CULTURA / ESPECTáCULOS › CARLOS HERRERA, DIRECTOR DEL MUSEO CASTAGNINO
"Para mí, una idea clave es 'compartir'", dice el flamante
funcionario. "¿Hasta dónde un artista puede intervenir en
una institución?", se pregunta a modo de debate abierto.
› Por Beatriz Vignoli
Viernes por la tarde. En su despacho de director del Museo Castagnino, el flamante director ejecutivo, Carlos Herrera, levanta el teléfono y contesta con amabilidad a las preguntas que le hace una interlocutora invisible. Explica que la agenda 2008 está casi llena, pero no lo hace en el tono brusco del típico funcionario kafkiano sino que deja abierta una ventanita de esperanza: "Puede pasar que alguna muestra se levante y aparezca un huequito. Estate atenta. En tal caso, te avisamos". Nueva pregunta y Herrera se pone a describir, con precisión de novelista, cómo es la sala central, cómo podría llegar a ser y qué disponibilidad tiene para el 2009. La persona que está del otro lado tendría que ser patológicamente pesimista para no colgar el teléfono con la certeza de que será tenida en cuenta, de que el museo objeto de su deseo es un amor posible. Recién cuando parece que efectivamente el director ejecutivo del Castagnino la ha convencido de todo esto, termina la conversación. Herrera cuelga. "Qué pesadilla", suspira. Pero sonríe. Y comienza a responder a las preguntas de la cronista de Rosario/12.
-¿Cómo funciona esta nueva gestión, en qué se diferencia de la anterior?
-Las responsabilidades se dividen en tres. Mi trabajo es poder facilitar las actividades, la economía, los recursos para producir lo que el director artístico propone. Facilitar la concreción de los proyectos del director artístico, que es Roberto Echen. La dirección artística y la dirección ejecutiva tienen que estar muy aceitadas para que lo que Roberto Echen proponga yo lo pueda gestionar. Trabajamos de manera conjunta en un ida y vuelta continuo. El director administrativo, Jorge Fernández, dice si se puede o no se puede hacer (N. E.: de acuerdo a las posibilidades de presupuesto). Si la economía es un problema, la dirección ejecutiva es la que tiene que resolver de qué manera económica se puede cubrir ese faltante, con la Fundación Castagnino como respaldo aunque no sea ésa su función principal.
-¿Y cuál es su función principal?
-La Fundación suma obra a la Colección. Ahora hicieron el depósito del MACRo. Compraron la última colección de Goya que faltaba: se han incorporado desde el aporte de la Fundación Castagnino 37 grabados de Francisco de Goya, de la serie Tauromaquia, a las tres series que ya formaban parte de la colección del Museo. Además hacen un aporte en Arte BA de matching funds para la compra de una obra importante en el año. El Museo recibe un apoyo constante de la Fundación, no sólo económico sino moral: ellos nos recuerdan la historia de Juan B. Castagnino.
-Fundador de la colección...
-...que continúa creciendo. Ahora el desafío es hacer una evaluación con el área de investigación del Museo, coordinada por Nancy Rojas, de la colección completa: clásica, moderna y contemporánea, en busca de los artistas que faltan. La premisa de búsqueda de estos años próximos es elaborar una lista de omisiones. Preguntarnos, ¿qué falta en la colección histórica, en la colección moderna? Y comprarlo con matching funds. Además de investigar los agujeros de la colección y del intento de incorporación de obras, las tareas por delante son la conservación y restauración de la colección, y la difusión de la colección, tanto clásica y moderna como contemporánea. Mostrar el patrimonio.
-¿Qué criterios guiarán esta nueva gestión?
-Se tratará de posicionar y hacer visible al Museo Castagnino + MACRo y al arte de Rosario en el panorama internacional, siguiendo la consigna del intendente Miguel Lifschitz: "Rosario en el mundo". Esta línea viene del gobernador Hermes Binner y Lifschitz la transmite al Secretario de Cultura, Fernando Farina, quien me la transmite a mí.
