uno ya las hubiera escuchado. Es la vieja teoría de Keith Richards, cuando dice que él no escribe canciones, sólo las sintoniza, porque están en el aire.
La canción en cuestión es “The Weary Kind (Theme from Crazy Heart)”, está nominada al Oscar y debería ganar sin discusión. Es la mejor de la banda de sonido de la película, pero está en extraordinaria compañía, todo gracias a T. Bone Burnett, el productor, un hombre de talento inusual: guitarrista de Bob Dylan en la gira Rolling Thunder Revue, tiene una carrera solista llena de discos notables, pero poco exitosos comercialmente. El gran público conoció su gusto exquisito gracias a su trabajo como productor que incluye logros como King of America, de Elvis Costello. Su gran salto, sin embargo, lo dio en esta década cuando produjo y escribió la banda de sonido de ¿Dónde estás, hermano?, de Joel y Ethan Coen. Desde entonces tuvo muchas perlas como productor, desde Raising Sand de Robert Plant y Alisson Kraus hasta la banda de sonido de I Walk The Line, la biopic de los años mozos de Johnny Cash y June Carter; entrenó como cantantes a Joaquin Phoenix y Reese Whiterspoon tal como en 1993 lo había hecho con River Phoenix y Samantha Mathis para la película country de Peter Bogdanovich, The Thing Called Love.
T. Bone Burnett, con las decisiones que tomó en la banda de sonido de Crazy Heart, le da alma y sentido a la película. Primero porque su estrecho colaborador en la composición de los temas originales fue Stephen Burton –a quien está dedicado el film–, un compositor texano que pasó gran parte de su carrera en la oscuridad, y que murió poco después de terminar el disco. Y también porque los temas ajenos elegidos pertenecen a músicos fundamentales del country & western ninguneados por el cada vez más conservador establishment de Nashville: artistas como Waylon Jennings o Townes van Zandt (que aparece con “If I Needed you”, una de sus mejores canciones), que vivieron vidas complicadas, en el límite, llenas de locura y adicciones. Vidas bastante más tumultuosas que la del propio Bad Blake. Crazy Heart es un homenaje a todos ellos, y una reivindicación de esos outlaw (Kris Kristofferson, Merle Haggard) que no se llevan el billete, pero se quedan con la gloria.
Jeff Bridges siempre cantó, y muy bien, pero T. Bone Burnett lo convierte en un cantante country de primera línea, especialmente en la evocativa “Hold on you” o la hermosa “Brand New Angel”. Hasta consigue que Colin Farrell haga un breve pero digno papel vocal. Sin embargo, el otro gran héroe de esta banda de sonido es el co-autor de la canción nominada al Oscar: Ryan Bingham. Que Burnett lo haya convocado habla de su impecable radar para detectar el nuevo (y crudo) talento. Bingham, que canta la mitad de las canciones del disco y tiene un pequeño papel en la película, es una especie de antídoto caminante contra el country “limpio”. No es, como Ryan Adams o Wilco, un músico al que pueda llamarse “alternativo”: lo que lleva demostrado en sus dos discos, Mescalito y Roadhouse Son, es un compendio de americana tradicional (más algo de influencia mexicana, al estilo de Calexico, pero más en bruto) que no tiene sofisticaciones, pero sí muchísima potencia y honestidad.
A los 28 años, Bingham parece más el personaje de una canción country que su autor. Nacido en Nueva México, crecido en el oeste de Texas, nómade en la adolescencia, Bingham siguió a su familia –un padre trabajador del petróleo, que viajaba allí donde encontrara excavaciones que lo contrataran; una madre adicta– hasta que no aguantó más los viajes constantes, ni las peleas, ni la cocaína acumulada por toda la casa. A los 17 decidió quedarse en la calle, y sobrevivió montando toros en rodeos con un grupo de mexicanos amigos (tenía alguna experiencia, porque su tío era un profesional de los rodeos y le había dado algunas lecciones). Su carrera no resultó larga ni exitosa: se rompió las dos piernas, la mano derecha, la muñeca izquierda y tres veces los dedos gordos del pie. Sus dientes también quedaron en el polvo: los que se ven son postizos (permanentes, pero postizos). Recuperándose de un accidente –mientras seguía sin casa y dormía en la parte de atrás de su camión– fue que agarró la guitarra y empezó a practicar. Lo primero que aprendió fue “La Malagueña”, cortesía de sus amigos mexicanos. Se hizo de un cancionero, aprendió acordes y tonos, y se reinventó como compositor. Sin embargo, nunca creyó que le iba a ir bien; por eso llamó a la banda que lo acompaña Dead Horses (“Caballos Muertos”). Después de mucho tocar sin un horizonte claro, Ryan Bingham consiguió una fecha junto a nombres como Joe Ely, Guy Clark, David Byrne. Ely lo apadrinó. Poco después el sello Lost Highway (casa de Ryan Adams, Johnny Cash, Elvis Costello, The Jayhawks, Morrissey) le ofreció un contrato. El resultado fue Mescalito (que tiene grandes canciones como “Southside of Heaven” o “Don’t Wait for me”) en 2007. Apenas tres años después, el joven cowboy sin futuro tiene una nominación al Oscar, y por una canción que merece los premios de los últimos diez años, por lo menos. El parece pavorosamente sorprendido y hasta dice que, por suerte, este año las canciones no se tocan en vivo, porque está casi seguro de que no podría subir a ese escenario moderadamente sobrio.
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