Sáb 30.04.2011
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ARTE > ARGENTINA PINTA BIEN EN EL MUSEO CASTAGNINO DE ROSARIO

Santa Fe siempre estuvo cerca

Arte de Santa Fe es la vigésima exhibición del proyecto Argentina Pinta Bien, uno de los más ambiciosos en materia de artes visuales de los últimos tiempos: el mapeo sistemático de la producción contemporánea en todas las provincias de la Argentina. Creado en 2003, tenía como objetivo demostrar que en el país se seguía produciendo arte después de la crisis de 2001. El programa ya registró todas las provincias, menos Buenos Aires, y ahora es el turno de Santa Fe. Con tres curadores y un afán panorámico, la exhibición es enorme e intenta la casi inabarcable tarea de dar cuenta del estado del arte contemporáneo en una de las provincias con mayor actividad y con una de las tradiciones artísticas más importantes del país.

› Por Lucrecia Palacios

Quien visite en estos días el Museo Castagnino en Rosario, poco va a poder ver de su acervo. El museo completo está tomado por Arte de Santa Fe, una muestra panorama que intenta dar cuenta en 200 obras de la producción santafesina en arte contemporáneo. La exhibición es enorme; la tarea, titánica, difícil y hasta –se diría– imposible. Como se sabe, Santa Fe es una de las provincias con mayor actividad artística del país. Sólo Rosario cuenta con dos museos muy activos, dos centros culturales con salas de exhibición y un puñado de espacios alternativos que conforman una escena rica y vasta en la que se mueven una multitud de artistas. Y algo parecido podría decirse de la ciudad de Santa Fe o de Reconquista.

A la amplitud del terreno se le suma la heterogeneidad de las propuestas que conviven en él. No llama la atención, entonces, que las curadoras (Adriana Lauría, Cecilia Fiel y Florencia Battiti) se pregunten una y otra vez en los textos del catálogo sobre las posibilidades de una curaduría, es decir, de un discurso que ordene las obras y proponga sentidos. Pero en vez de responder fijando criterios que permitan una selección de algunos entre tanto, se trabajó ampliando los conceptos que podrían funcionar de guía. Así, el “arte contemporáneo” nunca se discute en la muestra como categoría artística, y se traduce como criterio temporal. Es decir, es contemporáneo todo lo que convive en la misma época. Y santafesino cualquier artista que haya nacido o residido en Santa Fe, sin importar dónde desarrolla su carrera, en qué contexto ha crecido o, tan siquiera, su edad.

Adolfo Nigro Chiapas. Serie Papeles de Calyecat, 1996. Collage.

El panorama es, por cierto, abarcativo. Conviven en la muestra una obra de Enio Iommi de 2002 con las fotografías de la joven Laura Glusman, una serie en la que registra cómo el Paraná va destruyendo y devorando las casas de sus orillas. O las chapas soldadas en forma de pescado de Mariano Raffo con la video-instalación offside de Graciela Sacco, en donde se registra el inicio de una pelea. O incluso se presenta una obra, perteneciente a la colección del Macro, en donde Dolores Zinny y Juan Maidagan repliegan una madera sobre sí misma, generando un híbrido imposible entre un cuadro, un objeto y una instalación. La variedad de registros, temáticas y recursos parece sugerir que el arte de Santa Fe se caracteriza por su multiplicidad, una conclusión que podría ser interesante, si no le calzara en realidad a cualquier escena artística contemporánea.

Arte de Santa Fe es la vigésima exhibición del proyecto Argentina Pinta Bien, que organizan la Fundación YPF, el Centro Cultural Recoleta y su Asociación de Amigos. Se trata de uno de los proyectos más ambiciosos en materia de artes visuales de los últimos tiempos: el mapeo sistemático de la producción contemporánea en todas las provincias de Argentina. Creado en 2003, el nombre que se le dio marca su vocación federalista, pero también cierto tono legislador y de buena voluntad. Después de la crisis del 2001 y a mano de la reconstrucción institucional, el programa tenía como objetivo demostrar que en Argentina se seguía produciendo arte.

El programa ya registró todas las provincias, menos Buenos Aires. Más allá de la evidente difusión que realiza de las obras de los artistas, lo que motiva tanto viaje y exhibición es la necesidad de crear algún tipo de archivo que documente el estado del arte contemporáneo. Mucho del esfuerzo de cada muestra resulta en un catálogo que –se pretende– sirva en el futuro para dar una muestra cabal de qué obras se producían en determinado momento en determinado lugar. Son publicaciones gordas y bien ilustradas, que, en muchos casos, son el único documento existente de la producción de zonas como Formosa, Misiones, La Pampa o Jujuy.

