FOTOGRAFIA Tres artistas se reúnen en una muestra que busca explorar las penumbras y, al mismo tiempo, sus obsesiones. Andrés Blasina, Lihuel González y Estefanía Landesmann encuentran en la exposición conjunta La promesa de la sombra una manera de unir la excelencia técnica con el misterio.
› Por Romina Resuche
En su ensayo que derivó en un manifiesto de estética japonesa, Junichiro Tanizaki elogió la sombra por su capacidad de enmarcar la belleza y destacarla o simplemente embellecer algo por su sola presencia. En su texto, el escritor describió con detalle la profundidad y la sobriedad que un objeto corriente o una acción trivial pueden adquirir en la penumbra.
Tres artistas cercanos y recientes hacen uso de su costumbre por la sombra para exponer algunas piezas que hacen a su búsqueda fotográfica. Lihuel emplea la diversidad de las sombras para fingir cómo luciría un recuerdo; Estefanía Landesmann traduce el barroco en una imagen actual y cotidiana. Andrés Blasina, en cambio, toma la penumbra para descontextualizar objetos artificiales y evitarles, en un retrato, la vulgaridad de su función.
En el último piso de la Galería Artexarte, unas pocas obras contundentes en tamaño, bellas en su formato y misteriosas en su contenido, habitan el espacio con una iluminación acorde a la búsqueda conceptual. La dinámica entre los objetos y el lugar devuelve una armonía apta para adentrarse en una atmósfera que permite experimentar y no sólo observar las piezas que componen la puesta.
Unos meses antes de la existencia de esta muestra compartida, el camino de cada uno de los artistas se unió en una clínica de obra. Allí, uno de los mentores (Marcelo Pellisier, curador de esta exhibición) vio en las fotos de Landesmann la preeminencia de la sombra. El proceso de González se acercaba estéticamente al mismo borde con la obra Anamnesis. Y a su vez, Blasina era invitado a profundizar en el costado sombrío de sus imágenes para terminar de amalgamarse conceptualmente con sus compañeros de cursada. Una vez sintonizados, continuaron sus líneas de obra hasta desarrollar esta propuesta expositiva.
Como una síntesis de su trazo artístico, González avanza con Anamnesis sobre su intención autoral, basando en el retrato y en la instalación la intimidad necesaria para lograr el efecto sensorial que su performance pide. Al agregar la sombra y aplicarla a la idea borrosa del recuerdo abre un campo nuevo a su mirada. Los paisajes melancólicos que comandaban su portfolio le dieron lugar a la figura humana desde el ojo de quien extraña y rememora. La imagen fingida de cómo luce la memoria de un ser amado ajeno en la retina es el impulso que encierran sus cajas negras.
Blasina, ante el pie forzado de la sombra, aplicó con mayor énfasis la técnica y reforzó así el sentido de su ejercicio. Su fotografía anterior a esta serie le habilitaba cursos de obra múltiples, asociados al recorte de figuras y a la creación de atmósferas, elementos presentes también en este trabajo en el que no da vida a objetos inanimados de uso diario, pero sí logra, ensombreciéndolos, que brillen en la existencia de sus grotescos materiales. Su aporte concluye con un video, que se proyecta en un cuarto aparentemente abandonado al final del salón. Un video que muestra literalmente la búsqueda del efecto sombra.
Landesmann ya estaba en la ruta del claroscuro. Más que buscar la sombra, la artista se ocupó siempre de encontrarla en situaciones casuales y atemporales. Sin escenas montadas para la ocasión, el día a día le aporta la materia prima de luz y oscuridad necesarias para lograr sus climas cercanos al barroco. Algo de impronta femenina se mete en sus fotografías, como si fuese un universo sobre-explorado que es preciso remarcar.
Experimentar el paso por esta muestra prueba que contextualizar y conceptualizar son herramientas positivas para mejorar los procesos artísticos, más allá del ideal expositivo que pareciera demandar el mercado. Y explica también la importancia de un criterio curatorial que aúne fuerzas y latencias de talento para salir del sinsentido de lo colectivo como la acción de juntar aleatoriamente piezas para un rompecabezas imposible de armar.
Lo ensombrecido encuentra referencias en toda la historia del arte. Y desde Vermeer hasta Phillip Lorca di Corcia, el enigma que el uso de la sombra representa recuerda una cita de Francis Bacon, cuando decía que el trabajo del artista es profundizar siempre en el misterio. Estos tres fotógrafos ya iniciados en su ruta lo reafirman a través de una muestra que ejemplifica que aquel que aprovecha las bondades de la sombra, debe exagerar la luz para lograrla.
En Galería Artexarte, sala Fuego, 2º piso, Lavalleja 1062. De martes a viernes de 13.30 a 20; sábados de 13.30 a 16. Hasta el 30 de abril.
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