ENTREVISTA El narrador, poeta y periodista Manuel Rivas estuvo de visita en Buenos Aires, un poco para presentar su última novela, Las voces bajas, y otro poco para participar de encuentros literarios, intercambios y eventos de la comunidad gallega. Pero a todas partes llevó su principal preocupación: la crisis sin fondo de España, el derrumbe del modelo neoliberal, que ha dejado a un 60 por ciento de jóvenes en el desempleo. En esta entrevista, Rivas reflexiona sobre el rol del periodismo y la literatura española en este escenario, la sorprendente parálisis de la ciudadanía española, que no encuentra referentes políticos en la protesta, y la necesidad de reinvención y relevo de la izquierda para poder pensar el futuro.
› Por Angel Berlanga
“Yo creo que todavía en España estamos en una fase...” Enseguida va a completar la frase, pero después de decir eso Manuel Rivas primero resopla: el derrumbe y los desguaces siguen, y aún no se vislumbran con claridad vías alternativas. Aunque este periodista, escritor, poeta y activista, referente lúcido de la cultura de Galicia, se revuelve y se resiste a dar todo por perdido. En parte están las cuestiones concretas, su participación en actos y debates, en marchas contra la explotación laboral o contra la realización de obras absurdas (puro negocio para algún contratista) en A Coruña, el lugar en el que nació y en el que vive; o la creación, a la par del periodista Xosé Manuel Pereiro y de un puñado de colegas, de la fenomenal revista Luzes, que en su primer manifiesto, dice: “Aspiramos a ser antídoto do silencio. Por iso reivindicamos a mellor tradición do oficio: ir, ver, preguntar, escoitar, valorar e contar. Queremos coidar do xornalismo que di as cousas como foron, non como convén. Luzes é situacionista, é dicir, inconformista e disidente”. Y en parte, también, hay una cuestión de tono, que implica no paralizarse, buscarle la vuelta, no resignarse al réquiem neoliberal, que sigue exprimiendo y echando gente a la calle, o fuera del país. Durante 2013, como consecuencia de los desahucios, 50.000 familias se quedaron sin vivienda. El 60 por ciento de los menores de 30 años no tienen empleo. Los españoles vuelven a emigrar.
La fase de España hoy, entonces: “Hubo muchos temporales, fue un invierno durísimo, y hubo bastantes naufragios –empieza a contar Rivas–. Y algunos marineros fallecieron. En uno de los momentos de estas tragedias yo iba en el auto, escuchando la radio, y le preguntaban a un pariente de uno que estaba desaparecido en el mar. Que bueno, cuando se dice así, al cabo de un tiempo... son pocos los que pueden contarlo. Entonces a este hombre le preguntaban: ¿Pero ustedes todavía tienen esperanza? Y él, un poco sorprendido, dijo: Esperanza, sí... Pero una esperanza negativa. Me pareció una frase terrible. Pero estamos en un momento así, ¿no? Instalados en una situación de esperanza negativa: estamos así por esto que pasó y desapareció, sin analizar cuáles fueron las causas, ni ver qué puertas hay. Como el retablo de las maravillas desapareció por arte de magia, quizá también se espere una solución mágica. Y eso no va a pasar. A mí me gustaría que hubiera una reacción cívica, y creo que tiene que darse. Creo que tiene que haber un nuevo internacionalismo. Y tiene que darse en toda Europa. Porque el castillo de naipes no cayó sólo en un lado”.
¿Y ves síntomas de esa reacción?
–Puede dar la impresión de que la gente está paralizada, intimidada por la propia situación. Estamos en el período en el que los músicos de Bremen son abandonados, y todavía no han armado la orquesta. En el cuento de los hermanos Grimm hay un caballo, un perro, un gallo, que se encuentran con que ya son poco útiles para sus dueños, así que intuyen que los quieren matar, o deshacerse de ellos. Entonces huyen y acaban haciendo una cooperativa: gracias a eso van a sobrevivir. Por eso es tan interesante la literatura, porque tiene esa dimensión de transmitir información básica sobre la humanidad, el adiestramiento, la lucha contra el miedo. En estos relatos fundacionales aparece como componente común el miedo al abandono, uno de los más grandes miedos humanos. Frente a eso hay dos remedios: uno es hacer cuentos, y el otro es hacer redes solidarias. Yo creo que “Los Músicos de Bremen” se debería explicar en las escuelas, para que los niños sepan de qué va esto de la crisis. Entonces hay que organizar la orquesta en Europa. Pero no es que la gente esté congelada, o absolutamente intimidada. Hace dos meses hubo una movilización muy grande en España, Le Monde hablaba de dos millones de personas en Madrid, en la calle. Una cifra que en gran parte los medios ignoraron.
