Desde mañana y hasta el 7 de junio, se realizará en Buenos Aires la primera Bienal de Performance en Argentina. Además de Marina Abramovic, habrá visitas de nombres clásicos del rubro como Laurie Anderson o Sophie Calle, pero también hay interesantes obras y recorridos entre los seleccionados locales, como los trabajos de Rodrigo Alonso, Diego Bianchi y Luis Garay, o piezas de Mariana Oberstern y Diana Szeinblum.
› Por Claudio Iglesias
Como conato de la pasión festivalera que sacude a Buenos Aires por estos días y que va a dejar a brigadas enteras de productores, artistas, directores de programación, relaciones públicas, etc., etc., buscando lugares para descansar cuando todo termine, un bar sin mucha gente o un poco de sopor televisivo con el murmullo electoral en bajo volumen, la Bienal de Performance se coló entre el Bafici y la Feria del Libro, con el objetivo sobresaliente de recargar las agendas de los espectadores y las billeteras flacas de los trabajadores provisionales del rubro, actores y actrices, asistentes, montajistas, sonidistas, iluminadores y cualquier cosa que pueda pasar exitosamente por un casting. Tanto circo y tanto pan desbordan el espacio de una sola institución y se desparraman sobre cantidad de teatros, museos y espacios universitarios. Las luces se encienden el 27 de abril con un taller de Marina Abramovic. Pero poco a poco se van sumando toda clase de acciones que recorren, parada por parada, el espinel que separa lo mínimo de lo espectacular, el caos del rigor, lo abundante de lo insuficiente.
Festivales así sin historia propia, bienales que todavía no se ganaron cinturón blanco (el que llegará, si el viento acompaña, en 2017) sobre todo regalan flores de una día. Obras efímeras, no todas nuevas, y algunas muestras larga duración, como la sorpresiva selección de arte de los noventa que Rodrigo Alonso prepara para el Parque de la Memoria y que ya va camino a ser muy comentada (Volátil felicidad, así el título, abre el 14 de mayo con entrada libre y gratuita). Las estrellas caídas como naves extraterrestres en pleno desierto no faltan en esta bienal. Tampoco sobran: detrás de la reina de la performance recibiremos a Sophie Calle y Laurie Anderson, definiendo una trinidad de mujeres que actuaron en un lapso epocal parecido, en geografías muy distintas, y que hoy cabalgan festivales en cualquier latitud, sin distinguir el bien del mal. Para los desanimados que se queden sin entrada, o sin aliento, hay excelentes opciones. Diego Bianchi y Luis Garay van a reponer Under de sí, una obra que estrenaron el año pasado en el Teatro Argentino de La Plata. De aquel excelente programa teatral platense, por el que pasaron en silencio muchos artistas de Buenos Aires en los últimos años, floreció entre otras esta obra y fue pelito para la vieja: la bienal se la engulló y ahora la escupe en el Centro de Arte Experimental Unsam. Under de sí es una constelación artística de situaciones que el público puede pesquisar desde afuera o recorrer por dentro, como una instalación. El trabajo promete energía y tiene cierta complicidad con su propio título: su aspecto rockero, las chicas desnudas o con el torso al aire que invitan cigarrillos en bandejas espejadas, las aglomeraciones de cuerpos modernos con los lentes de sol, el abundante cuero y el jean, podrían hacer pensar en una tarde agradable en Cemento o el Parakultural, hace unos veinticinco años. Pero en verdad, Bianchi y Garay trabajaron sobre todo con los códigos de las industrias de la creatividad. La obra, bajo la cáscara de su apariencia vitalista, expresiva o culturalmente emancipatoria, es una obra híper rígida, con actores contratados y sometidos a una disciplina de trabajo monótona, y con un casting realizado a imagen y semejanza de las agencias de publicidad.
Mariana Oberstern y Diana Szeinblum por su lado ponen dos obras más directamente vinculadas al ejercicio bienalero y el berretín del sitio específico. Según información filtrada por la agencia de prensa, Oberstern va a hacer una especie de happening en el Museo Nacional de Bellas Artes, jugando con la participación del público y con unas obras que aparentemente no se cansan de ser la excusa de todo tipo de reuniones y agasajos. Szeinblum por su parte llevará al público en vehículos por la ciudad para mostrarles perspectivas asombrosas. (El recorrido va a empezar en un astillero frente a un colosal navío, y luego seguirá por lugares que no han sido revelados.)
Más información sobre la Bienal en bp15.org o escribiendo a [email protected]. También se puede seguir la abundante programación en sus muchas sedes en twitter.com/BienalBP15
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