Dom 27.11.2011
radar

Escaparse de uno mismo

› Por Horacio “Gamexane” Villafañe

Cuando tenía trece o catorce años, iba de vacaciones a San Bernardo. Había una discoteca que se llamaba Sobremonte. En esa época, fines de los ‘70, lo más pesado que pasaban era “I Was Made for Lovin’ You”, de Kiss. Los que sonaban eran los Bee Gees y cosas por el estilo. Pero el disc-jockey, Juanjo, cuando terminaba el baile y cerraban las puertas, dejaba que algunos nos quedáramos a escuchar música. Un día dijo: “Escuchen esto”. Y puso “De nada sirve”. Y yo dije: “¡Guaaauuu!”. De movida, la letra me recontra repegó. Lógicamente, lo tomé como el Gran Tema del Rock, por su verborragia, por el estado de Moris al grabarlo. No sé si tenía una estructura previa armada o si fue una cosa desatada: una descarga. Está diciendo miles de cosas a la vez. Y todas son muy profundas.

En ese momento, de rock argentino escuchaba cosas como El Reloj, Pescado Rabioso y Pappo’s Blues. Fue justo por esos años que empezó una especie de caza de brujas con algunos músicos. Miguel Cantilo se tuvo que tomar el palo, por “La marcha de la bronca”. Y hasta Moris se tuvo que ir. El clima que se vivía en el país era siniestro. Quería seguir escuchando el tema y me compré 30 minutos de vida en vinilo. Se había grabado casi una década atrás, pero para mí era nuevo. Y ahí quedé totalmente fanatizado con “el tío Moris”. Hasta el día de hoy lo sigo admirando profundamente.

Enseguida pasé a su etapa en España, con Fiebre de vivir. Un disco súper rockero, que también me mató. Después volví para atrás y conseguí Ciudad de guitarras callejeras. Lo que me llegó de Moris fue su estirpe de bohemio de fines de los ‘60, muy porteño, con mucho tango en la forma de cantar y muy jugado en sus composiciones. Fue una época muy rockera y blusera, con Manal, La Pesada del Rock and Roll y Pappo’s Blues, que nunca más pudo ser igualada. Fue un síntoma de ese tiempo y de la frecuencia que agitaba el aire. Había un hambre que, de alguna forma, se regeneró en los ‘80 con la vuelta de la democracia y la explosión de bandas nuevas que aparecieron.

Verdad o no, uno de los mitos urbanos del rock es que Claudio Gabis tocó una guitarra para hacer los bajos en la grabación de “De nada sirve”. Y una vez escuché a Alejandro Medina contar que temas como “Avenida Rivadavia” o “De nada sirve” son de un momento donde había problemas para conseguir anfetaminas. “Avenida Rivadavia” habla un poco de eso, de caminarte toda Rivadavia en una noche de embole. Y “De nada sirve”, si la escuchás bien, tiene una aceleración infernal.

Moris también tiene otros temas geniales como “Pato trabaja en una carnicería”, “El oso” o “Ayer nomás”. Y varias de sus letras tienen un espíritu libertario: siempre habló de la libertad. Pero “De nada sirve” es muy especial. No conozco a ninguna persona dentro de lo que fue el protopunk en la Argentina que no considere que es un letrón. Siempre fantaseo con hacer una versión con Todos Tus Muertos, pero es tan buena la original que se hace muy difícil. Con ese swing que tiene, medio Ray Charles y otro poco de rockabilly. Es muy loco, pero la primera vez que escuché a los Stray Cats, un tema que se llama “Stray Cats Strut”, pensé: “Moris, tenés que hacerle un juicio a esta gente”. ¡Tiene el mismo comienzo!

La letra es larguísima. Pero, en cada párrafo, habla de algo concreto: “Son las tres de la mañana / los bares están cerrados, las mujeres duermen / los cines también están cerrados / la guitarra no se puede tocar / (...) Estoy muy solo y muy aburrido / ¿Qué puedo hacer? ¿Qué es mi vida?/ ¿Qué es este mundo? ¿Qué soy yo? / (...) De qué sirve escaparse de uno mismo”. Hay toda una cuestión existencial, de la soledad, ante un estado general de mierda y aburrimiento. Cosas a las que el punk rock también les dedicó sus buenas letras. Por eso creo que hay una especie de prenuncio en “De nada sirve” de lo que iba a venir después.

Para mí, Moris es una especie de Gardel vivo. Me encantaría parecerme a él; a veces trato de imitarlo. En un grupo que tuve, Responsables No Inscriptos, había una letra que cantaba yo, que decía: “No me gustó el jazz / ni el rock nacional / excepto Moris”. Ante todo, yo soy libertario y anarquista. Pero me gustaría ser presidente de la Argentina nada más que para cambiar el Himno Nacional. Y que el nuevo sea “De nada sirve”. Después de eso, largo el poder.


Este es el texto que Gamexane escribió en junio de este año sobre su canción favorita para la sección Fan de Radar. Gamexane fue un pionero del punk, guitarrista, y una de las seis personas presentes en el segundo show de Los Testículos, más tarde Los Violadores, en abril de 1979. Poco después fundó a los seminales Los Laxantes y más tarde Todos Tus Muertos, en cuyo primer disco estaba su clásico “Gente que no”.

También fue fundamental en el postpunk y el dark local como parte de La Sobrecarga, Los 7 Delfines –con Richard Coleman–, Responsables No Inscriptos y Los Sedantes, con Sergio Rotman, entre otros grupos. Murió en la madrugada del miércoles pasado por complicaciones de una hemorragia digestiva. Tenía 48 años.

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