PERSONAJES > PAZ DE LA HUERTA: JARMUSCH, SCORSESE Y MáS ALLá
› Por Mariana Mactas
Ella es un misterio. Una de las incógnitas que se encuentra Isaach De Bankolé, el imperturbable Hombre Solitario en The Limits of Control, la última de Jim Jarmusch. El tipo llega a casa y ahí está ella, una perfecta desconocida, como dios la trajo al mundo, excepto por unas voluminosas gafas negras que limitan con su flequillo. Una amazona, una sirena urbana de cabellera oscura y pocas palabras que habita la frontera entre el deseo y el sueño. El papel de Paz de la Huerta, nacida hace 26 años de duque extremeño y funcionaria de la ONU, se llama, simplemente, “Desnudo”. Y una, después de ver esta película tan rara (¿buena?, ¿mala?) que hasta Gael García Bernal parece un ignoto, se pregunta quién es esa chica voluptuosa y a la vez minimalista. Paz juega al juego de las escondidas paradójicas. Exhibe su cuerpo natural, de medidas relajadas, sin pudor y, a la vez, se mantiene parapetada, protegida detrás de los anteojos y el silencio.
El estreno del lunes pasado de Boardwalk Empire, la esperada serie de HBO producida –y dirigida en su primer capítulo– por Martin Scorsese, lleva a Paz del indie a la gran exposición. En el primer capítulo, brilló con su Lucy, la amante de Nucky Thompson (el gran Steve Buscemi, cuyo peculiar atractivo ya fue diseccionado en esta página). Esta vez, aparece oculta bajo una peluca rubia, maquillaje estridente y vestidos de los veinte, esos que impiden el uso de corpiño. Sus escenas de sexo neurótico –de nuevo desnuda, con su falta de implantes y sus formas alegres, esas que se permiten el placer de una rica torta de chocolate– estuvieron entre lo más divertido del lustroso estreno a cargo del director de Taxi Driver.
Entre una cosa y otra, Paz viajó a Japón para protagonizar el film Enter the Void, de Gaspar Noé, donde interpreta a una stripper. Y antes le dio cuerpo a Nico, una adicta al sexo en Choke, la adaptación de la novela de Chuck Palahniuk.
Paz es muy graciosa. Su presencia de formato diva italiana trae a la pantalla humor y sensualidad, irreverencia e intriga. La revista dominical del New York Times la puso en su tapa y aseguró que, en 2010, con la serie en el aire, “será imposible” no prestarle atención. Su belleza rotunda se combina con una absoluta falta de solemnidad. Quizá aprendida en las sesiones de fotos con Olivier Zahm, de Purple Fashion Magazine, que ocupa su diario online con imágenes de la morocha vista por el ojo de la cerradura (pasen y véanla de boliche en boliche y hasta haciendo pis, en purple-diary.com). O sobre la pasarela, como inspiradora de su amigo Zac Posen y modelo de Alberta Ferretti. O allá en la infancia, como niña actriz en Las reglas de la vida, del sueco Lasse Hällström. Tenía 14 y era una minipunk con el pelo teñido de blanco. Durante dos años, fue novia de Scott Weiland de los Stone Temple Pilots. Y se comenta que tuvo romances con Jack Nicholson y Orlando Bloom. También se hizo tiempo para fundar su productora. La llamó Paz y Amor.
Hoy, su potencial expresivo, pulido en clases del mítico Actor’s Studio, es aún incierto. Todavía parece formar parte del cine como una modelo de atelier pertenece a la historia del arte. Pero ya ha conseguido transformar a la musa inmaculada en una activa, impredecible, aunque también en fuga, escurridiza. Todos lo saben y ella también: si el deseo se cumple, desaparece.
Boardwalk Empire se estrenó el lunes pasado por HBO. Para quienes no tengan ese cable premium, no faltará mucho para que empiece a circular en dvd.
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