TELEVISIóN. DEL CREPúSCULO AL AMANECER: VUELVEN LOS VAMPIROS AZTECAS DE ROBERT RODRIGUEZ
› Por Mariano Kairuz
Hace ya veinte años que Robert Rodriguez entró en Hollywood haciendo ruido y empezó a afianzarse como el tex-mex que filma rápido y barato películas desvergonzadamente sangrientas y divertidas, perfectamente comerciales y habladas en inglés, pero con personajes hispanos reconocibles. Con ese mismo espíritu, y el apoyo del Congreso estadounidense –que se encuentra en plena campaña para afianzar la integración cultural de los latinos del país–, hace unos meses Rodriguez lanzó El Rey Network, su propio canal de televisión, que en un principio se alimentó de programación vieja pero afín a su perfil de género, con repeticiones de Los Expedientes Secretos X y Starsky & Hutch, entre otras series. Y que desde hace unas semanas está estrenando producciones propias. Pronto llegará a su pantalla, promete, Matador, una serie sobre una suerte de “James Bond latino”, creada por Roberto Orci, el productor y guionista mexicano del momento, el tipo que escribió el nuevo Hombre Araña, Star Trek, Transformers y más. Pero antes, un poco de tequila.
El primer gran lanzamiento de El Rey será, como corresponde a su auteur, pura explotación de marca: una serie basada en Del crepúsculo al amanecer, franquicia favorita de Rodriguez y su amigo Tarantino. Y si los veintipico de años transcurridos desde El mariachi no son nada, 18 es menos que nada: fue en 1996 que el estreno de From Dusk Till Dawn, con su truculenta historia de vampiros en la frontera mexicana, terminó de convertir a estos dos en los niños prodigio del cine independiente norteamericano, dándole uno de sus primeros papeles notables al todavía galancete televisivo George Clooney y, de paso, inventando a Salma Hayek. Hoy un film de culto que, dice el ecléctico y speedy Rodriguez, sigue siendo el preferido de sus fans. Así que, una que conocemos todos para arrancar con la programación “original” de El Rey; diez capítulos (y una segunda temporada en marcha) que repiten, reelaboran parcialmente y expanden el argumento desquiciado de aquella película, ampliando, promete el director y productor, la mitología fantástica mesoamericana del film, sus vampiros aztecas y mayas y la fuerza sobrenatural que puja debajo de la fronteriza cantina de mala muerte que abre sus puertas, como ya sabemos, toda la noche.
Acá la serie –cuyo episodio piloto y otros tres más fueron dirigidos por el propio Rodriguez– puede verse desde la semana pasada por la plataforma Netflix, que también posee los derechos para sus repeticiones en EE.UU.
Los primeros dos capítulos aparecen surcados por múltiples guiños a los fans de Tarantino y Rodriguez, como las hamburguesas Big Kahuna (que están también, por ejemplo, en Pulp Fiction), pero la crítica norteamericana los recibió con un par de quejas: la principal, que estira innecesariamente la misma cosa que ya vimos hace tanto y tan poco. Por ejemplo, los brutales primeros diez minutos de la película, aquellos en los que hacían su entrada en escena los hermanos criminales y en fuga Richard y Seth Gekko (DJ Cotrona y Zen Holtz en papeles que pertenecieron a Clooney y Tarantino), se ven elastizados a 45 sin que se agregue mucha sustancia argumental que digamos. Don Johnson le pone algo de onda al Texas Ranger Earl McGraw, un personaje que interpretó el muy buen secundario Michael Parks en varias películas de Tarantino (como Kill Bill y A prueba de muerte), y Rodriguez, secundado por Jesse García como su compañero ranger. La novedad es que, si la película era como dos films en uno –primero, un thriller criminal on the road que devenía abruptamente una segunda parte de encierro y chupasangres–, ahora los elementos sobrenaturales se manifiestan de entrada, desde el prólogo, en el que una mujer indígena es arrojada, por los suyos, aparentemente, a un pozo en el que es devorada, estrangulada y violada por serpientes. Erotismo y terror sin sutilezas, como le gusta a Rodriguez.
Lo que nos lleva sin vueltas a lo que de verdad importa: Santánico Pandemonium. Todos recuerdan la danza sensual y demoníaca que este diablo con caderas y una serpiente montada alrededor de sus brazos desplegaba en el sórdido Titty Twister del film: una breve pero intensísima secuencia que hizo de Salma la mexicana más caliente en Hollywood para los ’90. Bueno: ahora es el turno de Eiza González Reina –cantante y actriz del DF, nacida hace 24 años y lanzada a la popularidad hace menos de una década por la telenovela adolescente Lola... Erase una vez y por la remake mexicana de Floricienta–, ella deberá calzarse esas botas, nada menos. Y a ella le corresponde esa escena inicial de sacrificio en el serpentario, y ahí va, otra tex-mex hirviente para devolverle el pulso a un cine cada vez más frío y deserotizado. O eso esperamos.
“La oportunidad surgió cuando el operador de cable ComCast comenzó a montar estos canales”, contó Rodriguez en las entrevistas promocionales. “Yo ya tenía una carrera completa en cine, pero tuve mis razones para saltar de inmediato a este proyecto: tengo cinco hijos que son hispanoamericanos angloparlantes, y sé que no se ven representados en la televisión, que no tienen a nadie en la TV que muestre qué es ser hispano hoy en EE.UU. Creo que esto no se había hecho antes en televisión: crear un canal mainstream que apuntara al creciente público latino que habla en inglés. Que es lo que yo he estado haciendo en todas mis películas: nadie piensa en La balada del pistolero o Sin City o Mini espías como films hispanos, pero lo son; sólo que pueden ser disfrutados por cualquiera.”
En el fondo, lo que de verdad parece animar a Rodriguez es su espíritu renegado de siempre, el de un tipo que aunque aprendió a jugar en primera para los estudios, nunca dejó de proteger celosamente su independencia. Para Rodriguez –siempre rápido y barato–, la idea de pasarse tres años presentando un proyecto ante ejecutivos televisivos, para que meses después le aprueben el guión, otros tantos meses más tarde le encarguen la producción de un piloto y eventualmente le pidan (o no) una temporada de seis o trece capítulos, es aberrante. Pura burocracia. Mientras El Mariachi llega también por estos días al cable pero sin su venia –coproducida por Sony y la colombiana Teleset para sumarse a la oleada de narco-telenovelas del momento–, Rodriguez sigue haciendo lo que le gusta al ritmo que le da la gana: películas con tiros, sangre y sexo como las que lo llevaron a filmar en su juventud. Un programa perfecto para perderse desde que el sol se pone hasta que vuelve a asomar.
Del crepúsculo al amanecer: la serie puede verse en Netflix, con estrenos semanales.
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