Dom 04.05.2014
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SE DICE DE MÍ

HALLAZGOS Desde 2013, el ser uruguayo tiene programa propio: Tiranos temblad, de Agustín Ferrando y Fernanda Montoro, un experimento audiovisual que se ve sólo online, que tiene fans y seguidores en las dos orillas a pesar de que no tiene difusión convencional –los realizadores se negaron a ser contratados por la televisión abierta– y que con 44 capítulos logró ser de culto y masivo a la vez. Una vez por semana, recopilan con un visionado exhaustivo y minucioso todo lo relacionado con Uruguay que se sube a YouTube, desde filmaciones amateurs hasta videos musicales, y así arman un rompecabezas a veces humorístico, otras insólito y muchas veces conmovedor sobre la identidad oriental.

› Por Ana Fornaro

Hace algunos años, la escritora venezolana Leila Macor escribió: “Si Uruguay fuera una persona, la enviaría inmediatamente a terapia. Porque parece ser una inteligente y talentosa chica anoréxica, obsesionada con su identidad y con serios problemas de autoestima, que consigue ahuyentar a todo el que se le acerque”. La cita es de su libro Lamentablemente estamos bien, una recopilación de crónicas lúcidas y muy graciosas sobre su país de adopción. Lo curioso es que desde que salió ese libro hasta ahora sólo pasaron seis años y, si bien sigue vigente, las cosas cambiaron bastante. Tanto es así que una publicidad de vinos, jugando con la primera bonanza del gobierno frenteamplista, decidiera dirigirse al “nuevo uruguayo”, una categoría forzada –como todas las categorías– que pretendía dinamitar esa suerte de identidad onettiana, lenta, provinciana y melancólica. La mentada “grisedad” oriental quiso ser desplazada por una más colorida, de gente joven y extrovertida que, por supuesto, tomaba el vino de la publicidad. “El nuevo uruguayo” no existe, claro, y quedó como un chiste interno.

Pero en el último año, la parodia de “la Suiza de América” se resignificó. Esta vez los culpables no fueron los publicistas, sino los periodistas extranjeros que, frente a una seguidilla de leyes progresistas –ley del matrimonio igualitario, legalización del aborto, legalización de la marihuana– y a la fascinación que genera José Mujica, multiplicaran los perfiles del presidente más pobre y progre del mundo y las notas celebratorias; desde The Economist hasta la chilena The Clinic.

Pero minutos antes, en medio de tanto ruido de afuera, nacía adentro –casi de forma premonitoria–, Tiranos temblad, un experimento audiovisual que ha sabido captar y acompañar, de forma auténtica y sin discurso fundacional, esa incertidumbre identitaria que es ser uruguayo. El programa, que ya cuenta con 44 capítulos, tiene la rara particularidad de haberse vuelto de culto y masivo a la vez. Sus creadores, el videasta Agustín Ferrando y su pareja, la fotógrafa Fernanda Montoro, sortearon las tentaciones de las ofertas televisivas y publicitarias y, después de un año de existencia, siguieron apostando de forma independiente a su medio natural: YouTube. Medio que a su vez es su materia prima ya que este “Resumen semanal de acontecimientos uruguayos”, como se presenta cada capítulo, es una edición de lo que lo que semanalmente cuelgan los uruguayos en el canal. Pero, como bien saben Ferrando y Montoro, Uruguay se ha construido también sobre la base de lo que se dice de él. Por lo que cada capítulo tiene mechados pedazos de videos de extranjeros sobre Uruguay. El resultado es uno de los programas más descacharrantes e inteligentes que ha dado la creación audiovisual uruguaya. Y no es casualidad que se haya dado por fuera de la televisión.

ADIÓS A LA TELE

Agustín Ferrando tiene 31 años y trabaja en el medio hace más de una década. Se compró su primera cámara a los doce y no paró. Con una trayectoria reconocida en su país y afuera por sus videos musicales, documentales sobre bandas (el de la Vela Puerca, por ejemplo) y mashups, tener un proyecto propio era algo que se le imponía. Gracias a su ocurrencia y a las herramientas que da Internet, pudo concretarlo por la vía independiente. Pero para eso tuvo que sacar el dinero de la ecuación. “Todos somos personas únicas en porcentajes únicos de cosas. Hoy en día esa combinatoria de habilidades se puede reunir gracias a Internet. El formato se adapta a nosotros. Entonces no le veo un fin a esta experimentación, a estos nuevos caminos. Tiranos y los nuevos productos que vemos hoy son productos espontáneos. Antes la producción audiovisual no te permitía ser espontáneo. Había que convencer a la gente de saco y corbata tantas veces que ya te terminaba aburriendo tu propia idea”, cuenta a Radar.

