Sáb 06.11.2010
radar

> MIGRANTE AúN NO IDENTIFICADO

Informe Especial

› Por Alma Guillermoprieto

De mi migrante no sé nada: no me dieron su nombre ni ningún otro dato que me pudiera ayudar a conocerlo. Y sin embargo lo siento como mío, y no entiendo su muerte. Pero como fueron decenas los muertos en esta masacre, y probablemente a estas alturas pase de mil el total en todo el país en años recientes, me parece útil comenzar a citar el informe que sigue, que fue escrito, publicado, e ignorado antes de que la enorme tragedia de los migrantes nos diera en la cara a todos. Debido a su situación migratoria irregular, los migrantes no acuden a la autoridad y, por el contrario, se alejan de ella; son fácilmente detectados por quienes quieran abusar de ellos; no saben que pueden acudir ante la autoridad para denunciar abusos y delitos en su contra, o bien prefieren no hacerlo para no ser devueltos a su país. Todo lo anterior los hace sujetos potenciales de una gran cantidad de riesgos y abusos y los coloca en un estado de indefensión. Así, con frecuencia son víctimas de bandas organizadas y en muchas ocasiones de autoridades federales, locales y municipales, especialmente de las encargadas de la seguridad pública... Testimonio de un migrante guatemalteco: “Nos tenían en un cuartito en el que hacía frío, con aire acondicionado, nos habían puesto dos pantalones y nos tiraban agua helada con una manguera, estábamos temblando de frío todo el tiempo. En todo este proceso seguían tomándonos fotos, todo era para sacarnos el dinero. Recuerdo que los primeros tres días nos tuvieron sin comer...; sólo hubo uno que no tenía dinero, no tenía quién lo ayudara y ahí mismo lo mataron frente a nosotros, a batazos en la cabeza, donde le cayeran, era un salvadoreño..., con el primer golpe en la cabeza lo desmayaron, le seguían pegando en el estómago, y luego entre cinco le pegaron, todos al mismo tiempo...; a mí me abrieron la cabeza de un batazo y en el brazo me pegaron con la cacha de la pistola, también me pegaron en la nariz con una nueve milímetros. Mientras me golpeaban, estaban filmándome, como con seis cámaras y tres computadoras... Cuando nuestras familias pagaron, nos montaron en una camioneta y nos fueron a tirar a un río, nos vendaron los ojos y nos botaron ahí, junto al cuerpo del salvadoreño que habían matado, pegaron disparos al suelo y nos dijeron que nos tiráramos al río”. Informe especial sobre los casos de secuestro en contra de migrantes. Comisión Nacional de Derechos Humanos México, D.F., 15 de junio, 2009

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