CULTURA / ESPECTáCULOS › "EL ULTIMO VERANO DE LA BOYITA", DE SOLOMONOFF
La directora rosarina regresó a la ciudad para rodar su segundo largo, respaldado por la productora El Deseo, de Almodóvar
› Por Edgardo Pérez Castillo
A poco de culminado su trabajo como productora del destacado documental Cocalero, Julia Solomonoff pudo concentrarse en la gestación de su segundo largometraje, que cuenta con el respaldo de la productora El Deseo, de Pedro Almodóvar. Asistente de dirección de autores como Walter Salles, Isabel Coixet y Carlos Sorín, a poco menos de tres años del estreno de su primer largometraje, Hermanas, la realizadora rosarina desembarcó en la ciudad para iniciar el proceso de rodaje de El último verano de la Boyita, donde la directora posa su mirada en la infancia, asumiendo además el interesante desafío de filmar con niños y actores no profesionales.
En un alto de la segunda jornada de rodaje, Solomonoff dialogó con Rosario/12 y detalló el proceso de creación del film: "Uno nunca sabe cuándo empieza una idea, no lo tiene muy en claro, pero básicamente es una historia que tenía hace un tiempo, que quería hacer. Yo estuve mucho tiempo tratando de hacer Hermanas, una película más costosa que ésta, más difícil de producir, y en un momento en que se había frenado la producción me puse a escribir ésta. En el 2003 escribí el primer boceto, y después conseguí la financiación para Hermanas, la filmé en el 2004 y en el 2005 me dediqué a todo lo que fue el estreno, y además tuve una hija. Entonces en el 2006 lo retomé más seriamente, me gané una beca para hacer una reescritura en España, con la Fundación Carolina y Casa de Américas, y a fines de 2006 ya tenía una estructura de guión con la que estaba contenta. Y todo el 2007 me dediqué a la búsqueda de financiación".
- Si bien no es el argumento central de la película, aquí vuelve a aparecer la relación entre dos hermanas.
- Sí, la relación entre las hermanas es el puntapié de la película. Jorgelina, que es la hermana menor y la protagonista, descubre que su hermana mayor, Luciana, empieza a excluirla de los planes familiares. Ella siente que su hermana mayor está empezando los grandes cambios de la adolescencia, que para ella son inexplicables. Eso la impulsa a descubrir un poco qué es éso de ser señorita, de por qué su hermana ha cambiado, tanto en su cuerpo como en su comportamiento. En base a éso, a esa mirada curiosa e indagadora, también va aprendiendo a diferenciarse de su hermana, que en un momento decide irse de vacaciones con su madre a la playa y ella decide irse al campo con su padre (porque los padres se están separando). En el campo se encuentra con el hijo de los peones, con quien ha jugado muchos veranos, y ahora él también está pasando por muchos cambios, entonces ella termina de hacer un ciclo de indagación. Es como una historia de descubrimiento, de empezar a ver un mundo más complejo y lleno de cambios.
- ¿Le interesa recuperar la idea de la inocencia y la ingenuidad en torno al amor?
- Sí, es exactamente éso. Es decir, en esa inocencia, esa ingenuidad y ese desprejuicio con respecto al amor, los niños tienen algo que enseñarnos a los grandes. Esta no es una película naïf, porque ella puede tener una mirada inocente, pero esa inocencia la hace más desafiante y más profunda que algunos adultos. Eso es lo que quisiera conseguir con la película. No es una película para niños ni en un tono infantil edulcorado, es una película que rescata mucho lo que para mí es lo más importante de la infancia, esa curiosidad y esa posibilidad de disfrutar un montón de cosas, porque por ahí los adultos son más encasillados y rígidos.
- Si bien el guión está cerrado, teniendo en cuenta que está trabajando con niños, ¿le interesa dejar la posibilidad de que surjan cosas durante el mismo rodaje?
- Por supuesto. El guión está súper cerrado, está en su novena versión, porque lo escribí nueve veces, pero justamente al estar tan pulido tengo más espacio para darme cuenta qué es lo que me sirve en relación a lo que estoy buscando. Y eso va a surgir mucho de los chicos, y del nivel de verdad e intimidad que ellos logren. Entonces sí, hay un lugar para la prueba, para la improvisación y la búsqueda.
- ¿Le interesaba también como desafío trabajar con actores tan chicos, o con chicos que quizás no son actores?
- Es que muchos de ellos no son actores y muchos de los que van a trabajar en la parte del campo tampoco son actores... A mí lo que me interesa es el desafío de contar un mundo que, en general (y si bien hay grandes películas con niños), se ha mostrado con una especie de mirada reductora de lo que es la infancia. Yo creo que es un momento de una enorme riqueza, y realmente creo que es el momento donde las mentes más libres y más interesante pueden armarse, gestarse.
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