La degradación institucional no se detiene en Central. A los trastornos recrudecidos en los últimos días con la salida de Néstor Gorosito, la irrupción de Daniel Riquelme y la forzada contratación de Carlos Ischia, ayer la vida política de la entidad de Arroyito tuvo un nuevo escándalo. Todo se inició cuando Pablo Scarabino decidió dar por concluida su licencia de presidente hasta junio --la extensión hasta mediados de 2008 fue adoptada unilateralmente por el resto de la dirigencia--, pero en su intento por volver los directivos le negaron el acceso a la sede de calle Mitre, anunciando como pretexto "una suspensión provisoria" como socio de la institución. ¿Motivos? Se desconocen. Aunque lo más relevante sucedió a primera hora de la mañana, donde Scarabino presentó una denuncia penal en Tribunales por "amenazas coactivas agravadas", escrito en donde el presidente canaya utiliza términos como "mafias" y "corrupción" para describir la conyuntura institucional que lo llevó al pedido de licencia.

"El silencio me hacía cómplice", confió Scarabino, para justificar la determinación de retomar las riendas de Central y romper con su extraño silencio. "Me cayé y no volví antes al club por temor y miedo", subrayó luego de dar a conocer la decidión de su retorno: "Para poder luchar contra la corrupción en el fútbol he procedido a reintegrarme a mis funciones de presidente", agregó.

Antes del anuncio, Scarabino presentó una denuncia penal en el juzgado de la 6º Nominación, a cargo de Raquel Cosgaya, por "amenazas coactivas agravadas" sufridas en diciembre pasado, que son, según afirma, las que lo llevaron a pedir una licencia por seis meses y alejaron de la entidad a José Aurelio Pascuttini. "La decisión de formular esta denuncia fue largamente meditada, logrando sobreponerse al temor que me infundieron los autores del ilícito, quienes podrían atentar ﷓inclusive﷓ contra la integridad física de mi familia", argumentó en el escrito presentado ante Cosgaya. Más adelante Scarabino profundizó: "Los sagrados intereses del club que represento y la responsabilidad del cargo que ejerzo, me exigen que lidere la lucha contra estas mafias que afectan el normal desenvolvimiento de la institución".

Scarabino decidió quebrar el silencio en afán de "limpiar su imagen" y buscar "la reconstrucción del club". Se lanzó sorpresivamente al ruedo con denuncia penal mediante y citando términos ("mafias" y "corrupción") que parecen tener identificación con la realidad institucional que atraviesa el club. Y a fines de disipar sospechas, acercó al juzgado copias de las declaraciones juradas de todo su grupo familiar. "Una de las versiones que circula es que habría adquirido inmuebles o realizado operaciones financieras con fondos ilícitos", apuntó Scarabino en conferencia de prensa.

﷓¿Por qué tardó tanto en tomar esta decisión?

﷓Porque tenía miedo, temor por las amenazas. Y antes de hacer esto lo tuve que conciliar con mi familia. No es fácil tener un negocio como el que tengo yo, en el que no me escondo de nadie.

﷓¿De dónde vienen las amenazas?

﷓No, de eso se tiene que encargar la Justicia. En este punto debo decir que me fui muy conforme después de hablar con la doctora Cosgaya. Me dio todas las garantías. En este tiempo escuché a periodistas decir que no le vayan con el cuento de que me había ido de licencia porque había renunciado Pascuttini. Se puso en duda mi trayectoria, mi honorabilidad y, por sobre todas las cosas, el sacrificio de 55 años de trabajo que tengo en mi negocio de familia.

Como anticipara este diario en su edición del 2 de diciembre de 2006, Scarabino fue víctima de una insólita ola de traiciones en sus compañeros de Comisión Directiva --excepción de ello son Miguel San Martín y Enrique Antegiovanni--. Pero Scarabino también es el principal responsable de aquel abrupto revés de convicciones de sus compañeros de dirigencia. Porque desde Gonzalo Estévez hasta Autarco Arfini, todos los componentes de la dirigencia llegaron a la entidad de la mano del propio ex secretario de Víctor Vesco.

Aquella conspiración quedó ratificada anoche, cuando a las 19 Scarabino se presentó junto a su abogado y el escribano Arturo Uriel Guaita en la sede céntrica para hacer efectiva la suspensión de su licencia. Pero al presidente le negaron al acceso al edificio tras notificarle, por medio de un comunicado adherido al ventanal de la sede, que "la Comisión Directiva a resuelto instruir un sumario administrativo al socio Pablo Scarabino y suspenderlo provisoriamente en su calidad de socio hasta tanto dure la instrucción del sumario".

Se desconocen los motivos por el cual la dirigencia le inició un sumario. Aunque esta práctica es común en Arroyito, dado que socio opositores han sufrido la misma sanción por expresar sus insatisfacciones al actual gobierno en la página web canalla.con, donde cada día los socios vuelcan sus sensaciones sobre la vida política, social y deportiva de la entidad.

Hoy el síndico Autarto Arfini será intimado por Scarabino para que haga efectiva la suspensión de su licencia. Si el directivo y abogado del club no cumple su función, la batalla se librará en el orden judicial y los coletazos se extenderán hasta la AFA. Lo cierto es que el golpe institucional lanzado en diciembre ayer perdió toda legitimidad institucional. Y con Scarabino de regreso al sillón auriazul más de un directivo debería renunciar.

Pero ante una oposición fortalecida --el Crece convocó el miércoles pasado a 500 socios en su llamado a una asamblea--, y una dirigencia desprestigiada, Scarabino contempla la posibilidad de ofrecer un llamado a elecciones para relegitimar con nuevos votos su reciente reelección.