DVD > BAGHEAD O CóMO MATAR UN MONSTRUO DESDE ADENTRO
Su lanzamiento en dvd está opacado por un título berreta y bastante mentiroso: Noche macabra. En verdad, Baghead es una sátira sensible y aguda filmada por dos pesos sobre esas películas de supuesta sensibilidad y agudeza filmadas por dos pesos que en rigor son berretadas mentirosas del cine independiente que creció imitando al Festival de Sundance. Conclusión: los hermanos Duplass dan una lección de humildad y cine encaramándose en la cima de ese movimiento mumblecore del que nos advierten.
› Por Mariano Kairuz
Cine dentro del cine hay mucho y el truco ya cansa un poco, al punto de que a veces parece sintomático de una carencia de las películas actuales: como si para la gente que filma no hubiera una vida verdadera afuera del cine. En Baghead, la segunda y muy barata película de los hermanos Jay y Mark Duplass, hay cine dentro del cine desde el minuto uno pero su objetivo es loable: cargarse al nuevo cine independiente norteamericano, con sus tics, sus clichés, sus berretadas superficiales que buscan tantas veces pasar por cosa sensible y sondeo espiritual.
En el comienzo de Baghead sus cuatro personajes protagónicos asisten a una proyección en el marco de un festival de cine underground californiano. La función corresponde a una fantochada ridícula llamada Estamos desnudos, y al terminar la proyección la sucede la obligada sesión de preguntas y respuestas con el director. El tipo se para un poco canchero ante el público y cuenta que la película le costó mil dólares, aunque originalmente pensó hacerla por la mitad de dinero, que la filmó con luz natural y una camarita digital hogareña de sus padres, y que buena parte de la gente que participa en ella son en realidad extras involuntarios, víctimas de cámara oculta. La sensación que queda una vez concluida la presentación es que el auteur de Estamos desnudos pertenece a una generación que cree que la mentada democratización del cine que propiciaron las tecnologías digitales consiste en filmar cualquier cosa sencillamente porque se puede. No hace falta contar con un guión sólido, ni con buenos actores, ni conocimientos técnicos. Cualquier cretino puede hacer su película.
Y lo interesante de este planteo inicial es que lo hace justamente una película filmada con lo que se ha dado en llamar “micro-presupuesto” y que sus protagonistas, cuatro actores a quienes ya se les está pasando la hora y no consiguen ningún proyecto interesante, se sienten de algún modo inspirados por Estamos desnudos. No por sus logros narrativos, ni por su aprovechamiento de un presupuesto nulo, sino justamente por todo lo que tiene de chantada, porque les da esa impresión de que cualquiera puede hacerlo y presentarse a un festival. Enseguida deciden no perder más tiempo: ese mismo fin de semana los cuatro se recluirán en la cabaña que el tío de uno de ellos tiene en el bosque, y allí harán algo con lo que tengan a mano. Lo que sea; en lo posible una película que consiga sacarlos de su estancamiento.
Como lo que tienen a mano no es mucho más que ellos mismos y un ambiente propicio para una película de terror al estilo de El proyecto Blair Witch, no tardan en empezar a darle vueltas a la idea de una presencia misteriosa, la de un tipo con una bolsa de papel en la cabeza (la bag-head del título original). Un par de situaciones confusas les hace pensar que tal vez haya efectivamente alguien más rondando la cabaña, lo cual habilita un par de secuencias de un leve suspenso. Esto ha permitido que su actual lanzamiento directo en dvd (tras pasar por el festival de Mar del Plata 2008) lleve el equívoco título de Noche macabra. Y que buena parte de la prensa norteamericana apostara a slogans vendedores pero mentirosos, como que se trata de “Blair Witch según Cassavetes”, o de “el primer film de terror del mumblecore”. Siendo el mumblecore el movimiento indie al que están asociados los Duplass desde su film anterior, The Puffy Chair (una suerte de road movie sobre el traslado de un sillón, estrenada en 2005), y que en general representa a todo un grupo de actores y directores que a lo largo de la última década han estado filmando, con poco y nada de dinero, situaciones mínimas repletas de conversaciones intimistas a media voz (de ahí “mumble”: mascullar) y actuaciones bastante libradas a la improvisación. Los resultados de este método son por supuesto desparejos, pero han dado alguna que otra película notable, como Mutual Appreciation, de Andrew Bujalski, y títulos más o menos discutibles como los de Joe Swanberg (Hannah Takes the Stairs, Nights & Weekends), y Dance Party USA, entre otros.
Tras largas temporadas en las que el cine independiente norteamericano y Sundance, el festival que le ha servido de plataforma de lanzamiento durante los últimos 25 años, pasaron a ser vistos con desconfianza por la tendencia de muchos nuevos directores y productores a repetir las pequeñas fórmulas que cada tanto resultan redituables (entregando durante años imitaciones del primer Richard Linklater o de Tarantino), el surgimiento del mumblecore parece tener algo genuino para ofrecer. Al menos algunas de sus películas. Los logros de Baghead tienen más que ver con lo que logra captar de las relaciones entre sus protagonistas que con la subtrama de cine de terror: sus protagonistas son dos hombres y dos mujeres, y entre ellos hay una ex novia celosa, un enamoramiento frustrado y varios deseos cruzados, y en algunas escenas la expresión de estas relaciones y de las tensiones que se generan es absolutamente convincente. Bastante ayuda que sus actores sean, como sus personajes, gente que conoce la desesperación de estar viendo pasar el tiempo mientras sus anhelos de éxito y fama se les escapan de las manos. La más joven (y menos desesperada) es Greta Gerwig, protagonista también de las mencionadas Hannah... y Nights & Weekends, quien a los 26 años se ha convertido en lo más parecido a una estrella que haya salido del mumblecore. Este año coprotagonizó una película con Ben Stiller (Greenberg) y medios influyentes como el New York Times y la revista Interview le dedicaron notas con los mejores augurios. Gerwig es linda y a la vez más o menos corriente; tiene un natural encanto y una tendencia a exhibir su cuerpo desnudo con encantadora naturalidad. Un periodista del New York Observer la llamó la “Meryl Streep del mumblecore”, lo cual suena prometedor, sea lo que fuere que signifique.
Mientras muchos ponen fichas en ella, Gerwig ya dice que no piensa dejar de hacer las películas ultrabaratas de sus amigos; que no quiere perder esa “sensación libre de filmar algo sin saber cómo va a salir, y que cuando sale horrible no importa mucho porque igual no costó dinero”. Palabras similares a las que repiten los Duplass, quienes también acaban de debutar en el mainstream hollywoodense con Cyrus, su tercer largometraje, producidos por Jason Reitman, el “joven maravilla” a quien se adjudica haber llevado una supuesta sensibilidad indie a los estudios, con películas como La joven vida de Juno y Amor sin escalas. En su defensa, los Duplass declaran no haberse comportado nunca como ese farsante que presenta su mamarracho en el festival under al principio de Baghead. Según cuentan, antes de la que hoy consideran su primera película filmaron al menos otro par de largometrajes, pero les salieron tan mal que decidieron no mostrárselos a nadie, y por un tiempo se preguntaron si acaso lo que pasaba era que el cine no era para ellos. Que cunda el ejemplo.
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