Dom 27.01.2013
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ENTREVISTA > DOLORES AVENDAñO, LA ILUSTRADORA DE HARRY POTTER EN ESPAñOL, EXPONE EN EL MUSEO DE ARTE DECORATIVO

Una especie de magia

Cuando estudiaba ilustración en Rhode Island, Estados Unidos, dos profesores le sugirieron a Dolores Avendaño que se dedicara a otra cosa, que no era lo suyo, que no tenía el talento. Pocos años después, la ilustradora argentina es la encargada de las portadas de la saga de Harry Potter en español, quizás el trabajo de mayor visibilidad posible en el campo. Ahora muestra más aspectos de su mundo visual en una exposición en el Museo de Arte Decorativo, inspirada en parte por el edificio. Y habla de cómo se hace para combinar y retroalimentar la ilustración para chicos con el atletismo, su otra pasión profesional; o cuánto se parecen los paisajes de la imaginación a una ultramaratón en el desierto.

› Por Veronica Gomez

Quizás el trabajo más taquillero de la ilustradora y atleta Dolores Avendaño (Buenos Aires, 1968) sean las ilustraciones realizadas para las portadas de las ediciones en español de Harry Potter, de J. K. Rowling. Sin embargo, las ilustraciones de Potter son apenas una puerta de entrada a su universo, un universo delicado y frondoso, de ensoñaciones casi naïves y una ternura que escudriña los rincones más oscuros y diáfanos de la infancia. La exposición vigente en el Museo Nacional de Arte Decorativo da un testimonio sobresaliente de su versátil imaginario narrativo y condensa varias décadas de su trabajo, desde las ilustraciones de On Halloween Night, de Ferida Wolf y Dolores Kozielski, La liebre dorada, de Silvina Ocampo, hasta el El Arca de Noé, El mago de Oz y El Circo. La perlita de la muestra es una serie especialmente realizada para la ocasión, que llevó a Dolores a sumergirse durante un año en los entretelones del Palacio Errázuriz-Alvear. Como una médium que capta las voces animadas de tiempos pasados, Dolores trastrueca la suntuosidad de los espacios y objetos en travesura y fantasía.

¿Cómo surgió la idea de realizar ilustraciones a partir de espacios y objetos puntuales del MNAD?

–Esa serie se fue desarrollando de manera conjunta con el museo. Primeramente, a Elida Masson, jefa del Departamento de Extensión Cultural y Difusión, se le ocurrió que podía realizar una serie de ilustraciones en relación con el museo. Recorriendo el museo con ella, mientras me explicaba la historia y características de los diferentes objetos, se me ocurrió que en las ilustraciones podían aparecer esos mismos objetos escondidos y que se podía generar algo interactivo con los chicos: ellos tendrían que descubrir los objetos del museo en mis dibujos. En el Salón de Baile, por ejemplo, quedé fascinada con las cerámicas que están dentro de las vitrinas, y se me ocurrió que las tazas podían estar bailando en medio del salón. Y así empezó a correr mi imaginación.

Sos ilustradora y atleta. Profesional en ambas disciplinas. ¿Cómo y cuándo surgieron estas dos vocaciones?

–La ilustración fue lo que vino primero. Desde que tengo memoria me fascinaban las ilustraciones. Recuerdo que a los 5 o 6 años miraba libros ilustrados, principalmente cuentos de hadas, y que pensaba “cuando sea grande yo quiero hacer esto”. Y no sabía qué era “esto”. No sabía que era una carrera. Pero yo me veía creando esos mundos, esa magia. Inicialmente no leía los cuentos, sólo miraba las ilustraciones. Lo único que me interesaba de los libros eran las ilustraciones... Luego me fui metiendo con los textos. Finalmente, estudié Diseño Gráfico en la UBA, porque en ese momento en Argentina no existía la carrera de Ilustración. Y en cuanto terminé Diseño Gráfico fui a estudiar ilustración a Estados Unidos, en Rhode Island School of Design.