Es grosera la forma en la que los grandes medios informan sobre las protestas o las organizaciones alternativas. Y cuando son demasiado evidentes, enseguida buscan desviar la atención.
–Sí, en el caso puntual de esta marcha, hubo unos incidentes extraños, todavía no debidamente aclarados. Todos los convocantes repudiaron la violencia, pero la noticia fue eso: los incidentes. Durante días hubo miles de personas marchando desde Andalucía, Galicia, Asturias, y de eso, nada. Ocultamiento. Hay sectores que tienen que reconvertirse. El modelo económico se basó, prácticamente, en el monocultivo de la construcción: bueno, eso no puede ser. Hay crisis que tienen que ver con el núcleo de la democracia, y ahí está el periodismo. Difícilmente pueda haber solución a las crisis sin reparar la avería del periodismo. Que haya buena información es parte imprescindible. Que no predominen los medios sectarios, porque son una fuente de establecer prioridades en la sociedad. La situación del periodismo agrava la crisis y retrasa las posibilidades alternativas para acabar, al menos, con esta situación de capitalismo del Neanderthal que vivimos ahora mismo.
En el puñado de días que estuvo en el país participó de varias actividades: fue parte del Festival Azabache de Mar del Plata, en donde habló de una de sus novelas, Todo es silencio, y de la versión cinematográfica de ese libro, filmada por José Luis Cuerda (que dirigió también La lengua de las mariposas, otra película basada en sus textos). Ya en Buenos Aires, protagonizó un par de actos por el Día de las Letras Gallegas y también participó del ciclo Narrativas de lo real, del programa Lectura Mundi, que funciona en la Universidad Nacional de San Martín y dirige Mario Greco: con él dialogó en torno de Las voces bajas (Alfaguara), su última novela, publicada aquí el año pasado.
Aunque ya perdió la cuenta de las veces que vino a Buenos Aires, Rivas nunca había estado en el Centro Gallego, en su emblemático edificio de la Avenida Belgrano. “Por una especie de prevención, ¿sabes?, porque tenía un poco de desasosiego...” Es que este sitio fue, a partir de los años ’30, ’40, ’50, el epicentro de la diáspora, la sangría que provocó el franquismo, y desde A Coruña era percibido como un lugar casi mítico, porque ahí estaban Castelao, un faro cultural en diversos sentidos (que incluso murió en el hospital del Centro), y ahí se hacía la revista Galicia, una publicación extraordinaria, apunta Rivas, diseñada por Luis Seoane, “que aparte de gran pintor, ensayista, pensador, era un tipo de gran vanguardia”. Y ahí tallaban también escritores galeguistas como Rafael Dieste y Lorenzo Varela. Pero desde hace ya muchos años, y a consecuencia de transas varias y pésimos manejos administrativos, el Centro viene acentuando su decadencia: hoy tiene una intervención judicial. “Me daba un poco de pena, pero finalmente fui –cuenta Rivas–. Fue un acto convocado por distintas comunidades gallegas, de Rosario, de La Plata. Y me pareció bien desarrollar esta idea de que Galicia es un país portátil. Durante muchos años Buenos Aires transmitió esta idea de que Galicia existía en la tierra prometida. La Transgalicia existe, es una especie de archipiélago, que es donde está cada uno de sus intereses, o donde haya algo de aprecio. Pasa con todas las identidades: está bien esa noción nómada de las identidades. Y en vez de perderse en el tiempo, en esas especies de nichos, o criptas, sería interesante que se produjera una convulsión con gente nueva, nuevas ideas, que aprovechen la memoria acumulada. Ya hubo momentos históricos en los que Galicia fue fundada en América: el primer periódico gallego se hizo aquí, y después de la guerra civil aquí se editaron los libros, se reinventó Galicia. Por qué no pensar que en el futuro pueda pasar eso. Creo que es muy significativo que el año que viene se haga aquí el Congreso Internacional de Estudios Gallegos: es una buena oportunidad.”
