INTERNET > ALMODóVAR, BARDEM, ALMUDENA GRANDES Y MUCHO MáS EN EL VIDEO POR EL ESCLARECIMIENTO DE LOS CRíMENES DEL FRANQUISMO
› Por A. B.
En principio es una oscuridad, una voz que viene de ella, alguien que se anuncia: Me llamo Virgilio Leret Ruiz. Pero pronto empieza a verse que el rostro que trae esa voz seca y justa, que viene a decir unas pocas palabras, el rostro que estará sólo unos segundos a la luz, es el de Pedro Almodóvar. Soy aviador. Jefe de las fuerzas aéreas de la zona oriental de Marruecos. Me niego a apoyar la sublevación. Y al amanecer del día 18 de julio de 1936 mis compañeros me convierten en el primer militar asesinado por cumplir con su deber. No tuve juicio, ni abogado, ni sentencia. Mis hijas siguen buscándome. Hasta cuándo. Y entonces, a medida que vuelve la negrura, se oyen los tiros.
El video se llama Cultura contra la impunidad, dura poco más de nueve minutos, fue dirigido por Azucena Rodríguez y estrenado en España hace tres meses. Aquí pasó casi desapercibido. De la oscuridad, entre tanda y tanda de disparos, van apareciendo las caras y las voces, que dicen unos nombres: quince asesinados por el franquismo. Por ellos hablan quince personalidades españolas: Pilar y Javier Bardem, Maribel Verdú, Almudena Grandes, Aitana Sánchez-Gijón, Juan Diego Botto, Hugo Silva, Miguel Ríos, entre otros. Dicen: Soy maestra, republicana y directora de una escuela, tengo tres hijas muy pequeñas. Soy maestro herrador y tesorero del Círculo Obrero. Estoy sola con mis tres hijos, mi marido ha cruzado las líneas para luchar por la República. Soy el alcalde republicano de mi aldea; me detienen en agosto de 1936, mientras me estoy tomando un café. A finales de julio de 1936 me secuestran, me torturan, me asesinan. Mi hijo mayor me lleva comida hasta que un día le dicen que ya no hace falta: me han fusilado. Me fusilan el 5 de agosto junto a otras doce compañeras. Se llevan conmigo a uno de mis sobrinos; al llegar a un descampado me bajan de un camión y él puede ver cómo me violan dos hombres. Después me pegan un tiro y esconden mi cadáver. Un grupo de falangistas viene a buscarme. Me detienen durante unas horas con unos compañeros y me asesinan después. Nos fusilan y entierran nuestros cuerpos en una fosa común. No pude elegir un abogado, no pude exigir un juicio justo, y acabé en una fosa común. Mis familiares siguen buscándome. Mis familiares siguen pidiendo justicia. Mi familia sigue esperando justicia.
Hasta cuándo, pregunta, exige cada uno de ellos, al terminar. Un repaso por lo ocurrido sólo durante las últimas dos semanas en lo que atañe a la Memoria Histórica empieza a acercar respuestas: fueron exhumados cuerpos de fusilados durante el franquismo en fosas de Granada, Toledo, Cazalla de la Sierra (Sevilla) y Málaga. Al devenir del juicio contra Baltasar Garzón –promotor fundamental de las investigaciones– y el revuelo judicial que provocó la medida, se ha sumado la reapertura de la causa en la Argentina por los crímenes cometidos durante la Guerra Civil. “La democracia no puede seguir ignorando esta tragedia y caminando sobre el vacío –ha dicho Almudena Grandes–. Esto no es un ejercicio nostálgico, sino una llamada a la reflexión sobre el tipo de país que queremos ser.”
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