Desde Santa Fe

Cuatro policías que investigaron el asesinato de Silvia Suppo en marzo de 2010 declararon ayer ante el Tribunal Oral que juzga a los dos imputados por el crimen, Rodrigo Sosa y Rodolfo Cóceres. La tanda la cerró el comisario Carlos Alberto Flores, que hoy está preso por el caso del joven crucificado en Frontera, en mayo de este año. "¿Dónde trabaja?", quiso saber la presidenta del Tribunal, María Ivón Vella. "Estoy detenido", le contestó. Lo que no dijo, porque la jueza no se lo preguntó, es la causa: supuesto "homicidio en grado de tentativa" y "lesiones gravísimas" por tres hechos, entre ellos el del chico que la Policía de San Francisco encontró atado con cintas a un palo que le atravesaba la espalda en cruz y le cubrían parte del rostro. Flores era jefe de la comisaría de Frontera y hoy está procesado -en primera y segunda instancia- , a disposición de la jueza de Rafaela, Cristina Fortunato, quien en marzo de 2010 era la fiscal que intervino en el homicidio de Suppo. El juicio pasó para el año que viene, así que la próxima audiencia será el 4 de febrero.

En la investigación del asesinato de Silvia operaron dos grupos: uno al mando del jefe de la seccional 1ª de Rafaela, Dante Giménez - que declaró el viernes- y tenía como "secretario", a Flores. Y la brigada de investigaciones, a cargo de su jefe, Horacio Luis Maidana y uno de sus segundos, Cristian Nagel.

El cuarto policía que declaró ayer es Néstor Sergio Monzón, que intervino en la detención de Sosa y Cóceres en Santa Fe, en el barrio San Agustín, a las 48 horas del crimen, pero también se escudó -como sus colegas- en la desmemoria.

El comisario Flores se sentó frente al Tribunal y atrás de él, su custodio. Juró decir verdad, dijo que es policía y tiene 33 años. "¿Dónde trabaja?", le preguntó la jueza Vella. "Estoy detenido", respondió. Un rato antes lo habían traído de la cárcel de Las Flores. El fiscal Martín Suárez Faisal le pidió que relate que hacía en marzo de 2010. "Estaba en la seccional 1ª de Rafaela, era sumariante", le dijo. Y después aclaró que Giménez, el jefe de la comisaría, lo había designado "secretario de actuaciones". Tiempo después, lo ascendieron a jefe de la comisaría de Frontera.

- ¿Conoce a los imputados? -le planteó el fiscal.

- Los conocí con motivo de la detención.

- ¿Y antes?

- No respondió Flores. Y ahí, volvió a explicar que instruía el sumario y "tomaba testimoniales". "Le tomé declaraciones a los hijos de la víctima (Marina y Andrés Destéfani)"

- ¿Participó en algún allanamiento? -preguntó Suárez Faisal.

- No.

- ¿Recuerda el allanamiento de Grierson 2508? -insistió la abogada querellante, Lucila Puyol.

- Es el domicilio de Sosa sorprendió Flores.

-Pero usted recién dijo que no había participado en ningún allanamiento -le recordó la jueza Vella.

- No recuerdo -se atajó Flores. Le refrescaron la memoria con el acta que él mismo había confeccionado en ese operativo. ¿Ahí está su firma? ¿Recuerda haber participado?

- Si -admitió Flores. Y apuntó que en la casa de Sosa hubo "otros allanamientos anteriores por otros hechos contra la propiedad".

- ¿Cómo se llegó a ese allanamiento? -planteó el otro abogado de la querella, Guillermo Munné. La pregunta es repetida porque, hasta ahora, no explicaciones legales que fundaran ese procedimiento.

- No lo recuerdo -repitió el comisario. Aunque al toque, ante una pregunta del defensor oficial, Martín Gesino, aceptó que él también había confeccionado el acta del allanamiento de la casa de Sosa, en Rafaela, "de puño y letra".