“Este año el Día de las Letras –sigue Rivas– se dedicaba a un poeta que se llama José María Díaz Castro; su poema más conocido se llama ‘Penélope’, que comienza diciendo Un paso adelante y otro atrás/ Galicia, el sueño que trajiste se deshila. O algo así. Pero lo fundamental es eso: una identidad de caerse y levantarse. Florentino Cuevillas, un intelectual interesante, decía que Galicia es un país que quiere suicidarse y no lo consigue. Yo creo que en vez de caer en ese discurso de la deconstrucción, en un momento en el que está todo deconstruyéndose, hay que hablar de una saudade del porvenir. A mí me gusta esa palabra, pero hay que agarrarla y darla vuelta. Hay un filósofo portugués, Eduardo Lourenço, que se ha pasado la vida escribiendo sobre saudade. Es un personaje muy querido, que tiene una voz gruesa, de oráculo, un hombre ya mayor. Y hace poco pude escucharlo y me sorprendió, porque él, que se pasó hablando toda la vida de eso, dijo: Tal vez... ha un exceso de saudade (se ríe). Y me gustó. A ver si nos pasamos, y quedamos abrumados, aplastados de tanta saudade. Entonces me pareció bonita esa idea: una nostalgia de lo que va a venir.”
Además de endeudar al país para salvar a unos bancos que luego resultan impiadosos con las ejecuciones hipotecarias, además de modificar la legislación laboral para precarizar el empleo, el Partido Popular viene desguazando el sistema educativo, sanitario y cultural. “Se maneja el bisturí con una irresponsabilidad tremenda –dice Rivas–. Y allí por donde cortan queda retratado qué tipo de sociedad y de pensamiento se quiere. En Coruña, por ejemplo, borraron de un plumazo el Festival Mozart, que había conseguido bastante proyección. Pero mantienen intactos los presupuestos para una fiesta taurina en una ciudad que no tiene tradición sobre eso, una ruina, deficitario. El carnicero tiene ideología. En esta crisis que afecta no sólo a España sino a buena parte de Europa, se está dando por perdida con mucha facilidad a una generación entera: estamos hablando ya de un 60 por ciento de desempleo juvenil. Con una violencia invisible se les está diciendo, brutalmente, no tenéis futuro. ¿Cómo se prescinde de una generación entera? Por un lado nos preguntamos ¿pero cómo no reaccionan, cómo no hay aquí un estallido social, una revolución? Bueno, creo que esa reacción debería darse, en primer lugar, en aquellos que estamos obligados a tener, digamos, las antenas puestas. La primera rebeldía frente a la injusticia debería ser la cultural, ¿no? Hay, por ejemplo, muy poca narrativa sobre esto, sobre la crisis, y me parece un diferencial respecto de otras épocas de España. Tendría que haber, hoy, un hervidero de vanguardias, de búsquedas. Por supuesto que hay cosas, y es lo más interesante que está pasando. Pero es muy insuficiente. Muy precario. Falta un plus de coraje en la cultura. Bueno: estamos asustados.”
Rivas evalúa que es necesaria, también, una reinvención de los sindicatos y de los partidos de izquierda. “Como ocurre en los medios de comunicación, han metido ahí demasiados troyanos –dice–. España es, por una parte, el escenario donde se presentó la derrota de la humanidad, pero también es el envés, el espacio en el que se dio la primera resistencia antifascista de todo un pueblo. Yo creo que la quema ha sido muy grande y ha producido una gran devastación, que no ha afectado sólo lo económico. Pero también hay experiencias de reverdecimiento y regeneración rápidos, acelerados. Vamos a ver qué pasa con las elecciones europeas de hoy, pero yo creo que para las próximas va a haber un vuelco. Si esta izquierda tradicional, la del PSOE, no hubiera estado hipotecada, lo habría habido ahora. Hay que buscarle un relevo a esta izquierda, que aparece muchas veces como un clon del discurso de la derecha económica.”
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