En medio de los proyectos para transformar la pampa húmeda en un gran yacimiento de petróleo verde, las entidades ambientalistas pusieron el grito de alerta frente a los daños que puede producir la novedosa fiebre de los biocombustibles. "No puede haber políticas el respecto si no se aprueba antes la Ley de Bosques hoy frenada en el Senado de la Nación, esa es la condición mínima necesaria para tener alguna chance de evitar el desastre", advirtió Juan Carlos Villalonga, al participar del Foro Global de Bioenergía realizado la semana pasada en la Bolsa de Comercio de Rosario. En particular, preocupa la construcción de una gran planta procesadora en Timbúes, de capitales chinos, que insumirá tres millones de toneladas de soja al año: se teme que esa nueva soja salga de tierras ganadas a la deforestación.

La posibilidad de reemplazar los combustibles fósiles por los de origen orgánico -particularmente oleaginosas- se ha transformado en la vedette del campo argentino. En ese marco, el Foro Global de Bioenergía convocó a un colectivo de empresarios, productores, técnicos y otros sectores vinculados a los agronegocios, donde se pintó un panorama poco menos que paradisíaco para el sector, en vista a la puesta en marcha de numerosos proyectos para transformar los vegetales pampeanos en combustibles.

Pero no todas las voces sonaron al unísono. Greenpeace criticó que "se insiste en poner un excesivo énfasis en el biodiesel hecho sobre la base de soja, un modo muy restringido de ver el potencial de estas energías", dijo Villalonga, director político de la entidad.

Una de las mayores preocupaciones de la organización ambientalista es la visión que mostraron diversos funcionarios que participaron del foro, para los cuales la expansión de la frontera agrícola deberá realizarse inexorablemente sobre las áreas boscosas de la Argentina, agravando así las actuales tasas de deforestación que están entre las más importantes del mundo. "Es inexorable -agregó Villalonga-, los precios aumentan, sube la demanda y esto empuja a buscar nuevas áreas de cultivos, lo que implica mayor deforestación, no hay otra manera de resolver esta ecuación. Lo más preocupante es que el Gobierno nacional está comprometido con esta visión, por eso la empresa estatal Enarsa acaba de acordar la construcción de una gran planta de biodiesel en Timbúes con empresas de origen español y chino, lo que deja muy en claro cual es la posición del Gobierno".

El acuerdo para el megacomplejo de molienda de soja y producción de biodiesel en Timbúes se firmó el 12 de junio pasado. El mismo entrará en operaciones en el primer semestre del 2008, financiado por las española Green Fuel Corporation, el trade Noble Group, la argentina Raiser y la estatal Enarsa, con una inversión total de 190 millones de dólares. La capacidad de trituración de soja será de 12 mil toneladas, es decir entre las más grandes del mundo.

Además, Greenpeace estima que en los próximos dos años se construirán plantas de exportación de biodiesel por una capacidad de 3,5 millones de toneladas de combustible anuales, lo que requiere la mitad de la actual producción de soja de todo el país. Esto llevará a la búsqueda de nuevas áreas de cultivo y, por consiguiente, en nuevos desmontes de bosques nativos. El país se encuentra ante una verdadera "emergencia forestal", con un ritmo de tala de 821 hectáreas de bosques por día, la mayor parte en el norte. También son importantes las cantidades perdidas en la cuña boscosa de la provincia de Santa Fe. Todo sea por plantar más soja.

"Para nosotros es imperativa la inmediata sanción en el Congreso de la Ley de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental para los Bosques Nativos. Sin ese instrumento, todo proyecto de exportación de biodiesel será destructivo para los bosques", señaló Villalonga.