PERSONAJES. EL REGRESO DE MACHETE Y SUS CHICAS MALAS
› Por Mariano Kairuz
El encuentro, uno de los más productivos y prolíficos del cine mexploitation (es decir, de acción y desvergonzada explotación de arquetipos latinos en el off Hollywood), sucedió hace unos veinte años. Robert Rodriguez estaba preparando el casting de La balada del pistolero, cuando este hombre con una fea cara de piedra entró a su oficina. Sí, Rodriguez había hecho apenas una película, El mariachi, pero le había ido tan bien que ya tenía una oficina en Hollywood. En ese primer encuentro, Rodriguez le dijo al hombre de la fea cara de piedra: “Me recordás a los chicos malos del colegio”. A lo que el hombre de la fea cara de piedra le contestó: “Yo era esos chicos malos del colegio”.
Desde entonces, Robert Rodriguez y Danny Trejo trabajaron juntos en once películas, y contando. Es probable que la mayoría de sus seguidores comenzara a registrar esa jeta a partir de Del crepúsculo al amanecer, donde era el hombre de la barra de aquella cantina del infierno, el Titty Twister. Rodriguez vio en él, en este ex asaltante de comercios, ex convicto de San Quintín y Folsom, drogadicto recuperado y católico convencido, no sólo la amenaza de esos rasgos duros tallados como a martillazos, sino también cierta cualidad de recio clásico, a lo Charles Bronson, y lo siguió convocando para hacer personajes de nombres cortantes como Razor Charlie o Navaja. Y, eventualmente, Machete, porque, como siempre le dijo, algún día, después de decenas de papeles secundarios de reo, le llegaría su propio protagónico.
A lo largo de estos veinte años, Rodríguez siguió perfeccionando su método, lo que no quiere decir que sus películas sean mejores, sino que cada vez se mimetiza más con aquel cine al que siempre admiró, homenajeó, imitó y parodió. Como todos sus seguidores saben, la saga Machete se inició como un chiste, pero ya no puede parar. Un falso trailer para una parodia/homenaje en el que confluían en clave tex-mex el cine de explotación clase Z, las aventuras de súper acción, el vengador anónimo y James Bond para tiempos de carteles y Zetas y francotiradores republicanos en la frontera texana. La publicidad de una película que no estaba destinada a existir (más que como complemento de su doble programa clase B, Grindhouse, diseñado junto a su amigo Tarantino), pero que se convirtió en un fenómeno compulsivo en YouTube. Rodríguez siguió filmando como más le gusta –rápido y barato– y consiguiendo la participación de las superestrellas más millonarias por poco o nada de dinero a costa, en ocasiones, de toda lógica argumental y eventualmente no le quedó otra que hacer Machete de verdad. Con el hombre de la fea cara de piedra, por supuesto, en su primer protagónico tras 180 películas.
Y ahora, en unos días más, podrá verse Machete Kills y lo que empezó como un chiste ya es una máquina imparable, que arranca con la promesa de una tercera película: Machete en el espacio (Machete Kills Again... in Space). Ahora que ya hizo el trailer, probablemente se sienta obligado a filmarla, para que ese trailer no quede huérfano, aunque todo el asunto no tenga mucho sentido: Machete Kills es ya una colección de orgiásticas ideas sueltas, algunas muy divertidas, sin mucha cohesión entre ellas, cuyo único fin parece ser una apuesta de Rodriguez contra el sistema en tiempos de cine careta: “¡Miren lo que me pagan por hacer!”.
Entregado con intensidad y sin freno a la elaboración de placeres culpables, vuelve a convocar –como ya lo hizo con Robert De Niro en la primera película– a varias estrellas clase A, y éstas responden: un mismo personaje –El Camaleón– es interpretado por, entre otros, Cuba Gooding Jr, Antonio Banderas y... ¡Lady Gaga en su debut en el cine! Como ya lo había hecho con Lindsay Lohan en Machete, acá hay no uno sino dos chicos descarriados de Hollywood: Charlie Sheen –acreditado como Carlos Estevez– es el presidente de EE.UU., y Mel Gibson un villano megalomaníaco y hi-tech a la manera de los de 007. La nueva estrella oscarizable llegada desde el sur del Río Grande, Demián Bichir, hace de un mostrenco bipolar (revolucionario comunista un día, narco despiadado al siguiente). Y las chicas son más malas, pero están más buenas que nunca: Amber Heard (como Miss San Antonio), Alexa Vega (la nena de los Mini Espías, que creció), Vanessa Hudgens (que, como en Spring Breakers, sigue trabajando para sacudirse el aura de santurrona que se pegoteó en High
School Musical); honrando sus personajes del film anterior, vuelven Jessica Alba y Michelle Rodriguez, y, a la cabeza de un cast de muñecas bravas dignas de Russ Meyer, se erige la colombiana Sofía Vergara, alias Madame Desdémona, que sale a la carga con sus sorprendentes tetas-ametralladora y, cuando las circunstancias lo requieren, con un adminículo letal que Rodriguez ya usó en otras películas: la pistola pélvica de doble tambor.
Siendo Trejo el héroe más orgullosa-mente feo del cine de acción actual, y Machete Kills la película en la que nada importa y todo explota que es, Rodríguez y compañía se bancan todas las acusaciones que quieran hacerles: su puesta en escena indiscriminada de achuramientos, decapitaciones y otras bestialidades es tan delirante que la violencia se convierte en otra cosa. Por ejemplo, en un artificio autoconsciente. Y no se atrevan a tildarla de machista, si las suyas son las chicas hermosas con más pelotas –figurativa y hasta literalmente– de todo el cine contemporáneo.
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