DEPORTES › BAYER DIO CáTEDRA ANTE CENTENARES DE HINCHAS CANAYAS
Como historiador, periodista y escritor, a lo largo de su admirable carrera Osvaldo Bayer se ocupó por recuperar la historia de "los más débiles", de los "olvidados". Sobre eso acostumbra a disertar en diferentes ámbitos académicos o donde lo inviten al autor de La Patagonia Rebelde, salvo que la convocatoria llegue de parte de la secretaría de Cultura de Central, donde a Bayer, por sobre todas las cosas, se los rescata por su condición de "canaya". "Cuando vi jugar a Central por primera vez no dudé en hacerme simpatizante canaya por lo popular de su hinchada", afirmó Bayer ante un auditorio colmado y que lo recibió con caluroso aplauso.
"No saben lo que significa esto para mí, es como tocar el cielo con las manos. Ver allí al Negro Fontonarrosa, tan hermosa persona. Es muy lindo estar en esta casa tan popular y donde hay gente que está pensando en abrir una biblioteca, porque no todo es fútbol y resultado", valoró el historiador al ser recibido por más de un centenar de simpatizantes canayas, en charla moderada por el editor de Rosario/12, Pablo Feldman.
"Si ustedes vieran qué lindo era el fútbol antes. Jugaban caminando, era hermoso, y nadie se vendía de camiseta. Los equipos formaban igual durante años. Yo no entiendo cómo ahora el jugador se va al Manchester, a un país donde no conoce ni el idioma, a cambio de un millón de dólares. Pero sí aquí le pagan muy bien, y pueden jugar para el pueblo que los ama", se planteó el autor de Fútbol Argentino.
"Nosotros tenemos al mejor jugador de todos los tiempos --enfatizó luego para darle continuidad a su relato--. Al (Waldino) "Torito" Aguirre. ¡Qué me vienen con Maradona!. Aguirre fue un jugador excepcional, era hermoso verlo jugador, y murió de forma tan fea, apaleado por la policía, con una vida tan humilde. Central debería ponerle su nombre a un sector del estadio".
Como hablar de fútbol era la excusa para reunir a Bayer con los hinchas canayas, el escritor debió confesar su efímera y frustrante experiencia con el deporte. "Nunca me elegían para jugar. Una vez tuvimos un desafío con los de la calle Manuel Pedraza. A nosotros nos faltaba uno y el capitán en un momento me hizo seña para que entre a jugar, en el arco. Empezó el partido y uno de ellos se marea a todos, me pega un taponazo, como se decía, pateó, la pelota me pegó en las manos, luego en la frente y entró. Iban 20 segundos. El capitán me mira y empieza a venir hacia mí, y como se dice en lunfardo, me rajé. Nunca corrí tanto en mi vida, y no me alcanzó. Pero me dijo el peor insulto que me podía decir. Me gritó `alemán culo de pan'. No se lo perdoné jamás. Esa fue la única vez que jugué el fútbol".
"Después escribí, resentido, el libro Fútbol Argentino. El fútbol es un arte, es hermoso ver cómo hacen las jugadas. Es un deporte socialista, donde todos deben ayudar un poco para lograr la victoria. Yo era de Colón, pero no jugaba en Primera, de manera que cuando se inauguró el estadio de River, que estaba a siete cuadras de mi casa, fui a la cancha a ver a Central y me quedé con ese equipo. También me gustaría nombrar al Gato (Edgardo Andrada, colaboracionista de la última dictadura militar), pero ese no tuvo una conducta limpia, que lastima", ebocó el periodista, que se llevó como regalo la camiseta y el anuncio de que la biblioteca que se construirá en la sede del club llevará su nombre.
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