> ENTREVISTA A CHRIS CARTER, EL PADRE DE LA CRIATURA
› Por Juan Manuel Domínguez
El monstruo del lago Ness, insectos gigantes bípedos, experimentos gubernamentales (norteamericanos y de otros países), asesinos rurales incestuosos, mensajes subliminales en los medios, adefesios que viven debajo de la superficie (y no son las Tortugas Ninja), parásitos que controlan cuerpos, necrófilos seriales, la leyenda del chupacabras, hombres murciélagos (literales, nada de billonarios disfrazados), los traumas de la Guerra del Golfo y, por supuesto, extraterrestres. Hoy, cuando la TV no le teme absolutamente a nada (ni a la elegancia, ni a la sofisticación, ni a lo geek o, directamente, al consumo a lo coyote de modos y vestiduras de la clase B), ninguno de los integrantes de esa lista suena tremendamente raro. O imposible. Pero en 1993, cuando los éxitos del canal FOX eran series como Melrose Place o Beverly Hills 9021 (vistos desde hoy, chistes), una serie como Los expedientes secretos X surgió como un alien: bestialmente desconsiderada con el cuerpo que la contenía.
Todos esos monstruos/temas listados provienen de algún capítulo de la serie creada, dirigida a veces, escrita en un comienzo y controlada siempre por Chris Carter, un fanático del surf que acababa de salir de la producción televisiva de Disney y que creó una serie no solo fundacional de lo que vendría sino que llegó a números como 30 millones de espectadores (The Walking Dead, el show de cable más visto en la actualidad en Estados Unidos, tiene como promedio 10,9 millones de espectadores por show). Los monstruos y las conspiraciones de Carter nacen, contra lo que uno creería, y según sus palabras, de un suceso que lo marcó: “Watergate. Al día de hoy no me canso de decirlo: soy un hijo del Watergate. Fue un big bang moral para nuestro país y para nuestra generación. Seguro que en los X Files están presentes series como The Twilight Zone o The Outer Limits, o detectives como Kolchak. O en menor medida Los Vengadores, la vieja serie inglesa, que inspiró a los personajes de Mulder y Scully. Cuestionar la autoridad es algo natural en mi generación, porque eso fue algo imposible de negar: descubrimos que nos mentía el gobierno. Desapareció un mito y apareció otro”. Y suma: “Incluso la idea del FBI investigando lo paranormal: leí dos cosas que me marcaron cuando creaba el show. Una, que el tres por ciento de la población norteamericana, en 1992, creía había sido abducida por selenitas. La otra fue que el FBI poseía una persona dedicada a los cultos satanistas, y que nunca este hombre había visto una sola prueba que lo llevara a cuestionar su ausencia de creencia”.
Carter se ríe cuando agrega a la génesis del show: “Mi mamá. No podía mantener un secreto. Por ende, desconfío de manera innata de la gente” dice el creador de Los expedientes secretos X, que conversó con Radar en el ComicCon de Nueva York llevado a cabo dos meses atrás, y en el que se presentó el primer episodio de la nueva serie. Los X Files duraron desde 1993 a 2002, con dos películas (una en 1998 y otra en 2008, uno de los caprichos de Carter a los que Fox cedió cuando era su gallina de los huevos de oro). Durante y después, Carter no logró no solo un éxito sino prosperar como autor o productor: Millenium narraba un fin del mundo y fue atacada por la cientología y fue cancelada, Harsh Realm no duró ni tres episodios, su nueva serie para Amazon, The After, no pasó del piloto y hasta una serie de The Lone Gunmen, personajes secundarios de X Files, no pudo extenderse más de una temporada. Carter: “Ha sido extraño ese proceso. No diría frustante, pero sí sorpresivamente excluyente. Me fue muy difícil hacer algo original y que me permitan sostenerlo. Cuando funciona lo nuevo, todos lo imitan. Pero el testeo de lo nuevo es demasiado tirano”.
Por eso, por ese vía crucis de Carter y por el momento de la TV actual, no extraña el regreso de The X Files, de tan solo seis episodios, filmados –como siempre– en Vancouver y que reúne a Carter “con todo el equipo previo: es más una celebración que volver con un tonito, a demostrar que acá está papá’. Jamás diríamos algo así. No creo que sea cierto”. David Duchovny, el actor que la serie lanzó a la fama después de ser Mulder, tiene otra explicación al derrotero: “Chris hizo del show su vida. Como Mulder hizo de la investigación su vida, lo mismo pasó con Carter. Creo que Chris Carter entiende cómo la vulnerabilidad funciona en diferentes personas y universalmente. Porque creo definitivamente que el show es eso: seres muy vulnerables enfrentando lo gigante. Vulnerables en muchos aspectos, pero principalmente desde su saber. Chris cree en el conocimiento como forma de poder, político y sobre nosotros mismos (casi en un sentido espiritual de lo mejor que un ser humano puede ser)”.