¿Y el atletismo? ¿Cuándo surge?

–En la adolescencia era vaga en cuanto al deporte. Sin embargo me visualizaba corriendo largas distancias y a través de la naturaleza. A través del paisaje. Y en ese momento no sabía que existían las ultramaratones. Cuando estudié ilustración en Estados Unidos, yo vivía entre Nueva York y Boston, donde hay dos maratones mundialmente muy importantes. Y yo me decía “algún día las voy a correr”. Pero en ese momento no corría más de veinte minutos. Y ya sentía que con eso había hecho un montón de deporte. Pero ya había empezado a rondar el sueño de correr. Cuando volví a Argentina, el día de mi cumpleaños número 30, me cayó la ficha de que si no empezaba a entrenarme nunca iba a correr la maratón de Boston ni de ningún lado. Y empecé a entrenarme. De cero.

ILUSTRACION PARA LA EDICION EN ESPAÑOL DE LA PORTADA DE HARRY POTTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL

¿Cómo fue empezar a esa edad, algo avanzada tratándose de atletismo?

–Al principio sufría. Veía que todo el grupo salía corriendo y yo me quedaba atrás. Antes de llegar al paisaje que había visualizado tuve que prepararme mucho. Entrenarme mucho. Lo mismo me pasó con la ilustración. En la universidad, en Estados Unidos, el nivel era muy bueno. Había un subgrupo de alumnos al que llamábamos “El regalo de Dios a la Ilustración”. La razón era que eran fenómenos. Yo los miraba y pensaba “qué están estudiando acá, ya saben todo”. Yo no estaba ni cerca de ese nivel. Yo era cola de ratón, ni siquiera estaba en cola de león. Pero sabía adónde quería llegar. Cuando realmente querés algo siempre va a haber pruebas en el camino. Como para ver cuánto querés realmente lo que querés. El hecho de que estuviera ahí, demostraba que algún talento debía tener. En ese momento tenía tres profesores. En el primer mes de estudio dos de los profesores me recomendaron que estudiara otra cosa. Que la ilustración no era para mí, que me iba a costar conseguir trabajo y que ese mundo era demasiado competitivo. Les di las gracias por el consejo y seguí estudiando. ¡Esa fue mi sangre vasca! Tenía muy claro lo que quería y sabía que era posible, más allá de lo que estuviera sucediendo en ese momento. Vivía encerrada dibujando. Y me gané el apodo de “mujer de las cavernas”. Después fui la primera en conseguir trabajo. Y no porque fuera la mejor. Fue la perseverancia.

¿Cuál fue tu primer trabajo?

–Después de montones de entrevistas conseguí el primer trabajo en una editorial en Manhattan, en 1994. Fueron las ilustraciones para el libro On Halloween Night que hoy son parte de la muestra del MNAD. Me acuerdo de que cuando salí de la entrevista con el trabajo –y normalmente no sucedía que te dieran el trabajo en la misma entrevista– caminé por la 5ta avenida de Nueva York, sintiéndome muy rara, hasta que me di cuenta de que estaba mordiendo el paraguas para no gritar. Y me reí mucho. Fue realmente impresionante. ¡Y después me encontré con la impresionante responsabilidad de ilustrar la historia!

¿Cómo definís cuáles son las imágenes que finalmente vas a plasmar en una ilustración? ¿Tiene que ver con las directivas que te da la editorial, con las del autor del texto?

