CULTURA / ESPECTáCULOS
El periodista y poeta presenta en Ross su nuevo libro de poemas. "Creo que mi poesía tiene carácter celebratorio sin perder lo reflexivo, por eso celebro el amor, el sexo y la vida", dijo.
› Por Fernanda González Cortiñas
La historia dice que fue Cayo Valerio Catulo --pionero y gran exponente de la poesía lírica romana-- el primero que con una voz etrusca le dio nombre. "Da mi basia mille, deinde centum, deinde mille altera... ("Dame mil besos, luego cien,/ luego otros mil...), le cantó a su amada Clodia, allá por los años '90 Antes de Cristo. Bacium, osculo, beso. Esa reunión de humedades bucales, ese intercambio oral exento de diálogo que suele acompañarse de las más diversas emociones --desde la más gélida de las cortesías hasta la más virulenta de las pasiones--, ha sido motivo de creación sino para todos, para la gran mayoría de los poetas. De Guy de Maupassant ("Un beso legal nunca vale tanto como un beso robado") a Octavio Paz ("Un mundo nace cuando dos se besan"), de Chateaubriand ("Por tus besos vendería el porvenir") a Pablo Neruda ("En un beso sabrás todo lo que he callado"), el beso, la más sintética, profunda y concentrada expresión física del amor ha sido musa inspiradora de los más bellos versos. Y es justamente el caso de Reynaldo Sietecase, quien haciendo un oasis en su ajetreada rutina periodística porteña, llega esta noche a Rosario para presentar su último libro de poemas: Hay que besarse más (Ed. en Danza).
Como en Catulo, en la poética de Reynaldo Sietecase es la pasión, el ejercicio del amor y sus diversas consecuencias, lo que desencadena la creación. Sin embargo, a diferencia del primero --víctima de una pasión violenta y un amargo desengaño-- en Sietecase todo es menos dolor y más joy de vivre. "Creo que mi poesía tiene carácter celebratorio sin perder lo reflexivo --explica el autor--. Por eso celebro el amor, el sexo y la vida. Siempre tratando de trazar diagonales hacia el humor".
"Cómo elegir el beso preciso/ el más precioso/ He aquí la cuestión", reflexiona el poeta a manera de introito, prologando lo que será una escritura "hacia afuera". Las dedicatorias, abiertas o sugeridas, públicas o de entrecasa, son a quienes habitan su mundo: a la gorda, a la loca y hasta a una vieja que ronca en un sillón de la Biblioteca Nacional. A los poetas grandes, campeones de la noche; a los chicos, que se lo iluminan todo. "Hablo para otros pero siempre estoy presente en mis textos --explica--. Cada cosa que escribo es siempre en primera persona, aunque esté contando una situación imaginada. Quizá no haya un monólogo interior a nivel existencial, pero lo que soy, lo que deseo, lo que amo, lo que temo, puede rastrearse en esos textos. Igual, esa tarea no es para el lector común que busca la emoción, tal vez sí para algún antropólogo del alma".
Y es que los motivos poéticos de Sietecase --como los literarios, incluso a veces como los periodísticos-- son así: espontáneos, brutales, a veces un poco pueriles, como esa fijación hedonista que lo ha llevado a plasmar en un libro su Cierta curiosidad por las tetas, o que lo urgió a suscribir un manual donde volcar sus Instrucciones para una noche de bodas, que le permitió sumergirse en una Fiesta rara y lo abismó en las pesadillas eróticas de Goya con su Pintura Negra.
Sin la menor aprensión por el juicio intelectual, Sietecase defiende la elección del título a capa y espada, aclarando que incluso debió defenderlo ante su editor, que lo tildó de "grasa". "Creo que si la poesía, que es algo así como la música clásica de la literatura, construye un puente hacia lo popular, es una buena señal, e inquietudes como esa me confirman lo acertado del título".
En cuanto al tema el poeta asegura que "la idea de los besos surgió casi de casualidad, había escrito una nota para una revista, y el tema me quedó en la cabeza. A la hora de poner un título se me ocurrió usar la frase de (Roberto) Galán que, más allá de lo bizarro del personaje, es una afirmación maravillosa. Yo creo que no sólo hay que besarse más; hay que abrazarse más, hay que darse más tiempo para estar con los afectos, hay que quererse más. Diría que son tareas revolucionarias en un mundo cada vez más egoísta e insolidario".
En su presentación en Buenos Aires, Osvaldo Bazán aseguró que en este país "es peor ser poeta que gay". Para él "la poesía sigue siendo un arte de catacumbas. Yo tengo la suerte, por mi oficio de periodista, que me den más bola que al resto de los buenos poetas que andan por allí. Pensé mucho antes de decidirme a publicar porque ser poeta parece un disvalor, distinto a ser periodista o narrador".
Sobre este "desdoblamiento" profesional el escriba es taxativo: "Son como la bella y la bestia. Son dos géneros diferentes, uno lo permite todo, hay imaginación e invención y el otro tiene límites precisos y compromiso con la verdad de los hechos. A mí no me produce ninguna ambigüedad, a veces beso a la bella y otras a la bestia".
(Hay que besarse más llega en presentación doble: a las 12 en Ross, Córdoba 1345. A las 20 en el Museo Castagnino, Av. Pellegrini 2202, en el último caso con la participación, además del autor, de Jorge Fandermole, y la proyección de un video de Horacio Ríos, Gustavo Escalante y Ernesto Figge).
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