1 Arsenal: Cuenca, Gandolfi, Mosquera, Matellán, Yacuzzi, Garnier, San Martín, Casteglione, Andrizzi, Alejandro Gómez, Ulloa. DT: Gustavo Alfaro.

0 Ñuls: Villar, Ré, Schiavi, Spolli, Ansaldi, Husaín, Bernardello, Vangioni, Pablo Pérez, Torres, Salcedo. DT: Pablo Marini.

Goles: PT: 24m Ulloa.

Cambios: PT: 22m Lucero por Vangioni (N); ST: 16m Da Silva por Pablo Pérez (N); 19m Espínola por Andrizzi (A); 22m Donnet por Lucero (N); 27m Calderón por Alejandro Gómez (A); 31 Damonte por Ulloa (A).

Arbitro: Gustavo Bassi.

Cancha: Arsenal

Ñuls sigue en la búsqueda de su norte futbolístico y mientras debate por su verdadera identidad, se refugia en los extremos. De local se pone el traje de candidato, bajando incluso a equipos como San Lorenzo, Estudiantes y Vélez. Y se calza la pilcha de rutina cuando traspasa la Avenida de Circunvalación, poniéndose a la altura del puesto que lo ubica entre los peores promedios de primera división.

El conjunto rojinegro propuso un modelo similar al de hace 15 días en Avellaneda. Fuera de casa la obligación es otra, y el equipo volvió a entregarse mansamente frente a un Arsenal que venía de tres derrotas consecutivas, y un par de disputas internas más propias de los programas de la tarde que de un equipo profesional.

Ñuls salió a jugar como si enfrente estuviera el conjunto de Londres y no el humilde team de Sarandí. Cautela en la propuesta, manejo deslucido e incorrecto del balón y hasta errores de conceptos le permitieron a su rival encajonarlo contra el arco de Villar.

La primera media hora de juego se volvió una tortura para el hincha que acompañó hasta el Viaducto y los miles que seguían las acciones a través del televisor. Gandolfi, de media vuelta, y posteriormente Andrizzi, marcaron la intención de los locales de quebrar la resistencia del arquero paraguayo. Y la acción más importante de la tarde llegó tras un córner desde la izquierda, que Leandro Ulloa martilló al gol, tras ganarle en el salto a los lungos Schiavi y Spolli.

Ñuls no se inmutó demasiado con la desventaja, aunque casi por inercia comenzó a acercarse hasta el arco contrario, y en la primera respuesta seria, Salcedo reventó el travesaño con un cabezazo limpio, pero sin la suficiente puntería como para colarse en el arco defendido por Cuenca.

Los cambios de Marini, uno en la parte inicial por lesión de Vangioni, y el otro en el primer cuarto de hora del complemento, le dieron un poco más de profundidad a Ñuls, pero la carencia de un intermediario entre el fondo y los de arriba, produjo que la pelota estuviera más tiempo en el éter que en los pies de Torres y Salcedo, que fueron impugnados del partido, especialmente por el trabajo del moreno Mosquera.

El coraje afloró en Bernardello y Ansaldi, pero sin la cuota necesaria de inteligencia, los intentos se volvieron estériles. Arsenal defendía con mucha gente, y dilapidó generosamente los pocos intentos de contra que logró generar en el último tramo del encuentro, y que mantuvo en suspenso, hasta el pitazo de Bassi, el resultado final.

Los espacios no aparecían y Marini dio el visto bueno para que los centrales se fueran a buscar el enésimo pelotazo al área rival. Y por esa vía llegó la gran chance de igualar el marcador en uno, pero Spolli, sólo y sin marcas, ubicó el frentazo en el pecho de Cuenca.

El epílogo dejó tiempo para recordar, una vez más, lo mucho que le cuesta al equipo rojinegro imponer fuera de casa las ideas y el juego que pone al servicio de sus hinchas cada vez que sale al Coloso.