Marcos Lopez Autopsia, 2005. Inkjet print.

Pero el caso de Santa Fe es diferente. La sola mención de Antonio Berni y de Lucio Fontana basta para colocar a Rosario en el mapa del arte argentino. Además, se sabe, la ciudad no fue sólo cuna de artistas, sino también un espacio importante de discusión y trabajo ya desde los años ‘30. A su regreso de Europa, Berni descubrió allí, en su Rosario natal, las huellas de la crisis económica y los tonos terrosos de Desocupados y Manifestación, las telas con las que inicia su período de Realismo Social. También Fontana pensó en su Rosario cuando desde Buenos Aires se despidió por un tiempo de las experimentaciones abstractas y empezó a trabajar en una serie de esculturas en bronce, grandes y pesadas como monumentos, en donde rememoraba y convertía en héroes a los pobladores del Litoral. Y a la lista se podría agregar a Enio Iommi, Juan Pablo Renzi, Graciela Carnevale o Norberto Puzzolo, ciudadanos ilustres de las artes plásticas argentinas que nacieron en Santa Fe.

En la exhibición, las resonancias de estas tradiciones aparecen en la obra de Nicola Costantino. En una de sus fotografías, se retrata como personaje de la famosa Primeros Pasos la obra de Berni en la que una costurera mira preocupada su trabajo mientras su hija ensaya los pasos de un ballet. Por su parte, Sebastián Pinciroli tajea una tela con sierras eléctricas, como si se tratase de un Fontana clase B. Y Puzzolo no necesita citas porque presenta una fotografía grande y misteriosa, en donde el humo que se desprende de los restos de una fogata se difumina entre la vegetación de un bosque.

Teniendo en cuenta la riqueza de la tradición artística en Santa Fe, por primera vez se eligieron tres curadores para que releven las distintas zonas de la provincia. Su tarea fue seleccionar entre todas las propuestas aquellas que considerasen indispensables para formar parte de una exhibición que se piensa como fotografía de época, un estado del arte en Santa Fe. La idea recuerda al modelo con el que Saussure fundó la lingüística como ciencia moderna: el “corte diacrónico”, es decir, una descripción del presente en donde los elementos a estudiarse quedan desligados del tiempo y no responden ni a un pasado ni a un futuro.

Norberto Puzzolo Los humos y los otros III, 2009. Fotografía.

Si bien las curadoras se entrevistaron con varios de los artistas, hay una intención de objetividad y despersonalización en la selección, una vocación aséptica de no interferir con aquello que se estudia. Para los investigadores del futuro, la muestra debe reproducir lo más fielmente las condiciones reales. Por eso, los curadores del programa son exteriores a la escena que retratan. Y también por eso la muestra tiene un marcado tono descriptivo. No se proponen hipótesis de lecturas, y más que obras, lo que parecen haber colgado es un listado de nombres. Marcos López presenta La Autopsia, la obra en la que ironiza sobre La clase de anatomía de Rembrandt. Pero si hubiese elegido otra, tanto da.

La calidad de las obras seleccionadas es, en su mayoría, intachable. Y vale la pena acercarse aunque más no sea para ver la video-instalación Linda vs. Tiburón de Mauro Guzmán, una remake paródica y excesiva de la película de Spielberg, o la contundente instalación de cruces que Mariana Tellería arma con marcos. La producción en Santa Fe, ya se sabía, es notable. Pero difícilmente el investigador del mañana atisbe en esta muestra alguna explicación sobre este fenómeno. Y quizá tampoco descubra nombres que no hubiese conocido por otros medios. En otras ediciones de Argentina Pinta Bien el programa documentaba por primera vez artistas y obras, pero para cualquier persona atenta a las exhibiciones en Buenos Aires esta muestra se recorre como un déjà vu. Y si a falta de otra definición el arte contemporáneo no es más que un circuito institucional, lo que sin dudas se desprende de Arte de Santa Fe es la estrecha relación entre las escenas porteña y rosarina. Pero eso ya lo sabíamos.

Arte de Santa Fe. Museo Castagnino + macro. Av. Pellegrini 2202, Rosario. Hasta el 23 de mayo de 2011. Abierto de miércoles a lunes de 14 a 20. Sábados, domingos y feriados de 14 a 19.

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