CULTURA / ESPECTáCULOS › CINE. "LA SEÑAL", EL PRIMER FILM DIRIGIDO POR RICARDO DARIN
› Por Leandro Arteaga
La señal 7 puntos
Argentina/España, 2007
Dirección: Ricardo Darín, Martín Hodara.
Guión: Eduardo Mignogna, Ricardo Darín, Martín Hodara, Diego Peretti, sobre la novela homónima de Eduardo Mignogna.
Fotografía: Marcelo Camorino.
Montaje: Alejandro Penovi Carrillo.
Música: Andrés Goldstein, Daniel Tarrab.
Intérpretes: Ricardo Darin, Julieta Díaz, Diego Peretti, Andrea Pietra, Walter Santa Ana, Vando Villamil.
Duración: 97 minutos.
Salas: Monumental, Showcase, Village.
"Santana & Corvalán. Métodos norteamericanos. Satisfacción garantizada." Así como "Spade & Archer" en El halcón maltés, sobre el vidrio de la puerta de oficina, con letras negras circa años '50, humo de cigarrillo, luz diurna tenue que atraviesa rendijas de persiana, mucho café, sombreros -maravillosos sombreros-, otro tanto de whisky, el trato cortés entre la pareja detective (siempre de "usted", nunca el tuteo), la tarea de vigía, de private eye, y el misterio y deseo sexual que acompaña, por supuesto, a la femme fatale.
Desde estos lugares, pero en la Buenos Aires del año 1952, se construye La señal. Pero también se deconstruye, a la manera precisa y clásica de los policiales negros norteamericanos. Corvalán (Ricardo Darín) mira en el espejo su rostro ojeroso, escucha ruidos, mira a través de la ventana, personas atraviesan el descampado hacia su habitación, prepara su arma, entonces el corte del montaje y el racconto que nos devuelve hacia el pasado, para poder luego, ya sobre el desenlace, arribar a lo que fuera el inicio del film.
Para decirlo más claramente, La señal es un policial negro alla norteamericana. Toma los lugares comunes del género, los resignifica desde otro verosímil, y sabe salir airoso. Así como también resuelve de manera notable su ambientación de época, por medio de planos cortos, sin reconstrucción digital alguna (a diferencia de lo que hiciera -innecesariamente y sin verosimilitud- el propio Mignogna en La fuga). Y sabe aludir a la situación política del momento de modo ambivalente, certero, sea tanto desde el fastidio de Corvalán ante la sola mención o evocación del gobierno de Perón, como también desde la lealtad partidaria de la que forma parte Santana (Diego Peretti, admirablemente).
El argumento transita un periplo de enrevesamiento progresivo, cuya llave la brinda la mujer de curvas ajustadas, de mirada ingenua, de cabello como Veronica Lake (Julieta Díaz), dedicada a sembrar el misterio y seducir a Corvalán. Una vez cautivo, el detective sabrá seguir los pasos que lo conduzcan a una alerta mayor, así como a la cercanía sexual deseada, con una corrupción generalizada que se encarga de dejar su correspondiente tendal de muertos. Todo esto desde un relato pausado, sin demasiados sobresaltos, de tono sobrio.
Al mismo tiempo, La señal también se inscribe en toda una tradición cinematográfica local -la de aquéllos años '40 y '50- que supo tener sus mejores nombres en la obra de Daniel Tinayre, Hugo Fregonese, Carlos Hugo Christensen, Leopoldo Torre Nilsson, entre tantos otros, por medio de films notables como A sangre fría (1947), Apenas un delincuente (1949), Si muero antes de despertar (1952) o Días de odio (1954), respectivamente.
En suma, La señal se disfruta desde todas estas reminiscencias que, de modo consciente, evoca. Tal vez se enriede demasiado en su historia, mientras trata de explicar lo que, pretendidamente, resulta confuso, pero lo hace con las virtudes suficientes. Aquellas que le permiten que, aunque concebida desde una imagen de video digital, se distancie lo suficiente de la textura televisiva y su desmemoria.
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