Respecto del retorno, Carter aclara: “Voy a ser fiel a los personajes y a lo que les sucedió desde que terminó la serie y la segunda película, desde su final”. Y agrega: “La clave es que siempre quise hacer un gran show de terror. Pero fue cambiando lo que me daba miedo en la vida. Lo divertido es que lo más paranormal que me pasó en la vida fue el éxito de The X Files. Pero también es sabido que Carter posee un nervio simple y explosivo, que lo ha llevado a varios problemas con las cadenas de TV. Por eso, enseguida aclara: “David Duchovny, Mulder para los fans, fue el motor de esta vuelta. Lo extraño es que cuando los actores son quienes se cargan, titánicamente, un proyecto, las cosas parecen funcionar de forma más fluida, menos caprichosa corporativa y, debo admitir, creativamente. Eso no quita una discusión de cinco meses para determinar los términos del contrato. O los límites para determinar dónde podían meterse creativamente. Es sabido que eso siempre puede representar un problema. Pero también es cierto que la TV ha cambiado. Es más fácil hacer una serie que busca libertad, sea de marcianos o policías metafísicos en un pantano de Lousiana. Nunca hubiera imaginado un retorno a una TV así. Menos hubiera soñado lo que muchos dicen: que The X Files fue la serie que, aunque se olviden, inició el paradigma del entretenimiento moderno. Es cierto que después de nuestro show la idea del mito, de la mitología interna, volvió a la TV. Pero me gusta creer que es algo que también estaba sucediendo por aquello que amaban los que ahora tenían que crear en Hollywood”. El mismo Duchovny, presente también en el Comic Con suma, por su parte: “Creo que es interesante volver ahora. Eso no implica que no seamos conscientes que aquello que hacíamos ahora esta desperdigado en varios medios y con la misma intensidad. Lo extraño es que queremos hacer el mismo show. Actualizado, pero el mismo. No creemos haya nada que mejorar. Pero tampoco lo vivimos como algo sagrado. Es extraño ser parte de un fenómeno tan grande, y en parte es porque, obviamente, puede fallar. Y eso demostraría que sos más un show de museo que algo que puede hablar con el mundo actual. Eso sería un poco terrible. Dudo que así sea. Pero no estamos acá para hacer historia. Nunca lo estuvimos. Queríamos un trabajo, al comienzo, y cuidar a quienes nos cuidaron, después. Quizás es nuestra forma de mostrar lo que podría haber sido el show en otro contexto. Claro que eso es una pregunta antes que una respuesta o un gesto engreído”.
Carter sabe que otro rasgo que la saga trajo a la superficie es hoy plaga: el fanático geek, la cultura geek hecha mainstream: “Hoy, donde todo parece pop, donde todo viene de una franquicia o apela a gustos o formas o géneros más cercanos al material que solíamos llamar de culto –superhéroes, videojuegos, manga, clásicos scifi de la literatura o de la TV de antaño–, cuesta imaginar cómo era todo en 1993, con Internet apenas comenzando”.
Inmediatamente reconoce otro rasgo tan fundamental como excepcional de los X Files: “Somos unos de los primeros shows de culto que aprovecharon Internet, directa o indirectamente. Leía los comentarios apenas terminaba un capítulo. Hoy creo que nadie valora su privacidad y es un error”.
Internet hoy es distinta, pero así y todo, si la anterior etapa de la serie era (considerando el 11S, Wikileaks, Edward Snowden y Guantánamo) más inocente ¿cómo reflejar esas nuevas paranoias? “Bueno, probablemente Mulder y Scully hablen a través de snapchat”, bromea. “Ya lo dije varias veces: cuando se reveló lo que dejó en claro Edward Snowden, no me sorprendió. En esas ideas, en esas certezas sin comprobar, fue construido en un primer momento X Files.”
Lo cierto es que el retorno de unos X Files purasangre deja en claro el fanatismo de la serie, algo sobre lo que Carter ha tenido tiempo para reflexionar: “Hay una razón por la que el show es tan amado y cuando eso sucede hay que pensar en dos cosas, con cualquier show: el show en sí y la forma en que encastra, o desarma, su instante, su momento, su época. Su diálogo con el mundo que la rodea, o cómo se impone y redefine el mismo. Creo que en nuestro caso eso fue vital. Por eso era importante reflejar ahora el nuevo mundo, de las intrigas virtuales, el de conspiraciones descartables pero que pueden ser tan ciertas como un pop up en tu pantalla. No podemos ignorar eso y apelar a la pureza de aquello que hacíamos en otro momento del mundo. Sería traicionar la modernidad de la serie”. Y explica el cambio más radical en la nueva encarnación: “Me di cuenta de que la conspiración podía ser el monstruo más temible. Lo extraño, lo desconocido, lo asombroso era importante porque nos pone en nuestro lugar en la naturaleza. Tendremos iPhones hoy, pero la sensación de algo que te sigue en un bosque muestra que nuestros instintos siguen siendo primarios y también lúdicos. Necesitamos armazones narrativos para aquello que nos aterra, que no sabemos. Pero la conspiración es un monstruo más grande. Y más palpable con el tiempo. Pero es cierto que después del 11S, la gente posee nuevos miedos y nuevas paranoias. Ya no son tan necesarios los monstruos de la semana. El exceso de comunicación solo deja en claro cuánto nos mienten y nos manipulan. Eso no implica mezclar lo que hacemos con la realidad. Pero saber leer miedos fue algo que le ha servido a shows y películas como los X Files”.
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