SANTA FE › GRISELDA TESSIO, MANO A MANO CON ROSARIO/12
Se identifica como una militante social, de los Derechos Humanos y del conocimiento. "Es bueno que se termine una hegemonía monocorde de más de 20 años", dijo al explicar por qué aceptó acompañar a Hermes Binner.
› Por Guillermo Zysman
Es viernes. Son las cinco de la tarde. Hace apenas minutos, la doctora Griselda Tessio entregó las llaves y retiró sus últimas pertenencias de su despacho en los Tribunales Federales de Rosario. "No es fácil, fueron 22 años de carrera", remarca la ex fiscal federal. Ese largo paso por la Justicia, confiesa, la hizo dudar y mucho sobre su lanzamiento a la arena política. "No fue fácil tomar la decisión. Fue muy difícil porque yo me encariño con los lugares, las personas, los olores con las prácticas. Fueron muchos años de peleas", agrega. En su primer reportaje a fondo con Rosario/12 desde su presentación como compañera de fórmula de Hermes Binner, Tessio explicó las razones por las cuales decidió ser candidata a vicegobernadora, anticipó las cuestiones que le interesa aportar desde su militancia en la defensa de los Derechos Humanos, trazó un diagnóstico de la situación de la provincia, enumeró algunos aspectos urgentes que un eventual gobierno del Frente Progresista deberá abordar y arriesgó una conjetura sobre el futuro de la cúpula radical que todavía resiste su nombre. "Si siguen tensando la cuerda, van a quedar aislados no sólo del resto de los dirigentes que adhieren al Frente sino de la sociedad. No hay mucho margen". De inmediato calificó de "banal y pueril" las declaraciones del vicepresidente de la UCR, Juan Carlos Millet por haber calificado al Frente como "un rejunte de partidos".
-¿Qué la hizo definirse, dejar la Fiscalía y volcarse a la política?
-Fueron muchas las razones, lo pensé mucho. Creo que el derecho es una práctica social y política, contra lo que a veces se enseña en las facultades, que el poder judicial es apolítico, puede ser apartidario, porque de lo contrario negaríamos nuestra condición de sujetos de la polis. El derecho ofrece soluciones -mejores o peores, depende las leyes y los actores que la aplican- al caso particular. Pero triangulizado por ese caso particular, algunos podemos recorrer el hilo, a partir de ese caso y llegar hasta estructura macro de lo social. Siguiendo ese razonamiento, el derecho es genuinamente una práctica social. Y la política es una práctica social. La diferencia es que en lugar de estar atada al caso concreto puede ofrecer diagnósticos y soluciones de lo general. Yo que estuve en mi carrera de fiscal fundamentalmente trabajando en el terreno de los Derechos Humanos, de repente pensé: se puede desde lo político abarcar más, utilizar la experiencia de campo que traía de lo jurídico a la política, si bien son prácticas y reglas de juego diferentes.
-¿Se sentía encorsetada en la Justicia?
-No me sentí encorsetada, si sentí muchas veces que había cuestiones más sociales que jurídicas. Por ejemplo, la cuestión de la inseguridad, o la droga, muchas veces hubo campañas de demonización de los estupefacientes y ese no es un tema estrictamente policiales o judiciales. Son temas sociales. Como tales hay que proponer soluciones políticas y sociales mucho más amplias que lo estrictamente penal.
-Al respecto, ¿está a favor de la despenalización del consumo, de la tenencia para uso personal de las drogas?
-Es un debate interesante que nos debemos. Rescato fallos garantistas de la época de Alfonsín, los fallos de la Corte (Capalbo y Basterrica) en donde en determinadas circunstancias prima inexorablemente el artículo 19 de la Constitución, aquel que habla de los actos privados que no ofendan el orden y la moral pública. Sobre el tema hay múltiples presiones de determinados grupos, sectores, lobbys y mucha gente se explaya con más soltura en los ámbitos académicos.
-¿Qué le quiere aportar Tessio a la política?
-Una de las razones que me hicieron lanzarme a la política fue que entre los programas y las propuestas del Frente hubo una especie de referencialidad a temas que me preocupaban desde hace mucho. Creo que es bueno que se termine una hegemonía monocorde de más de 20 años de gobiernos de un sólo signo en al provincia. En lo personal, más allá del rol institucional que la Constitución le otorga a una vicegobernadora creo que se pueden reservar espacios, se pueden ofrecer aportes, espacios relacionados con la educación, los Derechos Humanos, la justicia. Creo que estoy en condiciones de decir algo. Pero fundamentalmente creo que ya es hora de cambiar la cultura política de la provincia. Es hora de pensar otras lógicas jurídicas y otras estrategias, todo eso está encuadrado en un concepto madre: la ética. No se puede, a pesar de la globalización, la posmodernidad, el fin de la historia y todas esas cosas que se dijeron, no se puede pensar a la política sin ética. Haberlo pensado así durante años, con enormes bolsones de corrupción en la política, de forma frívola y farandulizada llevaron a un gran escepticismo del ciudadano hacia la política. Eso es peligroso.