Cuarenta horas semanales a cada uno. Eso les lleva a Ferrando y a Montoro visionar, elegir, clasificar y editar todo el material –unos mil videos– para los programas de cinco minutos que publicaron durante 2013 todos los domingos a la medianoche. Después de un año agotador –a las 40 horas del programa tenían que sumarles las de sus trabajos para comer–, decidieron tomarse vacaciones y salieron mensualmente con tres especiales: uno del año y dos de verano. A partir de la semana pasada y gracias a un fondo que ganaron del Ministerio de Cultura volvieron de manera quincenal. “Yo siempre fui fanático de la televisión y en los últimos años mi modo de mirar cambió totalmente. Con Internet me acostumbré a ver lo que quería y cuándo quería. Lo que empecé a notar ahora en YouTube es que se está produciendo una cantidad de valor genuino y eso es lo que nos seduce a nosotros.”

LA MOSTAZA DE LA TORTA

Poner “Uruguay” en YouTube y darle clic puede ser un viaje de ida. Al menos lo fue para Ferrando y Montoro que, en diciembre de 2012, vieron entre divertidos y asombrados un video que filmó un señor y colgó a modo de denuncia. El video mostraba a una mujer robando flores del “ornato público” y, quien filmaba, narraba indignado los hechos. “Ahí me dije: es esto. Tenemos que hacer algo con esto. Y todo el resto vino solo. De forma natural. Nos fuimos al faro de Punta Carretas para tomar aire y a terminar de darle forma a la idea. Tenía que ser algo sobre Uruguay”, cuenta Agustín. “Después empezamos a buscarle nombre y yo empecé a cantar el himno uruguayo y cuando llegué a la parte de ‘tiranos temblad’, me dijo ‘así se tiene llamar’”, completa Fernanda, su cómplice. Corrieron a su productora y para Navidad estaba listo el primer capítulo, un resumen que recorría desde el 18 hasta el 25 de diciembre y donde las protagonistas fueron, claro, las Fiestas. “Al nacer en esa fecha, la gente estaba de vacaciones y no empezó a tener una verdadera repercusión hasta el programa 12. Sólo lo vieron algunos amigos. De hecho escucharme hablar fue traumático al principio. Pensé que a mis amigos les iba a dar la misma vergüenza que me daba a mí”, dice Ferrando. Ahora mismo su canal de YouTube superó los tres millones de visitas (casi la población de Uruguay) y lo mira gente de todas partes del mundo.

Ese primer video ya tenía casi todos los ingredientes que hacen que Tiranos temblad sea único en su especie: un narrador (el propio Ferrando) de una neutralidad imposible que alimenta el absurdo, secciones como “El crack de la semana” o “El video al pedo de la semana” con sus placas correspondientes y, a modo de cierre, el video del violinista ruso Aleksey Igudesman que, junto a su socio Sebastian Gurtler y una orquesta austríaca, canta a los gritos “Uruguay es el mejor país, mejor que Francia y mejor que París”, una bizarreada que le pasó la madre de Ferrando a su hijo y terminó siendo el eslogan de Tiranos temblad y, a esta altura, de todos los uruguayos.

“Lo que más me gusta es el humor espontáneo. Siento que es un humor que no estaba del todo representado en Uruguay. Un humor de cosas chiquitas, de resignificar situaciones. De hecho el humor empaquetado me parece hasta difícil de consumir, y de hacer. Me fui dando cuenta de que se puede hacer humor sin que todo sea humor. Es un condimento. Yo no puedo invitarte a comer a mi casa y darte sólo mostaza. El humor siempre tiene que estar montado sobre algo si no te cansa”, dice Ferrando, quien hacía tiempo venía con ganas de meterse en ese registro. “De hecho hay mucha gente que no considera a Tiranos un programa de humor. Hay quienes lo ven como un noticiero, otros se emocionan, otros lo ven como una crítica”, agrega Ferrando.

