Casi veinte años antes de convocarlo para Juntos... pero no tanto, Reiner filmó esta otra película con Michael Douglas, que no fue tan exitosa como otras de las que el director hizo en los ’90, como Misery, su segunda, notable adaptación de un libro de Stephen King, con Kathy Bates como la temible fan número uno y James Caan como el escritor cautivo; ni mucho menos como lo fue Cuestión de honor, drama de juicio militar con las hot–stars del momento Tom Cruise y Demi Moore, pero por encima de todo con la famosa escena de Jack Nicholson gritando: “Sí, yo ordené el Código Rojo” (cortesía del aún joven Aaron Sorkin). No, Mi querido presidente (An American President, 1995) no fue justamente valorada, pero eso tal vez se deba a que emprendió un experimento polémico: hacer una película como las de Frank Capra, que capturara los tiempos políticos que corrían, con todo el optimismo y el progresismo del director de ¡Qué bello es vivir! que le habilitaba la canchera administración Clinton. La jugada era riesgosa –incluía detalles oscuros sobre las primeras “misiones” en Medio Oriente–, pero interesante y absorbente. El reparto incluía, antes de West Wing, a Martin Sheen, y antes de Spin City, a Michael J. Fox, quien por un momento pareció, junto con otros de su generación, como Tom Hanks, el protagonista perfecto –el demócrata perfecto– para este nuevo Capra que no fue. Después de ésta, a Reiner le quedaban dos películas interesantes: Nuestro amor (con Michelle Pfeiffer y Bruce Willis) y más recientemente Flipped, donde volvió un poco al terreno de Cuenta conmigo, pero ya no volvió a ser el que había sido.
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