-¿Percibe resabios de esos bolsones de corrupción en la política santafesina?
-Sin dudas. Recién empiezo a estudiar la situación, pero cualquier politólogo, cualquier sociólogo puede percibir cómo el Estado puede proteger formas ilegales de hacer política o formas que sin necesariamente ser ilegales son espurias. Eso lleva indefectiblemente a un apartamiento de los ciudadanos. Eso es peligroso porque la democracia republicana sin política no es democracia.
-¿Qué impresión le ha causado Binner?
-Muy buena, tenemos muy buenas sintonía en cuestiones prácticas referidas a políticas concretas y también en cuanto a principios, convicciones. Lo conozco hace poco pero creo que podemos funcionar bien en conjunto.
-¿Cómo fue el ofrecimiento para integrarse a la fórmula?
-Hubo un programa radial, el periodista Pablo Feldman le preguntó a él sobre mi persona, él no me conocía, estuvo muy elegante, dijo que le gustaría que yo sea su compañera de fórmula. Ahí la prensa empezó a preguntarme insistentemente y la mayoría no me creyó que no sabía nada. Después de eso, un grupo mayoritario del radicalismo, los radicales por el Frente me ofrecen esa postulación que yo dudé muchísimo en aceptar. Casi en simultáneo me lo ofreció después el doctor Binner.
-¿Cómo definiría su posicionamiento político diría que es una mujer de centroizquierda?
-Creo que esos conceptos están un poco confundidos, sirvieron para determinar sectores hasta la década del 60 del siglo pasado. Soy una persona de formación progresista. En la Argentina nadie dice, ni la gente de derecha, que es de derecha, nadie lo reconoce, no es políticamente correcto. Me identifico como una militante social, como una militante de los Derechos Humanos y del conocimiento. Soy profesora universitaria, gané mis cátedras por concurso he sufrido múltiples cesantías en cada ruptura institucional, tanto con Onganía como en la última dictadura. Me persiguieron mucho. Eso es un compromiso y un condimento importante que yo llevo a la política.
-¿Cómo definiría usted el progresismo?
-Formas de pensar la política desde el centroizquierda, si el centroizquierda significa que el Estado garantice justicia social, mejorar la educación, dignificar el trabajo, mejorar la salud, asegurar los Derechos Humanos, lucha contra todo tipo de discriminación, asegurar formas equitativas de reparto de la renta. Si eso es ser centroizquierda, la mayoría de los que conformamos el Frente pertenecemos al centroizquierda
-Esos mismos postulados que usted enumeró los plantean a la vez otras fuerzas políticas. Por caso el Gobierno nacional tiene un discurso similar. ¿Cree que el gobierno de Kirchner es progresista, de centroizquierda?
-En algunos aspectos de la agenda política sí. El gobierno nacional el tema de los Derechos Humanos lo instaló fuertemente en la agenda para el desarrollo de las causas. Tampoco me olvido y eso lo traigo como una cuestión referencial casi de familia, el compromiso de Alfonsín en el enjuiciamiento a las juntas. Poco antes de la elección del 83 en el estudio de mi padre, tuvimos una conversación, yo siempre me colaba en esas charlas, y allí el doctor Alfonsín, hablando como hablan los políticos para la posteridad, dijo yo voy a sentar a los militares en el banquillo de los acusados. Confieso que tuve mis dudas, pensé incluso que no iba a ser posible. Lo pudo hacer. Rescato ese logro del gobierno de Alfonsín en materia de Derechos Humanos, es una referencia ineludible.
-¿Cree que en algunas cuestiones el gobierno nacional no se decide a avanzar en una agenda progresista?
-Sí, incluso en algunas cuestiones vinculadas a Santa Fe como las retenciones al agro que son millonarias y no vuelven a la provincia en concepto de coparticipación. Eso puede ocurrir por múltiples factores, tal vez porque las provincias ante la hegemonía del gobierno nacional han perdido márgenes de autonomía.
-¿Cuál es su diagnóstico de la situación general de la provincia?
-El primer interrogante que surge es si la situación es tan próspera, si el PBI provincial crece a un ritmo sostenido, qué pasa entonces con los enormes huecos de marginalidad, de pobreza, de exclusión social, de falta de empleo genuino. Hay en la actualidad en la provincia, lo que se llamaba en el siglo XIX un ejército de reserva y lo que llamaríamos en la actualidad una masa prebendaria, clientelista que tampoco hace bien a la democracia.
-¿Esa masa es funcional al modelo?
-Sí, para algunos proyectos políticos sí. Ahora, si uno quiere un sujeto ciudadano constitutivo en el conocimiento de sus derechos y obligaciones tenemos que convertir ese sujeto en alguien digno con trabajo, vivienda, educación para sus hijos. Es bastante fácil decirlo. Somos conscientes que será una tarea complicada, con obstáculos y que necesitará seguramente mucho más tiempo que lo que dura un mandato. Hay que refundar el Estado.
