FOTOGRAFIA Desde hace casi quince años, el fotógrafo vasco Oscar Fernández Orengo viene retratando, con una cámara analógica que da como resultado imágenes panorámicas, a directores de cine españoles y latinoamericanos. Los retrata en sitios especiales para el protagonista, nunca en sets ni en lugares de trabajo. Y así fue armando una arqueología y memoria del cine en español que mezcla a realizadores famosos como Pedro Almodóvar o Alex de la Iglesia con directores de culto. En la muestra Cineastas contados que se puede ver en el Museo Larreta, Fernández Orengo presenta cincuenta de estos retratos, una colección íntima y obsesiva que mezcla célebres con olvidados.
› Por Angel Berlanga
Oscar Fernández Orengo lleva retratados desde 2001 a más de cuatrocientos directores de cine de Iberoamérica, y va a por más: lo suyo lleva a pensar en un proyecto de construcción sin horizonte a la vista y, también, en la potencia de una consigna. El fotógrafo de los directores de cine. Este vasco de 41 años que vive en Barcelona se decidió de arranque por el uso de una cámara (analógica) Hasselblad XPan, que propicia unas imágenes panorámicas de un apaisado acentuado. “Es una arqueología y memoria del cine español y latinoamericano”, dice por teléfono desde su casa. Por estos días puede verse en el Museo Larreta una parte de su trabajo, una serie titulada Cineastas contados, compuesta por cincuenta retratos de directores nacidos en España, entre quienes están Pedro Almodóvar, José Luis Cuerda, José Luis Garci, Icíar Bollaín, Mar Coll, Alex de la Iglesia, Montxo Armendáriz, por citar a unos cuantos. La exposición incluye, además, a cuatro directores argentinos: Héctor Olivera, Pablo Trapero, Jorge Polaco y Lisandro Alonso. “Cada vez que viajo veo si puedo hacer más fotos, así que cuando fui a colgar la muestra allí aproveché para fotografiar a Luis Puenzo, a Bruno Stagnaro y a Ana Katz”, explica Fernández Orengo.
En términos de composición, el retrato en formato panorámico ofrece en esta muestra una variante que, por lo general, lleva a indagar en el otro lado, esto es, el protagonista en las dos terceras partes de las fotos situado hacia un costado, y un abanico de posibilidades sugiriendo correspondencias, contrastes, perspectivas, del otro. Por citar un caso: algo del disloque en las piernas y los brazos de Alex de la Iglesia, sentado en la primera fila del cine Doré de Madrid, parece dialogar con el extremo de una escalera a su izquierda, con el piso inclinado, con los paneles desalineados de fondo. Apunta Fernández Orengo que le es fundamental que los retratados elijan el sitio en el que quieren ser fotografiados, y que por lo general esquiva los rodajes y los festivales, en búsqueda de escenarios con cierta tranquilidad y sentido para ellos. “Lugares vividos o espacios llenos de nostalgia –señala–. Al lado de una ventana, en una tienda de comics, al lado de su biblioteca, cerca de su gato, en el hall de un teatro, a la orilla del mar, en una fábrica abandonada, en un parque con columpios, en un bar de barrio, en compañía de su hijo, en una habitación deshabitada o en una terraza con la ciudad a la altura de los ojos. Generalmente escogen sus hogares, sitios que habitualmente son un reflejo de su personalidad y nos aportan mucha información acerca de su vida. En otras ocasiones se trata de lugares íntimos o que han formado parte de su infancia.”
Como Daniel Mordzinski, cuyos retratos de escritores en clave descontracturada o casi de comedia le han dado una identidad, Fernández Orengo ha forjado la suya a partir del formato, del oficio de los fotografiados y, acaso, de la seriedad con la que los muestran las imágenes. “La pasión de mi vida es el cine –dice al otro lado de la línea–, incluso empecé estudiándolo, y de hecho en lo sentimental me considero más cerca del cine que de la fotografía. Que sí, me fascina, aunque te digo, me tira más ver películas que exposiciones. Y bueno, he asumido este rol de documentar, de hacer esta gran memoria, esta colección, que nadie había hecho hasta ahora. Algunos periodistas han ido retratando cineastas, pero no de la manera en que yo me cuelo en sus casas, en sus espacios, en su intimidad.” Fernández Orengo subraya el rol difusor de su trabajo, que la muestra reúna a tipos como Almodóvar con directores de culto, de una o dos películas, u olvidados, porque hace mucho que no filman. Debajo de cada imagen, en el Larreta, hay un cúmulo de información sobre cada retratado. La perseverancia para conseguir una foto a veces le lleva años. El caso de Fernando Birri, por ejemplo, a quien fotografiará dentro de unos días en Roma.
Cuenta Fernández Orengo que se decidió por el blanco y negro por las faenas de varios autores que admira, Avedon, Frank, Cartier Bresson, con los que, dice, ha aprendido a mirar. También incidió en la elección la versatilidad, porque intuía que en algunas situaciones tendría poco tiempo para tomar las fotos. La Hasselblad con la que trabaja recién había aparecido cuando comenzó su proyecto: la vio parecida a una Leica y eso lo conectó, por su formato panorámico, con los paisajes de Josef Koudelka. “Dentro de la fotografía, el género que más me gusta es el retrato, por el contacto con la persona –dice Fernández Orengo–. Y con mi pasión por el cine, era obvio que iba a hacer retratos vinculados a eso. El reto, entonces, fue cómo hacerlos en un formato inusual, como el panorámico. Otro fotógrafo que me gusta mucho, Arnold Newman, usaba una cámara con mucho angular y solía retratar al personaje en su mundo, al que arregla autos en el taller, al músico en el piano, y trabajaba muy bien la composición del espacio y la figura”. Cuenta que cuando hizo su primera foto, ya con una conciencia de proyecto, probó con esa cámara y se sintió muy cómodo. “Pienso que ha sido un acierto, porque eso le ha dado un sello particular. Es decir, todo el que ve un retrato de cineasta en formato panorámico dice éste lo ha hecho Oscar. El marcar un estilo en tu fotografía para mí es lo más difícil. Que vean una foto y reconozcan al autor es lo más bonito que te puede pasar.”
La muestra Cineastas contados puede verse hasta el 11 de mayo, en el Museo de Arte Español Enrique Larreta, Juramento 2291. La entrada cuesta $ 5, y los fines de semana se complementa con un ciclo de cine. Hoy a las 17 se proyecta También la lluvia, de Icíar Bollaín.
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