El fracaso del fracaso
POR A.M.
En sus comienzos, el Club de los Polacos Fracasados sirvió de inmejorable escenario para El show del fracaso. El evento tenía lugar sólo esporádicamente y contaba, en cada ocasión, con tres referentes, cada uno de los cuales explicaba su proyecto malogrado, lo discutía con un “experto” y lo destruía –si quería– en una quema ritual. Eran bienvenidos todos aquellos que hubieran fracasado con proyectos comerciales, artísticos o meramente ociosos: “un negocio que naufragó, una novela inconclusa, un sistema de drenaje inútil para el jardín”. Un grupo de balalaica amenizaba los intervalos con temas alusivos como “Will to fail” de Katie Lee o “Born to lose”.
Los organizadores aseguran que el primer show “fue un éxito simplemente porque tuvo lugar”, pero el suceso de los que lo siguieron fue tal que para celebrar el cuarto hubo que buscar un sitio más grande. Sin embargo, el cambio de ambiente se debió también a que el concepto ya no cuadraba con la idea del Club. Aun cuando intente ser algo más que una especie de talk show de perdedores, El show del fracaso corre gustoso el riesgo de transformarse en un producto de consumo masivo. “Asegúrese sus tickets para el próximo espectáculo y no fracase antes de entrar”, reza, triunfal, la promoción de la quinta edición del show. Que –pese al éxito– siempre debe continuar.
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