Anteayer estuve en cana.
Por tomar café con Miguel.
Él no tenía documentos, habíamos parado en la puerta de La Cueva y teníamos pinta de raros.
En síntesis, “sospechosos”: de vagancia y esas cosas que la policía dice de la gente que no puede entender.
Estuve en un calabozo toda la noche y me cagué de frío.
Cuando salí escribí la “Carta a un policía” donde largo toda la bronca y les muestro las barbaridades que cometen.
La carta tuvo éxito.
Se la vamos a mandar a todas las comisarías.
JULIO, 1966.
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