-¿Cómo se logrará esto?
-Bajo la premisa de mostrar internacionalmente al museo y al arte argentino bajo sus diferentes modos de exposición es que decidimos formar un comité de trabajo para presentar a la Argentina dentro de la feria Miart de Milán en Italia. El comité está formado, entre otros, por Florencia Braga Menéndez (galerista), Adriana Rosenberg (directora de PROA), Luis Parenti (coleccionista y parte del directorio de Arte BA), Inés Etchebarne (directora de Cultura del ICANA), Mercedes Parodi (ex Agregada Cultural de la Argentina en Italia), entre otros. Y estoy comenzando a establecer puntos de contacto entre el proyecto MACRo Rosario y el museo MACRo Roma para poder comenzar los primeros cruces institucionales con la institución tocaya romana. Pensando en los visitantes nacionales e internacionales, en el 2009 haremos muestras bimestrales, cuidando más cada muestra. A nivel local continuaremos el trabajo con Educación, con las escuelas.
-¿Cómo seguirá la incorporación de lo contemporáneo en la colección?
-A través del MACRo. Lo que hace el MACRo es atraer las propuestas contemporáneas. Esta colección ingresa a la colección Castagnino desde el MACRo. La función del MACRo no es tener su propia colección (lo cual envejecería al MACRo) sino confrontar, mostrar, polemizar acerca de las flaquezas y los éxitos del arte contemporáneo desde un lugar frágil, industrial, de producción, de mucha pregunta, de conflicto. El MACRo es un mirador del arte contemporáneo, no sólo por su cuestión edilicia sino conceptualmente. Es interesante además la conexión entre espacios alternativos y espacios oficiales. Me interesa la gradación que hay entre la institución formal y lo marginal que ofrece Marasca Trip Gallery. (N.E.: Marasca Trip Gallery es un espacio underground y alternativo de arte contemporáneo del que Carlos Herrera viene siendo curador desde hace varias temporadas en los baños del Pasaje Pam, en el marco del proyecto Cultura Pasajera coordinado por Flor Balestra y Román Rivoire). Es un espacio para el margen, la diferencia, las obras de artistas que no están o que no podrían estar en la institución. A alguna gente le parece raro que artistas estén coordinando un espacio...
-Artistas en la gestión.
-En el Museo, en investigación y montaje, ya trabajan muchos artistas: Mauro Guzmán, Roberto Echen, Marcelo Villegas (curador), Leandro Yadanza y otros. Los artistas en el montaje cuidan muchísimo los detalles, quieren que la obra se vea bien, resuelven creativamente y de inmediato los problemas: si hay que pintar una pared se pinta. Un artista sabe cómo hacerlo y no se queda esperando a que otro lo haga, no busca la vía burocrática. El gestor artista posibilita un trato de igual a igual con los artistas: podemos dialogar, somos colegas. Al trabajar con artistas se da como un cuidado medio tonto, hay como toda una cosa de discapacidad, cada uno va y le pregunta al otro: "¿estás bien?". Por eso es tan "amoroso" el MACRo. Son todos del mismo palo. ¿Hasta dónde un artista puede intervenir en una institución? Esto es como una pregunta que a mí me parece una estrategia interesante de Farina. Al elegir como director ejecutivo a un artista de 31 años, lo que hace es dinamizar/dinamitar el rol de las cabezas de las instituciones. La mirada está puesta sobre qué es lo que un artista puede hacer en una gestión que no puede hacer un gestor.
-Sí, pero tratándose de gestión pública, la pregunta es qué puede hacer que sea representativo de los contribuyentes, cuyos impuestos constituyen el presupuesto que maneja la institución.
-A quienes tengan ideas para el Museo, los invito a dialogar, a sumar. Que no le teman al diálogo. Para mí, una idea clave es "compartir". Desde lo personal y cotidiano, compartir con los demás es un lugar que a mí me interesa mucho.
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