Dom 14.10.2007
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Cuatro películas

Mujeres en problemas

En Acaba de suceder (Austria, 2006), la directora Anja Salomonowitz trabaja con lo que ella llama "las zonas grises del documental", experimentando con formas de representación posible de los testimonios de mujeres que cayeron en las redes del tráfico ilegal. Narrados en primera persona, los relatos que se oyen en la película son reales, pero no lo dicen sus verdaderas protagonistas sino varias personas comunes y corrientes –un oficial de aduana, una mujer del interior, el barman de un prostíbulo, un taxista– que hablan en un tono neutro, más bien frío, desde sus lugares de trabajo o mientras realizan sus actividades cotidianas. El recurso genera un extraño efecto de choque –se contraponen las rutinas relativamente tranquilas de la gente que habla y la sordidez y la tristeza de las historias que están narrando– y de distanciamiento, una frialdad cercana a la de parte de la cinematografía contemporánea proveniente de ese lugar del mundo. La pregunta, tal como se señala en una reseña del film publicada en el sitio www.sensesofcinema.com, es "si es posible identificarse con las terribles experiencias del tráfico sexual y laboral femenino cuando se las cuenta sin lágrimas ni melodrama". Para Salomonowitz, el sentido de su película anida justamente en ese interrogante: "Es un film –dice la directora– acerca de lo que la gente se imagina mientras lo está viendo; las imágenes que uno se hace en su propia cabeza mientras escucha las historias del tráfico de mujeres son el verdadero argumento de este documental. Algo que uno no ve en la pantalla. Funciona como en la vida real, ya que este tipo de relatos está suprimido de la conciencia cotidiana de la sociedad".

Otro día D

Regreso a Normandía (Francia, 2007), del documentalista Nicolas Philibert, no tiene que ver con el famoso desembarco que tuvo lugar en la guerra sino con la historia de un pueblo y con la historia personal de su director. En 1975, el director René Allio adaptó al cine un libro de Michel Foucault que compilaba documentación sobre un famoso crimen que conmocionó a un pueblo rural de Normandía en 1835. La película se llamó Yo, Pierre Rivière, habiendo asesinado a mi madre, a mi hermana y a mi hermano. El joven Pierre R. fue encerrado y poco después –las versiones varían: no se sabe si era un iluminado o un idiota– escribió sus memorias narrando el asesinato. Philibert (de quien acá se conoce el gran documental Ser y tener) trabajó como asistente de Allio en aquel film, a cargo de buscar locaciones y de hacer un casting de actores no profesionales entre los campesinos. La idea era que ellos transmitirían mejor que nadie el ambiente y los acentos, los gestos y las actitudes de época. "Buscábamos, en una palabra, autenticidad", dice Philibert. Casi tres décadas después mostró el film a unos alumnos, que se mostraron intrigados por la obra de Allio, el hombre de cuya mano ingresó al cine, y eso disparó en él la necesidad de recuperar su recuerdo. Así fue como Philibert volvió a las locaciones originales para investigar qué había sido de sus actores amateurs; y allí entrevista a los campesinos, mostrando parcialmente sus vidas actuales. La idea rectora es la de toda su obra: que se puede hacer una gran película con un tema minúsculo. "En cualquier café hay hombres y mujeres con sus historias diarias de sufrimiento. No tengo mensajes para dar, sólo preguntas."

Junto con el documental de Philibert, se exhibirán también el film de 1975 Yo, Pierre Rivière y el making off A propósito de Pierre Rivière, dirigido por Pascal Kané con intervenciones de Allio y de Foucault.

Fantasmas

La Universidad de Humboldt, Berlín, contiene un archivo con cientos de grabaciones sonoras de soldados indios que fueron tomados como prisioneros por las tropas alemanas durante la Primera Guerra en el campo de Halfmoon, Wunsdorf. "Me encontré con estos archivos mientras hacía una investigación para otra película." Así cuenta Philip Schefner el origen de su film Los archivos de la media luna (Alemania, 2007). "Era común que las tropas británicas y francesas tuvieran reclutas indios y africanos en las llamadas unidades coloniales. La idea de los alemanes que los tomaban como prisioneros de guerra era instigarlos contra sus líderes coloniales. Esa estrategia fracasó, pero los campos se convirtieron en centros de estudio cada vez más interesantes para los científicos alemanes: sus prisioneros exóticos servían para diferentes proyectos." Uno de ellos era la grabación de idiomas, llevada adelante por la Comisión Fonográfica Prusiana. "Cuando escuché las voces de los prisioneros –dice Schefner– fue como un encuentro con un mundo fantasma; sonidos del pasado que te rodean con sus historias." El film identifica la voz del indio Mall Singh, registrada a fines de 1916, "una entre las de cientos de soldados anónimos", cuyas imágenes permanecen borroneadas, apenas sugeridas por fotografías sin identificar, listas, archivos. "Los fantasmas siempre arrastran consigo un secreto, lo cual crea una narrativa muy específica, que escapa al control del narrador"; afirma Schefner: "No creo en los documentales que intentan completar los huecos de información, clausurar la historia. Intenté marcar justamente las ausencias. Y el hecho de que el sonido es más político que la imagen, porque involucra más de lleno a la imaginación".

La muerte en directo

En Imagen final (Argentina, 2007), Andrés Habegger –director de H (historias cotidianas)– sigue la pesquisa del periodista chileno Ernesto Carmona, que busca identificar al asesino de Leonardo Henrichsen, el camarógrafo argentino que filmó su propia muerte. Henrichsen trabajaba para la televisión sueca cuando el 29 de junio de 1973 tuvo lugar en Santiago de Chile el "Tanquetazo", alzamiento militar contra Salvador Allende que anticipó el golpe por el que fue derrocado poco después. Las famosas últimas imágenes registradas por Henrichsen muestran, de frente, a los soldados que le disparan desde un camión, hasta que el plano se desestabiliza y finalmente cae. Como el crimen tuvo lugar antes de la dictadura, la Justicia chilena lo trató como un delito común y unos años más tarde prescribió, sin que nunca se supiera quién había asestado el tiro final al camarógrafo ese día en el que murieron además otros 21 civiles. Pero Carmona volvió a los archivos y consiguió ponerle un nombre a quien debía ser, como mínimo, el autor intelectual del crimen, el militar hoy retirado Héctor Hernán Bustamante. Además, encuentra su paradero y va en su búsqueda, acompañado por la cámara de Habegger, quien también habla con la hermana de Henrichsen y con un antiguo compañero de trabajo de la televisión sueca –entre otros testimonios– y registra el escrache organizado frente a la casa de Bustamante. Se exhibirá un work in progress de la película, con la presencia de Habegger.

Otros documentales argentinos de esta edición del DocBsAs: Regreso a Fortín Olmos (los directores Patricio Coll y Jorge Goldenberg vuelven al norte de Santa Fe, donde en 1966 filmaron un documental sobre una cooperativa local de hacheros); Línea Sur, de Fabián Fattore, viaje por la Patagonia inspirado por la obra de Osvaldo Soriano; y Angeles caídos, de Pablo Reyero, sobre la vida de tres adolescentes, habitantes de una villa miseria.

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