SANTA FE
Ahora suman trece los procesados por los salvajes asesinatos del 11 de abril pasado, donde murieron catorce presos rosarinos. Quieren que se profundice sobre si hubo zona liberada
La Cámara Penal de Santa Fe (Sala IV) confirmó el procesamiento de ocho imputados por la masacre en la cárcel de Coronda que le costó la vida a catorce presos rosarinos el 11 de abril último y ordenó al juez Jorge Patrizi (Instrucción 8º) que profundice la investigación de la hipótesis más temida por el poder: si una supuesta zona liberada facilitó la cacería de víctimas indefensas y encerradas a merced de sus ejecutores, con lo cual vuelven a quedar bajo la lupa jefes, oficiales y guardias del Servicio Penitenciario. En la causa ya estaban procesados otros seis internos: cinco que no apelaron la resolución de Patrizi y un sexto que la recurrió más tarde que los demás, por lo que la Sala deberá resolver en lo inmediato sobre su situación procesal. Patrizi es el magistrado que a fines de noviembre se quedó con la causa por la catástrofe del río Salado ante la decisión de su colega Diego de la Torre (Instrucción 7º) de apartarse del expediente porque fue recusado por la defensa, así que ahora la opinión pública podrá valorar su actuación en procesos de gran repercusión social o que rozan el poder político.
La Cámara ratificó la resolución de Patrizi de procesar a ocho acusados por la masacre: Oscar Gutiérrez, Juan Pablo Cantero, Marcelo Enrique, José y Diego Ifrán, Gastón Stromayer, Rafael Mario Lemaire y Cristian Daperno, en algunos casos como autores y en otros como partícipes principales de los delitos de "privación ilegítima de la libertad agravada, homicidio calificado por alevosía y por el concurso premeditado" de catorce personas y "tentativa de homicidio" en dos casos con los mismos agravantes. Pero a estos ocho deben sumarse otros seis procesados. Cinco que no apelaron la resolución de primera instancia: José Rojas, José María Reyes, Rodrigo y Luis Romero y Carlos Aranda. Y un sexto: Juan Pablo Massa que la recurrió más tarde que sus compañeros de causa. Así que -en total hay catorce victimarios en el banquillo, la misma cantidad que víctimas, todas oriundas de Rosario, que fueron asesinadas con chuzas y lanzas. Los acusados tomaron dos guardias como rehenes, coparon gran parte de la cárcel y desataron una matanza selectiva de presos rosarinos y después incendiaron pabellones y produjeron grandes destrozos.
El fallo de la Cámara que ordena al juez Patrizi investigar si hubo una zona liberada resalta el testimonio de uno de los agentes del Servicio Penitenciario, Oscar Yosviak, tomado como rehén la noche de la masacre. En una entrevista exclusiva con la revista Entre Líneas, el guardiacárcel no descartó que detrás de la matanza haya existido "una entrega". Puso en tela de juicio "el extraño comportamiento" de su compañero y aseguró que el juez que investiga la causa recibió un plano de los pabellones en el que figura un portón que "no existe".
El 11 de abril, cuando comenzó la pesadilla, Yosviak estaba en la planta baja del pabellón 7. "De golpe apareció uno de los presos por la escalera. Lo extraño es que no se había sentido ruido de rotura de candado ni nada parecido y además es más raro aún que un interno se anime solo a encarar a dos guardias. Lo cierto es que se apareció con dos facas de unos cincuenta centímetros de largo y yo, por instinto natural y para sobrevivir agarro una silla y empiezo a pelear".
-¿Qué hace su compañero en ese instante?
-Cuando el preso aparece él le dice: "Tranquilo Chino, hacé las cosas bien". Lo recuerdo patente.
-¿Cómo sabía el guardia que el atacante era "el Chino"?
-No sé, porque estaba encapuchado con uno de esos cuellos polares y no se le veía la cara -contestó Yosviak.
El testigo relató los presos que lo tomaron de rehén "no estaban drogados. Tenían en claro lo que tenían que hacer y eso agradezco, el hecho de que hayan estado frescos, de lo contrario me mataban".
Cuando lo trasladaron al pabellón 11, recordó que "todos estaban dentro de sus celdas porque ese día cerca de las tres de la tarde parece que había habido una pelea y entonces habían sido encerrados. Los internos gritaban ya sabían lo que se venía. Empiezan a buscar a uno por uno y me hacen abrir las puertas. Entraban y se sentían los gritos de desesperación, era una carnicería. Tenían una lista y los iban buscando de a uno", dijo Yosviak, en un relato de escalofríos.
-¿A partir de qué momento empieza a sospechar que los presos no pudieron haber actuado sin algún tipo de complicidad externa?
-Estando internado viene a verme mi otro compañero, el que había sido tomado de rehén conmigo, no parecía preocupado en nada. Yo me alegré de verlo, le pregunté si le habían pegado mucho y él sólo se ocupó de dejarme en claro que "tenemos que ponernos de acuerdo en lo que vamos a declarar. Junto a ese episodio, el empleado del servicio penitenciario también sentenció que su compañero le "salvó la vida al preso que lo llevaba de rehén" en un sospechoso episodio y que los presos llamativamente le "devolvieron las esposas y el celular".
En el reportaje, Yosviak aseguró que el juez Patrizi recibió un plano de la cárcel de Coronda en el que figura una reja que "no existe. De haber estado esa reja la masacre no se hubiese podido consumar", puntualizó.
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