DESPEDIDAS Murió Hija de Perra, la activista y performer queer más importante del under chileno
› Por Andrea Guzmán
¿Hay algo más inmundo que una mujer de derecha? Se lo pregunta Hija de Perra, en peluca rubia y elegante traje blanco de dos piezas. Por eso, porque le gusta la mugre y la suciedad, esta vez quiso adoptar una estética “hacia lo fascista” y camina platinada, europea y en tacones altos por la marcha de la diversidad sexual en Santiago: “Lujosa inmundicia premium de exportación chilena”. También se la vio posando como la santa de la disidencia sexual, o sentada a la mesa cenando un bebé recién abortado (en fotos de la artista Zaida González), cantando el reggaeton de las enfermedades venéreas o haciendo empanadas de carne humana en películas gore locales (Empaná de Pino, de Edwin Wincy Oyarce). Inspirada por su ídolo John Waters pero atravesada por el conservadurismo extremo de una sociedad ultrarreligiosa y desigual, la Divine chilena denominó su propuesta “Marginal Style” y se dedicó al vicio rebelde de la indecencia y al placer de provocar el asco amoroso en los demás: “Soy un monstruo humano que irradia deseo y amor inmoral”.
Desde Santiago, Chile, llegó la noticia de que, después de pasar dos meses y medio internada por una infección pulmonar, el lunes por la noche falleció una de las figuras más reconocidas y rupturistas de la escena under chilena, la activista y performer queer que celebró la belleza de la marginalidad y el hacinamiento, famosa por sus bizarros shows de electro pop réprobo cargados de la inmundicia del acontecer social. Porque solo una persona muy sensible podría encontrar la belleza en lo grotesco, una de sus máximas fue mantenerlo todo siempre estrictamente inmundo e incitar al morbo interior de cada cual: “La aberración está presente en todos lados –dijo a un diario chileno–. Es cosa de andar en subte y observar al tipo degenerado, a la loca caliente o a esos huevones pacatos que ocultan su inmoralidad”.
No sólo cantante y perfomer, lamedora de rosarios y diseminadora de fluidos humanos en tugurios santiaguinos al ritmo del beat de canciones sobre sexo, violencia y suciedad, Hija de Perra fue una artista intelectual famosa por sus ponencias sobre teoría de género, que fueron recopiladas también en libros, y sus inolvidables charlas educativas sobre enfermedades de transmisión sexual en las prestigiosas universidades chilenas que lo permitieron. Ahí mismo, donde explicaba también las prácticas ambiguas y polisexuales de los pueblos originarios chilenos y de por qué nunca ganaba fondos estatales para llevar adelante sus proyectos de educación sexual: “El país no está preparado para ese tipo de temas”, era la respuesta solemne que recibía de la oficialidad.
La sexualidad entendida como espacio de disidencia política y lo grotesco como protesta a la belleza cómoda, irreflexiva y servil al interés económico y moralizante fueron su terreno de lucha obscena, que compartía libidinosamente en sus shows a dúo y no aptos para cardíacos ni bautizados, con su amiga de siempre, Irina la Loca. También amó las bandas de chicas. Feminista contestataria, encontró su lugar de comodidad en el festival FemFest, que en su despedida le ha dedicado un interminable desfile musical de sentido e incrédulo amor riot. Su más famoso texto “Ofensivo margen sexual en una raza sospechosa”, que expuso en la Universidad de Chile y puede encontrarse en el libro En Reversa (2011), desgrana la agresiva, misógina y violenta doble moral de su ciudad, la ciudad de la ilusión del progreso económico y la tecnología, ubicada en un valle por los españoles y resguardada en su cerro más alto y, lugar visible desde cualquier punto del perímetro, por la figura blanca y gigante de la virgen maría, la misma que los turistas se acercan a fotografiar y que rige las relaciones (y transacciones) humanas chilenas. Desenmascarar y reflexionar sobre la verdadera fealdad y la violencia, la que está en un entorno de abuso económico y político fue su interés principal: “Soy nacida y criada en la periferia, donde reina la suciedad en las calles, donde debemos coexistir con el cemento y el poco verde, donde se experimenta el hacinamiento humano y la lacra social”, explicó en una entrevista. Todo esto no le impidió el deleite total, con un indecible glamour y, por qué no, con algunas de las letras más memorables de pop. La influencia de su inmundicia y creatividad cruzó la cordillera de los Andes y causó escándalo under en sus visitas a Argentina. Fue admirada por La Prohibida, icono queer español y hasta despedida con afecto por Rupaul, drag queen estadounidense. “Yo soy algo que se escapa del binarismo de género, me gusta la disidencia sexual y ése es el mensaje que quiero provocar, para que te des cuenta de las normas, las estructuras y programaciones que te hacen pensar”, dijo alguna vez. Siempre se definió a sí misma como una gozadora extrema y sin culpa. Por eso hay que despedir a Hija de Perra con un montón de goce inmundo.
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