CULTURA / ESPECTáCULOS › "CARMEN", POR LA OPERA DE ROSARIO, EN EL CIRCULO
Se trata de una las operas más desafiantes y populares. La versión rosarina optó por una puesta despojada.
› Por Santos Cantoni
Carmen sin duda es una de las operas más populares del repertorio, una partitura desbordante de grandes melodías que han dejado hace tiempo las teatros para pasar a formar parte de la cultura popular. La producción local optó por una puesta despojada. La escenografía de Nicolás Boni apunta más a la evocación de la tragedia que a la pintoresca gitanería decimonónica.
Cada escena está enmarcada en ominosas rejas que caen finalmente encerrando a Don José con su trágico destino. Especialmente hermosa y rica visualmente, la escena final jugado en tonos de rojo evocando un ruedo de toros donde cae muerta la protagonista.
La marcación escénica de Marga Niec fue acertadísima. Tanto coro como figurantes cobran vida propia, cada uno protagonista de una historia que hace el todo. Sin embargo no se pudo evitar la superoblación de escenario resultando un poco confusa la escena de la taberna. Buen manejo del coro de niños de la Escuela Provincial de Música. Lamentablemente la iluminación no está a tono con la escena minimalista que se planteó, dado que al ser mínimos los elementos escénicos debe ser la luz la que señale los elementos del drama. Por ejemplo, cuesta descubrir a Carmen en su primera aparición en el primer acto, como en la escena de la taberna, hasta que la cantante no se incorpora uno no sabe quién canta, pues está en un cono de sombras.
El maestro Mario Perusso, uno de los más solventes directores de ópera de nuestro país, se esforzó por mantener el equilibrio entre foso y escena. La orquesta tuvo varios defasajes, el más notorio durante el preludio del acto donde los bronces no sonaron bien.
Señalamos el vestuario como un logro de la producción dado que fue íntegramente realizado en nuestra ciudad. Cien fueron los trajes confeccionados, algunos de ellos requirieron gran elaboración como los trajes de los toreros. Sólo habría que cuidar el sentido dramático al vestuario, por ejemplo, cuesta identificar a Carmen en la primera escena, dado que el color de su vestido se pierde entre la multitud.
Carmen es una de las criaturas operísticas más desafiantes, la artista que la encarna debe manifestar pasión, sensualidad y energía desbordante rebasando la escena e inundando al publico. En el caso de la mezzosoprano Mariana Rewerski, exhibió un canto correcto, pero no llegó a encarnar esa fuerza natural indomable que requiere la partitura. Su Carmen vocalmente no arrastró al entusiasmo del público, aunque hay que rescatar el esfuerzo que puso la cantante para traer a la vida la gran creación de Bizet. En la escena de la flor y el baile en la taberna, se notó su ardor y entrega teatral.
María Rocío Giordano es una Micaela digna de los mayores elogios, una soprano de emisión bella y cuidada. Sus dos arias fueron gratos momentos para el público que premió su actuación con fuertes ovaciones. Es de notar que la marcación escénica de Marga Niec creó una Micaela con personalidad, a tal grado que se enfrenta a Carmen por el hombre que ama. Buen trabajo.
Marcelo Puente, una de las voces más prometedoras en el panorama lírico nacional, aborda el difícil rol de Don José, que debe pendular entre el lirismo de los dos primeros actos y la voz dramática de los dos últimos. Puente se esforzó por dar lo mejor de sí, aunque el color de su voz se siente más feliz en los tintes líricos. En lo escénico bien, aunque abusó del arrodillarse como recurso dramático, en cinco ocasiones distintas durante la ópera Puente utilizó este recurso. Sólo un detalle.
El Escamillo de Luciano Garay fue solvente desde lo actoral aunque blando en lo vocal, María Claudia Montagna e Ivanna Grennon en sus papeles de gitanas amigas de Carmen logran un buen nivel, en especial en el bellísimo trío de las cartas. Andrés Miotti y Alfredo Miranda como los dos contrabandistas lo hacen bien desde lo actoral y vocal.
El coro de la Opera de Rosario sonó aceptable, pero se manifestaron inseguridades en algunas entradas y en la escena de la pelea de las cigarreras, pero ante el esfuerzo de haber logrado un coro con libertad de movimiento desde lo escénico se pueden perdonar ciertas imperfecciones en lo musical.
La Opera de Rosario además ha dado la posibilidad mediante concurso de participar a un gran número de cantantes locales en la presente producción, contribuyendo de esta manera a formar un semillero local para futuras producciones. Aplaudimos el hecho que en la función del jueves 4 de octubre en El Círculo la protagonista escogida para dar vida a Carmen haya sido la muy apreciada artista rosarina Graciela Mozzoni, de sólida formación y pasión desbordante por el arte lírico.
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