SANTA FE › LA COMUNIDAD JUDíA DE SANTA FE RECHAZó LA DESIGNACIóN DE GARRO.
Es el flamante jefe de la Unidad Regional I de Santa Fe y fue ratificado en su cargo dos veces en las últimas 48 horas. Pero ya el escándalo en torno de las denuncias en su contra por discriminación, malos tratos y la tenencia de símbolos nazis en su oficina, parece imparable.
Desde Santa Fe
La comunidad judía de Santa Fe rechazó ayer la designación del nuevo jefe de la Unidad Regional I, Juan Pablo Garro que asumió el miércoles, pero el secretario de Seguridad Pública de la provincia, Gerardo Chaumont, lo volvió a confirmar en el cargo por segunda vez en 48 horas. El entredicho es por el pasado de Garro, quien en 2006 fue denunciado por supuestas actitudes "discriminatorias" y "antisemitas" y hasta le encontraron un cuadro con símbolos nazis en su despacho, pero la causa judicial tuvo un trámite express y se archivó a los pocos meses. "Es un caso cerrado", sentenció Chaumont. Y reiteró en defensa de Garro que "no vamos a iniciar una caza de brujas". Desde la Asociación Israelita I. L. Peretz, le contestaron que no se trata de eso, sino de "designar funcionarios probos y democráticos" y pidieron al ministro del ramo, Raúl Lamberto y a su colega de Gobierno, Rubén Galassi, una audiencia para plantear su "preocupación" por la trayectoria de Garro, quien el 23 de diciembre "un semana antes de convertirse en jefe de la URI fue ascendido por el gobernador Antonio Bonfatti al segundo grado del escalafón, director de Policía, por el decreto 4887.
Chaumont ya había respaldado a Garro apenas éste asumió su cargo. "Si no está imputado o condenado puede estar en la fuerza", lo justificó. Y lo mismo hicieron otros dos funcionarios del gobierno: el abogado Miguel Picca (ex jefe de gabinete de Lamberto y hoy su delegado personal en el Nodo 3) y el director de Asuntos Internos, Julián Aranda, al coincidir que la investigación a Garro no prosperó y terminó en el archivo, a los cinco meses.
Ayer, ante la "preocupación" que provocó en la comunidad judía el nombramiento de Garro, Chaumont lo volvió a confirmar por segunda vez en 48 horas. "No hay nada contra él", dijo. "En principio, este hecho habría ocurrido en 2006 y digo habría porque las actuaciones fueron archivadas sin más. Y desde 2006 hasta 2015, este funcionario no estuvo en su casa, sino que prestó servicios y a entera satisfacción de todos sus superiores". Por lo tanto, "este es un tema que debería darse por superado, salvo que surgieran nuevos indicios, pruebas o actitudes de aquí en más, que hagan presuponer que no sea del todo idóneo para el cargo o que no se ajuste a las normas éticas que exigimos".
Entonces, ¿el caso Garro está cerrado y en la justicia no hay nada" "le planteó un colega de LT10.
Exactamente. A nuestro entender, no hay nada. Si alguien tuviese algo, se agradecería que lo presente. Y así como no vamos a aceptar a ningún policía fuera de la norma, tampoco vamos a iniciar cazas de brujas por hechos que ocurrieron en 2006. Garro ha seguido cubriendo sus servicios de manera altamente aceptable. Fue jefe de unidades regionales y nadie dijo absolutamente nada en su contra "cerró Chaumont.
El presidente de la Asociación Israelita I.L Peretz, Jaime Kessler y uno de sus directivos, Daniel Silber, rechazaron la pretendida ironía de Chaumont sobre la "caza de brujas". "La obligación del gobierno no sólo es nombrar a un funcionario, sino que ese funcionario sea probo y democrático", dijo Kessler. Mientras que Silver planteó que "el gobierno debería ser más cuidadoso con las designaciones, a partir de que ya hubo experiencias nefastas. Y no hablo sólo del ex jefe de Policía (de la provincia, Hugo) Tognoli, sino también de otro jefe de la Unidad Regional II que era muy cuestionados por sus antecedentes y sus prácticas. Así que en este caso, ameritaba analizar esos antecedentes (de Garro) y designar a otro funcionario. Y más, cuando se trata de un jefe de Policía que debe tener un foja de servicio que ni siquiera se la pueda mirar de reojo", agregó Silber.
El arquitecto Kessler consideró el ascenso de Garro como "una reiteración de actitudes del gobierno respecto a los nombramientos en la Policía. Ya hemos tenido un jefe de Policía ligado al tráfico de drogas y otras situaciones".
"Si este policía trata a su propio subalterno lo trata de morocho y lo desprecia porque está casado con una judía, ¿qué podemos esperar ante una actitud de un muchacho de origen boliviano o peruano o de origen asiático o porque es gordo, flaco u homosexual? Este tipo de personas no pueden dirigir más la Policía. Ya de por sí, es una fuerza que heredó vicios de la dictadura y hay cosas que no se han corregido, a pesar de todas las sugerencias de los organismos que se preocupan por esto", concluyó Kessler.
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