CULTURA / ESPECTáCULOS › LITERATURA SANDRA LORENZANO, ESCRITORA ARGENTINA RESIDENTE EN MEXICO
En 1976 se exilió en México. Su último libro "Saudades" ocupó la lista de los diez libros más vendidos en ese país. Una novela donde surgen las voces de los desterrados, de quienes sintiéndose ajenos, hablan del silencio, de lo que no se ha dicho.
› Por Fernanda González Cortiñas
Para muchos argentinos el exilio ha sido un sino, una cicatriz que si no sangra cuando la tocan, seguro duele los días de lluvia. Algunos crecieron escuchando a sus padres o abuelos añorando el terruño, la patria arrancada de cuajo, la nación arrasada, abandonada para siempre del otro lado del Atlántico. Otros, más jóvenes, tuvieron que reunir los retazos de una biografía trunca por el terrorismo de Estado, para contarle a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, canadienses, franceses, venezolanos, mexicanos, la historia del país que alguna vez supieron tener.
"¿Qué salvarías en un naufragio?, ¿qué te llevarías en una mochila, si supieras que ya no volverás a casa?". A partir de cuestionamientos de este tipo, la escritora argenmex Sandra Lorenzano saca a flote aquéllas imágenes, aquéllos dolores, añejos y oscuros, a veces brillantes, todavía húmedos, y con ellos confecciona un tapiz, un mosaico límbico en el que habitan añoranzas, sueños, deseos que ya no se harán realidad. Como mejor precisaría Pessoa, saudades.
"A veces me encuentro envidiando esos típicos domingos de ravioles en familia, esos que uno ve en televisión y que, por cierto, yo nunca tuve", confiesa risueña esta escritora y crítica literaria "de origen argentino" como reza la contratapa del libro radicada en México desde 1976, que no duda un segundo cuando le preguntan acerca de la génesis de su ópera prima, Saudades. "Toda la vida", responde. Y es que para la autora de Escrituras de sobrevivencia. Narrativa argentina y dictadura (ver recuadro), más allá de alguna duda, incluso de algún interregno amoroso/laboral, hace más de treinta años que México es "su" lugar.
"Este libro es, de algún modo, un homenaje a todos los migrantes, al desgarro que provoca la separación del país de uno. A los antepasados que bajaron de los barcos, a las víctimas del terrorismo de Estado, a los mexicanos que todos los días se juegan la vida cruzando el río Bravo", afirma Lorenzano que, urgida por el oficio se apura a aclarar que a su criterio, el libro "no es exactamente una novela".
Sin embargo, esta diferencia casi semántica no parece haber sido obstáculo para que Saudades ocupe la lista de los diez libros más vendidos --según el diario Reforma de México--, ubicado justo entre El cuaderno dorado de Doris Lessing y Vida de consumo de Zygmunt Bauman.
Para la autora, el hecho de que, a días de haber salido a la calle, la primera edición del libro (esta vez editado por el Fondo de Cultura Económica) se haya agotado, es una verdadera revelación. "Me sorprende. Y sobre todo me sorprende porque me sorprenden las lecturas que se han hecho del libro, que son muchas más de las que yo pensaba".
"Este es un libro que empecé a escribir hace mucho tiempo, hace más de treinta años diría. Primero hubo que ponerse a pensar en el exilio, luego a poder hablar de él. A partir de allí, me llevó unos diez años convertirlo en novela. En todo ese tiempo nunca me pregunté para quién escribía, pero claro, cuando lo terminé tuve que preguntarme: ¿quién lo leerá?".
Texto coral, Saudades reúne las voces de los desterrados, de quienes sintiéndose ajenos, hablan del silencio, de lo que no se ha dicho, de aquéllo que, por un motivo u otro, no es posible decir.
"Hablo un idioma prestado. No puedo dar testimonio ni soy capaz de crear otros caminos. Sólo deambulo por los meandros de una historia ajena", dice una de las protagonistas, en un pasaje del libro.
"Sí hay una historia que aparece como vertebral en el libro, y que tiene que ver con la dictadura en la Argentina, el exilio, los desaparecidos y la lucha de las Madres de Plaza de Mayo. Pero hay una otra preocupación que aparece atravesando el libro y es la de la lengua. Yo diría que en gran medida es una novela sobre el lenguaje", dice Lorenzano. "Parto de esa reflexión que hizo Paul Celan cuando lo premiaron en Bremen y que decía algo así como que a pesar de todo y en ese a pesar de todo hay que leer a pesar del horror, a pesar de Auschwitz sobrevive la lengua. Pero esa lengua es una lengua lastimada, es una lengua en duelo. Gelman habla de 'la lengua calcinada', es un poco la misma idea. Creo que esa fue una de las grandes búsquedas del libro: la idea de que es posible rastrear la historia del horror a través de la lengua, de que además del cuerpo y la mente, la lengua también queda marcada, y para siempre. Y aquí aparece otro de los ejes de la novela, y es la figura del sobreviviente, su culpa, su preocupación y su responsabilidad, su obligación, la de contarle al mundo lo que ha pasado. Esta no es una novela autobiográfica, pero sí tiene contenidas mis obsesiones, mis miedos, mis añoranzas, todas esas cosas que uno se lleva consigo cuando se va, esas cosas que si bien no permiten que se pueda reconstruir la identidad en otro lado, sí le dan raíces a la memoria".
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