Dom 17.02.2002
radar

CINE

Busco mi destino

Primero compró los derechos cinematográficos de los diarios del primer viaje que hizo el Che (en moto) por Latinoamérica. Después convenció a Ettore Scola para coescribir el guión, a Robert Redford para que fuera el productor y al brasileño Walter Salles para que se encargue de la dirección. Y finalmente se dará el gusto de hacer él mismo un documental sobre el rodaje, acompañando al octogenario Roberto Granados (el compañero del Che en aquel viaje) por los escenarios recorridos hace casi medio siglo. El italiano Gianni Minà cuenta a Radar cómo lo logró.

POR ALICIA MARTINEZ PARDIES

No tiene paz, ni la busca. Desde que decidió ser periodista, en 1959, el italiano Gianni Minà ha incursionado en cuanto rincón periodístico pueda imaginarse. A los veinte años fue colaborador del diario deportivo Tutto Sport; un año después ingresó en la RAI, para cubrir las Olimpíadas de Roma. Marcó con lenguaje propio sus transmisiones televisivas de ocho mundiales de fútbol, siete olimpíadas y más de cien peleas por títulos mundiales de box; realizó una Historia del jazz y otra del pugilato. A mediados de los 70, siempre para la RAI, empezó a alternar notas de box y el show-business norteamericano, con análisis de los conflictos sociales de las minorías de la época, y extensos reportajes a personalidades de distintos ámbitos y países, que signarían su carrera: David Alfaro Siqueiros, Muhammad Alí, Sergio Leone, Los Beatles, Jane Fonda, Gabriel García Márquez, Federico Fellini, Robert De Niro, Enzo Ferrari. En 1982, el presidente Sandro Pertini le entregó el Premio Saint Vincent al mejor periodista televisivo del año. Por esa época no había quien le negara un reportaje. Y entonces apostó más fuerte: en 1987 entrevistó durante 16 horas a Fidel Castro, en lo que devino un documental histórico y un libro (Un encuentro con Fidel) publicado en todo el mundo. Desde los diarios, la televisión y la radio de su país dispara opiniones políticas y culturales que generan adhesiones y odios continuos; publica libros periodísticos (El Papa y Fidel, Historias de América latina); filma documentales (Historia de Rigoberta, sobre la Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú; Marcos y la insurrección zapatista, presentado en el Festival de Venecia del 1996; El Che treinta años después y No seré nunca un hombre común, sobre Diego Maradona); dirige una colección de ensayos latinoamericanos titulada “Un continente desaparecido” y la revista literaria Latinoamerica e tutti i sud del mondo. Y hoy está una vez más en la Argentina. Porque, a los 63 años, Gianni Minà va por más: la filmación de Mi primer gran viaje (la historia del viaje iniciático del joven Ernesto Guevara y su amigo Alberto Granados, por Latinoamérica en motocicleta) con producción de Robert Redford, dirección del brasileño Walter Salles y supervisión general de Ettore Scola.

