SANTA FE › SIETE DíAS EN LA CIUDAD
Lifschitz mejoró su trato con el gobierno de Cambiemos. Se sacudió el mote de ser "el gobernador que menos colabora". Entiende que no son momentos para una oposición marcada. Pero atiende los crecientes problemas en la industria, el empleo y la conflictividad social que generan las políticas nacionales.
› Por Leo Ricciardino
El gobernador Miguel Lifschitz ha comprendido más temprano que tarde que no es momento de estar demasiado en contra del gobierno nacional. Como la CGT reunificada, sabe que no hay clima para un enfrentamiento a cielo abierto, por eso se muestra ahora más disciplinado y queriendo sacarse de encima aquel mote de ser "el gobernador que menos colabora con la gestión nacional", como le dijo el propio presidente Mauricio Macri. Los conflictos se fueron encaminando. Las fuerzas federales llegaron no se ven mucho por Rosario, pero están aquí y las tensiones con la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, se fueron disipando.
Santa Fe supo hacer los deberes y adhirió al blanqueo nacional porque sabe que para Cambiemos era un paso importante, ya que la medida que pretendía recaudar algo así como 20 mil millones de dólares está muy lejos de esa cifra y puede ser considerada un fracaso, sin llegar a exagerar. Claro que el socialismo debió explicar como pudo porqué votó en contra de esta medida en el Congreso de la Nación e impulsó su adhesión aquí en la provincia. Pero hoy por hoy no hay demasiadas cosas difíciles de explicar en la política.
Pero ahí estuvieron los diputados Héctor Cavallero y Carlos Del Frade para señalarle al oficialismo santafesino una contradicción flagrante: si por un lado se ufanan de llevar adelante una megacausa que investiga fraudes inmobiliarios y lavado de activos, ¿cómo es que por el otro lado se propicia que capitales de origen dudoso puedan ser blanqueados también en Santa Fe? "Desde nuestro bloque entendemos que el Estado debe proteger a los trabajadores, a los pequeños y medianos empresarios de la ciudad y el campo, a los profesionales, a los jubilados y pensionados y al Pueblo en general, que trabajan, producen y tributan en Argentina. Y no a los más poderosos económicamente, que no confiaron en Argentina y contribuyeron con sus conductas egoístas y cuestionables, por lo menos, desde el punto de vista ético y moral, al deterioro de la calidad de vida de sus compatriotas", dijo el diputado Cavallero.
Lifschitz aún espera alguna devolución de gentilezas de parte del ministro de Economía, Alfonso Prat Gay, para que autorice a la provincia por el endeudamiento de 500 millones de dólares para grandes obras de infraestructura que deben ser avaladas por el Estado Nacional. También, por supuesto, un acuerdo integral para la devolución de los más de 30 mil millones de pesos que se fueron acumulando a favor de la provincia, al no haber traspasado su Caja de Jubilaciones.
En los medios nacionales, Lifschitz trata de mostrarse como un gobernador que, a pesar de ser socialista, entiende los avatares que plantea el renovado escenario político donde hay un peronismo que no deja de cabecear para varios lados a la vez, intentando encontrarle un sentido y una centralidad política a su existencia. Como el saltador ornamental de categoría, trata de zambullirse desplazando la menor cantidad de agua posible. Pero a veces se nota y salpica. No puede evitarlo.
La crisis del peronismo le da una oportunidad al "progresismo" a nivel nacional en un futuro, entiende Lifschitz. La proyección de Hermes Binner se dio en un momento muy poco apropiado: la perdurable hegemonía kirchnerista en 2011, y el giro hacia la derecha en 2015, cuando todo lo sólido se desvanecía en el aire con las fugas de Elisa Carrió y Ernesto Sanz. Como dijo Carlos Reutemann en su momento, "yo veía que el tema venía para el lado de la izquierda", en relación a los inicios del kirchnerismo. Con todo, el socialismo debe preocuparse por cuestiones más urgentes, como una estrategia certera para mantener el Frente Progresista en la provincia y reciclarse de alguna manera si quiere tener alguna chance en 2017 y 2019.
Pero la realidad es la única verdad, o al menos debería serlo. Por eso Lifschitz suelta a su ministro de Producción, Luis Contigiani, para que siga señalando la crisis que atraviesan los sectores productivos de la provincia. Cada informe del Observatorio de ese ministerio, elaborado conjuntamente con la Federación de Industrias de Santa Fe, arroja resultados aterradores en caída de producción y ventas, ataques de las importaciones y destrucción de empleo por goteo en cada rama que se analice. La UOM Rosario ha admitido que negoció con empresarios quitas en los aportes patronales para mantener un puesto de trabajo por un año. Esa es la realidad. O la del calzado, cuya industria tiene base fuerte en Santa Fe y ha visto caer la venta de sus productos en 30 millones de pares en los últimos tiempos.
Lifschitz mira de reojo estos datos y los comparte con industriales y gremios como en la reunión que tuvo esta semana, donde todos le acercaron la preocupación en materia productiva y hacia el futuro inmediato. Más allá del polémico bono de fin de año (muchos gremios ya completaron paritarias con un bono superior al que la CGT logró que avale el gobierno nacional); la retracción en la actividad económica hace estragos similares a la importación abierta o los tarifazos energéticos. Participaron del encuentro miembros de la Asociación Industrial Santafesina (Asisfe) que nuclea a la UOM, Smata, Ceramistas, Sindicato de la Carne, Alimentación, Vidrio, Plásticos, Madera, Papeleros, Calzado y Madera, entre otros; además de autoridades de la Fisfe. Asistieron, Antonio Donello, Daniel Gutiérrez y Pablo Cerra, de la UOM; José Orpianesi (Plástico); Miguel Fuentes (Calzado); Ernesto Rodríguez y Susana Quiroz (Madera); Antonio Milici (Smata); Marcelo Ayimen (Vidrio); y Ricardo Diab, Guillermo Moretti, Carlos Garrera, Claudio Mossuz, Walter Andreozzi y Mariano Ferrazzini, de Fisfe; entre otros. Guillermo Moretti, presidente de Fisfe, subrayó que "el balance de la reunión fue muy positivo; la misma preocupación que tienen los trabajadores también la tenemos los industriales, la caída del consumo interno nos afecta a todos los argentinos".
El gobernador también mira el costado social. Sabe por los informes del área social que en los barrios el deterioro en la calidad de vida se puede ver día a día. Se nota en los refuerzos que deben mandar a los comedores escolares y comunitarios por los cientos de familias que volvieron para anotarse por una ración diaria. Por eso el gobernador dispuso un plan preventivo para que "no haya desbordes" en diciembre. Si bien se encargó de señalar que "no ven un clima conflictivo" es claro que las previsiones no están demás teniendo en cuenta la historia del último mes del año en la Argentina y la realidad que marca la violencia en sectores populares de Santa Fe y Rosario, principalmente. Por eso ya se habla de dejar a las escuelas abiertas en las vacaciones con el fin de contener a los más chicos durante esa época del año. Es claro que esta institución suele ser en algunas zonas como el último fortín de un Estado que tiene cada vez más problemas para llegar a algunos sectores donde crece la demanda de manera urgente.
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