–Eso varía de un libro a otro. Hasta ahora siempre he trabajado directamente con la editorial. Con quien trabajo es con el director de Arte de la editorial. Y varía muchísimo el grado de libertad que me dan. Por ejemplo en On Halloween Night tuve una libertad total. De hecho, el formato de la ilustración, que era muy apaisado, definió el formato del libro. El ejemplo opuesto es el de las portadas de Harry Potter. Mi trabajo estaba totalmente acotado. Esto tiene que ver con que ilustré sólo las portadas. No hice ilustraciones internas, cosa que me habría encantado. El otro día me preguntaron qué me encantaría ilustrar y justamente eso: el interior de Harry Potter. Porque creo que es una historia riquísima. Pero aun estando el trabajo acotado a las descripciones que hace del personaje la autora del libro, si vos te fijás en los diseños de las portadas de Harry Potter en las versiones de los diferentes idiomas, todas son distintas. Cada una tiene su estilo, su interpretación. Igual el editor me decía qué escena ilustrar para la portada...

Es una cuestión de mercado...

–Sí, es marketing. Pero en lo acotado igual hay libertad. A veces cuento esta anécdota que lo ilustra: en Estados Unidos, en la escuela, un profesor nos había dado un ejercicio que consistía en realizar una ilustración en tinta, en blanco y negro, con un formato específico, donde hubiera una viuda parada en el medio de dos tumbas que decían “Querido marido”, con una ciudad en el fondo. Todo definido. Sin embargo, entre los 25 alumnos no hubo dos ilustraciones iguales.

Entre las obras que exponés en el MNAD hay algunas que son fuera de serie, que no pertenecen a las ilustraciones que realizaste para libros. Llamó la atención especialmente una, donde se ve a un zorro de espaldas mirando a tres personas que atraviesan un desierto, un desierto que vos conocés muy bien...

LA LIEBRE DORADA DE SILVINA OCAMPO

–Sí, así es. De hecho uno de los personajes chiquititos soy yo. Era una carrera en el Sahara, donde en parte caminé y en parte corrí. Y había tramos que los hicimos de noche. Esa ilustración partió de una imagen mental de esa experiencia, no de una fotografía. Estuve en lugares muy especiales, muy mágicos y fantásticos... El desierto del Sahara en Marruecos, el Himalaya entre Nepal y la India, el norte de Mongolia, los Hielos Continentales entre Chile y Argentina. Son lugares extremos y son lugares que imagino como paisajes de cuentos para chicos. Hice algunos intentos de utilizarlos para ilustraciones, pero todavía hay una vuelta de tuerca que no logré dar.

Tu público es principalmente infantil. ¿Cómo definirías ese mundo infantil al que te dirigís?

–Los chicos me encantan. Pero creo que elegí la ilustración por mí, porque cuando ilustro necesito comprender el mundo en el que estoy. Creo que es un error hacer algo pensando en qué es lo que les va a gustar a los chicos. Realmente no sé lo que les va gustar a los chicos. Lo que sí sé es que si hay una conexión con el alma y un coraje para exponer esa conexión, los chicos lo van a percibir.

¿Algún paisaje preferido de los que has visitado?

–Cada uno tiene algo especial. Pero me impactaron mucho los Hielos Continentales. Llegamos a través del Glaciar Marconi. Eramos tres. Ibamos encordados, por las grietas. Es un paisaje imponente y sentís muy fuerte lo poderosa que es la naturaleza. Me encanta la naturaleza. Creo en Dios, en un sentido amplio. Y cuando estoy en la naturaleza siento la presencia de Dios.

¿Y la soledad?

–Cuando vas a lugares muy extremos es importante el equipo humano. Y esas situaciones extremas te pueden unir o dividir totalmente. En ese caso no había contención fuera de nosotros tres, no era una competencia. Fue muy abrumador. Sentí que había pasado mi límite. Hubo dos derrumbes. Sentí que podía morir. Estaba muy angustiada. No busco el peligro, sino la belleza.

¿Encontrás analogías entre el atletismo y la ilustración?

–Correr es bastante solitario. Pero es importante el equipo. En la ilustración es igual, los logros se alcanzan en equipo.

ZORRO DEL DESIERTO

Fantasía y realidad en el Museo
Ilustraciones de Dolores Avendaño

Del 6 de diciembre de 2012
al 24 de febrero de 2013
Museo Nacional de Arte Decorativo
Av. del Libertador 1902

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