CUANDO EL CHE
AUN NO ERA EL CHE
“El personaje que escribió estas notas murió al pisar de nuevo tierra argentina. El que las ordena y pule no soy yo; por lo menos no soy el mismo yo. Ese vagar sin rumbo por nuestra Mayúscula América me ha cambiado más de lo que creí.” La fuerza de estas líneas escritas por el Che en esos diarios de viaje llevaron a Minà a adquirir, hace ya nueve años, los derechos cinematográficos del libro, con la idea de entusiasmar alguna vez a un buen director y un buen productor, y así cumplir uno de los pocos objetivos que aún no ha alcanzado: escribir un guión cinematográfico.
Desde que usted comenzó a pensar en este proyecto, se han rodado y estrenado varios films sobre la vida del Che, y publicado casi una decena de biografías. ¿Se puede aún resignificar su figura?
–Sí, y ésa es la apuesta de este film, porque será una película del Che cuando aún no era el Che. La idea que trabajamos tanto con Walter Salles como con Redford y Ettore Scola es la de un film de iniciación, un relato sobre el descubrimiento de una vocación, detonada luego de haber visto la injusticia explícita en un continente. Es decir, un relato donde estará en primer plano el ansia de aventuras y los ideales de dos jóvenes, Ernesto Guevara y Alberto Granados, explorando en motocicleta este continente.
En un primer momento de su proyecto, aparecía Luis Puenzo en el staff...
–Yo había soñado e intenté llevar adelante el proyecto con Puenzo. Hicimos todos los esfuerzos necesarios para conseguir financiación, pero no lo logramos. Este film no es costoso por el casting (que Salles aún debe definir) sino por las locaciones, que van desde la cordillera hasta la selva, y por los medios de transporte necesarios para llegar a lugaresmuchas veces insólitos. Después del intento con Puenzo, seguí trabajando con Scola el guión, hasta que hace dos años me llamó Redford, quien había leído el libro y después de haber indagado sobre la primera editorial que lo había publicado (Feltrinelli), me ubicó y me preguntó por qué lo había comprado. Le contesté que tenía el sueño de escribir el guión y de hacer un making of de la película durante el rodaje, llevándome conmigo al viejo Alberto Granados, quien con sus más de ochenta años me había dicho: “Mirá, sea como sea, quiero volver a recorrer esos mismos lugares. Si es en moto, mejor”. Redford me contestó que él sería no sólo el productor de la película sino de mi documental también.
¿Cuándo y dónde empezará el rodaje?
–En los próximos días nos reuniremos con Salles y Redford en La Habana para hacer la preproducción y definir las locaciones; y comenzaremos el rodaje el 2 de septiembre, primero en la Argentina, Chile y Perú.
Aunque sobran motivos para elegir a un hombre como Scola, ¿por qué razón en particular recurrió a él?
–Por un motivo muy simple: es quien escribió la mejor road-movie de la historia del cine, Il Sorpasso, con Gassman y Trintignant. ¿Quién mejor que él para narrar la crónica de dos jóvenes a la búsqueda de aventuras?

LATINOAMÉRICA, MON AMOUR
Al cumplir los cuarenta, Minà sintió que ya se había divertido bastante como periodista de deportes y espectáculos, y que era tiempo de ahondar en argumentos relacionados con lo socio-político, siempre latentes detrás de sus crónicas deportivas y de show-business. Así empezó a trabajar cada vez más con Latinoamérica, protagonista casi exclusiva de sus producciones televisivas, documentales y literarias de estas dos décadas.
¿Por qué Latinoamérica?
–Yo me haría más bien la siguiente pregunta: ¿cómo es posible que un continente capaz de regalar a la humanidad tanta literatura, cine, deporte, artes plásticas y música sea tan pobre? Y una respuesta obvia: Latinoamérica es víctima de una política que no decide, pero padece. Con esa pregunta, esa respuesta y el interés periodístico consecuente, comencé a proponer cada vez más proyectos referidos a esta tierra. Siempre con bastante esfuerzo para vencer la reticencia de los responsables de los grandes medios de mi país, a la hora de dar espacio a esta temática. Esta reticencia ha sido tan monolítica que hace un año decidí publicar, con mi esposa Loredana y un par de colaboradores amigos, la revista Latinoamerica e tutti i sud del mondo, para difundir todo el material que no lograba colocar en los medios. La intención inicial era ésa, pero en este primer año el proyecto generó apoyos muy importantes, desde el diseñador gráfico más importante de Italia, Piergiorgio Maoloni (que nos regaló el diseño de la revista), hasta la participación permanente de amigos intelectuales, como Dario Fo, Antonio Tabucchi, Frei Betto, Dacia Maraini... Así, cada tres meses me siento a editar una revista-libro de 250 páginas, que llega a más de cinco mil lectores.
La información negada es una de sus obsesiones.
–Sí, sobre todo en los últimos diez años. Cuando hacía televisión en la RAI me fui dando cuenta de que, por una singular toma de posición del periodismo moderno en general, más de la mitad del mundo había comenzado a desaparecer de los diarios y las pantallas, porque de una forma u otra develaban la responsabilidad de los países del llamado Primer Mundo en su manejo de las finanzas especulativas que rigen el destino del planeta. Pese a eso, en el 96 pude realizar el programa “Storie”, con un formato bastante inédito para la RAI: largos reportajes a personalidades de distintos ámbitos y países que por su prestigio o trayectoria eran testigos de su tiempo y podían contar su historia sin banalidades. De esa experiencia surgió el libro Historias de América latina (publicado ennuestro país por Sudamericana), donde están las entrevistas a Aleida Guevara (hija del Che), Hebe de Bonafini, Chico Buarque, Rigoberta Menchú, Jorge Amado, Eduardo Galeano, Luis Sepúlveda y Diego Maradona, entre otros descuidados por la prensa italiana que pasaron por ese programa.
Pese al nivel de audiencia que tenía, “Storie” fue levantado de la programación de la RAI dos años y medio después.
–Hacer ciertas elecciones profesionales significa, desde el vamos, batallar para que esos materiales lleguen al público, porque la censura democrática es muy sutil, pero muy férrea. Nadie dice “no me gusta lo que hacés” o “tu propuesta no nos interesa”. Las explicaciones son más eufemísticas: “Hemos cambiado la línea editorial” o “esto no es lo que la gente pide”. Para quienes dirigen grandes medios periodísticos, el público tiene la mentalidad de un chico de doce años, y a veces menos. Pero la realidad es otra: en el caso de las historias que a mí me interesan son fastidiosas para la conciencia de un mundo que es responsable de las tragedias del 80 por ciento de la humanidad.