-Ya está pensando en la reelección.
-No, no (risas).
-¿El ciudadano podrá percibir esa refundación en el día a día? ¿Cambio de qué tipo habrá?
-Me conformaría que el ciudadano común nos crea que va a producirse un cambio en la forma de hacer política, en el manejo de los fondos del Estado, que vamos a pasar de zonas de enriquecimiento a la austeridad republicana. Tengo como modelo el gobierno de mi padre, el de Illia, el de Silvestre Begnis, el del mismo Frondizi, el de Balbín. Personas que perdieron sus patrimonios en su paso por la función pública. Aquí conozco mujeres de políticos que van a comprar cortinados a Miami. Yo hace 40 años que tengo la misma casa.
-¿Qué es lo más urgente que deberá impulsar un eventual gobierno del Frente?
-Por los temas que yo manejo, Binner maneja otros, uno de ellos es el nuevo Código Procesal penal de la provincia que el gobierno ha concluido y que modifica la justicia y la forma de impartirla.
-¿Está de acuerdo con el trazo grueso de esa reforma?
-Sí, aunque tengo algunas discrepancias técnicas es un cambio de cultura judicial. Lo que hay que estudiar es la ley de financiamiento de ese código, de lo contrario será letra muerta. También estamos trabajando en la política criminal que debe llevar adelante el Estado provincial: debemos asegurar la persecución del delito garantizando la seguridad a la población. De inmediato surgen varios temas en cascada. Las cuestiones de derecho penal no son tan sencillas porque no son específicamente policiales, no son sólo judiciales, es una cuestión del Estado. Está vinculado a la educación, a la reinserción social de los excluidos, allí vamos a conocer el mapa del delito, perseguir algunas situaciones de violencia. Cuando hay barrios enteros que viven excluidos, donde hace tiempo se ha roto el contrato social, donde la sociedad entera los separa y los trata como sujetos subhumanos no podemos pretender conductas no violentas. Desconocer lleva a criminalizar y demonizar prácticas sociales que pueden solucionarse de otra forma. Es peligroso pensar que esto se resuelve con tolerancia cero, con agravamiento de penas. Mientras tanto tiene que haber planes de reinserción social. Entendamos que se trata de sujetos sin educación, con familias dislocadas, con pérdida de capital simbólico, sin un lugar en el mundo para guarecerse. No podemos pretender que viva heroicamente, en realidad no vive, está sobreviviendo. Y en esto somos responsables todos.
-¿Cómo compatibiliza sus intenciones, sus conceptos vinculados a la "nueva política" con la negociación con los radicales que exigen cargos?
-No estoy involucrada en ningún partido, si la aceptación de mi nombre está sujeto a una aritmética de cargos no me puedo hacer eco ni responsabilizarme de ello.
-Usted habló del descreimiento de la población hacia la política, no se le escapa que los ciudadanos al leer las declaraciones de Millety Michlig se alejan más.
-No cabe dudas, pero hay un efecto boomerang en la población, muchos piensan que hay una oportunidad histórica para cambiar las cosas. Si se sigue tensando la cuerda algunos grupos van a quedar aislados de la sociedad, es mi conjetura.
-Algunos dicen que si el Frente es una reedición de la Alianza que si tienen problemas para consensuar una fórmula no podrán gobernar por la diversidad en los orígenes
-Pero acá los problemas no se dan en los orígenes, las rispideces se dan en un partido. Son discusiones que se habrían dado en el radicalismo con Frente o sin él. Las tensiones no son entre el ARI y el socialismo, sino en la UCR. Ese tensamiento es funcional al adversario.
-Volviendo a las discrepancias al interior del Frente, Millet lo criticó por ser un rejunte de partidos, donde confluye el PDP y el PC.
-La idea del rejunte discepoliana, todos revolcados en el mismo barco se ha instalado desde hace una semana. No sabía que el autor intelectual era Millet. Las palabras tienen una carga, y a veces las palabras lastiman como cuchillo. Radicales y socialistas vienen construyendo juntos desde el año 95. La idea del rejunte me parece un poco banal, hablar de un frente en términos de rejunte es banalizar la actividad política. Hay que mirar las experiencias de movimientos frentistas en el mundo, el Frente Amplio uruguayo por ejemplo contiene a sectores radicalizados que tuvieron que sujetar a las propuestas del ALCA. Había un proyecto de gobierno y de gobernabilidad. En algunos momentos, no cabe dudas que los distintos partidos que conforman una confederación de partidos tienen en sus propias especificidades diferentes miradas y criterios. La idea es ver si las confluencias son más grandes que las discrepancias. En ese marco me parece que hablar de rejunte es pueril. A veces al interior de los partidos políticos tradicionales coexisten distintas líneas internas, hay rejunte de sectores.
-¿Si no gana se vuelve a la casa?
-Tendría la posibilidad de reingresar al Ministerio Público Fiscal. Volver a mi casa solamente a regar geranios me parece que no.
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