O todo eso junto a la vez. Lo cierto es que tanto las frases como las secciones y comentarios se instalaron de forma definitiva en la cultura popular al punto que el Ministerio de Turismo aprovechó la volada y contrató al ruso y al austríaco de la canción para que filmaran un videoclip de promoción al son de “Uruguay es el mejor país”.

LOS SUPERPODERES, PARA EL BIEN

Después de más de un año de existencia, Tiranos temblad es un fenómeno que avanzó como un virus. Compartido a través de las redes sociales y sin campaña de difusión, el programa podría haberse quedado en un guiño grupal, en un entretenimiento de culto para una clase media uruguaya que comparte ciertos códigos, cierto humor. Pero no. El programa no sólo se popularizó –con toda la carga de sentidos de la palabra–, sino que esa especie de informativo lado b de la uruguayez es visto por personas de todo el mundo. Hay algo de ese formato novedoso y sencillo a la vez que, evidentemente, seduce y funciona. De hecho, Ferrando y Montoro cruzaron a Buenos Aires invitados al Encuentro Federal de la Palabra, que se realizó en Tecnópolis el mes pasado, para compartir la experiencia y quedó demostrado que acá en la Argentina ya tienen un gran grupo de fans. Pero a pesar de los millones de espectadores, de la acumulación de entrevistas y de varias ofertas de televisiones latinoamericanas y marcas, la pareja todavía no sale de su asombro. “A nosotros realmente nos sorprendió con el Uruguay que nos encontramos. No sólo en los videos, sino en la respuesta de la gente. Realmente se está metiendo en la cultura. Eso es lo que más nos emociona. Se convirtió en un modo de ver el mundo, de encontrar los ‘momentos whatafac’ o ‘los momentos incómodos’. Nadie está preparado para que te pase esto que nos está pasando a nosotros”, dice Montoro.

Pero la popularidad también da vértigo. Los dos tenían claro que ser muy vistos podía modificar el espíritu inicial con el que nació el proyecto, podía romper esa naturalidad. De hecho, ahora, casi todas las personas que salen en el programa se ven, cosa que antes no sucedía. E incluso sucede que la gente se filma pensando ser levantada por el programa, algo que atenta contra la espontaneidad, uno de los pilares de Tiranos temblad. Para lidiar con esto, la pareja fue armando una suerte de código ético y estético: no subir videos violentos, no usar imágenes que ya fueron demasiado difundidas, no plegarse a los pedidos de la gente, y tratar de que el programa sirva para estimular buenas costumbres: desde la creatividad hasta una conciencia de ciudadanía.

“No sabíamos que nos iba a pasar esto, pero sí sabíamos qué cosas queríamos dejar afuera. Hubo un video en particular que nos mandaron como cien veces. Uno que ya se había viralizado. Eran dos tipos desnudos peleándose en la calle a las cinco de la mañana. La verdad es que eso no sumaba nada al programa. Decidimos no ponerlo. Y no pasó nada. Ese capítulo se vio igual y a la gente le gustó. Ahí me di cuenta de que si no necesitamos ese material, nunca lo íbamos a necesitar”, agrega Ferrando.

Juntar material para un programa semanal fue lo que los mantuvo en la ansiedad de la pesca en la vorágine de 2013. Este año están más relajados pero volvieron al ruedo y esperan poder retomar el ritmo semanal.

“Me gusta no tener tiempo. Después de que terminamos de laburar los especiales de verano, me di cuenta de que yo podría estar trabajando un año con ese volumen de material. El hecho de hacerlo en un fin de semana no te da otra posibilidad que todas las decisiones que tomes sean lo primero que pensaste. Eso puede dar miedo, pero después en el resultado final es lo que divierte.”

Atravesar clases sociales y fronteras debe ser de las cosas más difíciles para cualquier producción simbólica. Hacerlo sin presupuesto, sobre hechos cotidianos de un país que suele quedar lejos –ahora no tanto por la marihuana y la perra de tres patas de Mujica– y basado en la espontaneidad y caprichos de sus creadores y no en lo que “consume la gente”, ya entra en la categoría de sueño del pibe. Pero como decía Berugo Carámbula, que también era uruguayo, “los sueños, sueños son, y aquí se hacen realidad”.

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