PASIONES ARGENTINAS
Minà ama la Argentina, por una serie de razones: los italianos que se establecieron aquí, Piazzolla, Maradona, Susana Rinaldi, Pino Solanas y quien le justificó su pasión por el fútbol a través de la palabra, Osvaldo Soriano. “Tuve la suerte de conocerlo y hasta de invitarlo como enviado especial a las Olimpíadas del 96 para el Tutto Sport, que yo dirigía entonces. Lo llamé y le dije si le gustaría ir conmigo a Atlanta a cubrirlas. ‘Sí, claro’, dijo él. Cuando ya lo habíamos acreditado, me mandó un fax: ‘Gianni, la verdad es que Atlanta no me interesa mucho que digamos. Pero me encanta Nueva York. Si me mandás allá, puedo mirar las competencias por televisión y hacer reportajes. Ya sé que no es lo mismo, pero te juro que puedo inventar historias muy buenas’. ‘Va bene’, le contesté. Pero poco después me volvió a escribir: ‘Tengo algunos problemas personales que no me permiten realizar esa diversión intelectual que habíamos pactado. De cualquier modo, intentaré escribir algo para tu diario porque te ocupás de una causa noble: el fútbol’. Con el correr de los meses me enteraría cuán serios eran esos problemas personales (Soriano ya estaba peleando contra el cáncer que se lo llevaría en febrero del 97). Lo extraño y me falta mucho en cada visita que hago a la Argentina.”
¿Qué visión tiene sobre lo que está ocurriendo en el país?
–Si pienso en la gente que está movilizada, resistiendo y proponiendo alternativas, soy optimista: porque un pueblo así, una cultura así, no puede terminar de esta manera, sin luchar y sin esperanza. Ustedes tienen frente a sí un problema que nosotros los italianos hemos experimentado en carne propia: reeducar a los gobernantes. No sé quién lo logrará primero, si ustedes o nosotros. El caso de la Argentina es dramático: ante el mundo entero, lo que falló es la elección extrema del neoliberalismo, tanto en los dos menematos como en el gobierno de De la Rúa. Se trata de un fracaso rotundo del capitalismo, como lo fue en su momento el del comunismo. Los cuatro grandes “campeones” del neoliberalismo en esta región (Carlos Salinas de Gortari en México; Fernando Collor de Melo en Brasil; Alberto Fujimori en Perú y Menem en la Argentina) terminaron con causas judiciales. Lo que lleva a una conclusión más bien incuestionable: ¿no será que el neoliberalismo produce solamente ilegalidad?

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