CULTURA / ESPECTáCULOS › TEATRO. ESPERANDO LA CARROZA RENUEVA SU CONVOCATORIA.
La versión rosarina de la obra de Jacobo Langsner se verá hoy en el Anfiteatro, para volver en abril a La Comedia.
› Por Edgardo Pérez Castillo
En lo que podría apuntarse como una muestra de que, en contraposición a las voces fatalistas, el teatro de la ciudad sí puede resultar convocante, a mediados de 2007 desde la sala municipal La Comedia se impulsó la puesta en escena de una obra de corte popular. Luego de designar al actor y dramaturgo Matías Martínez como conductor del proyecto, y de reunir a un elenco conformado por los experimentados Gachy Roldán, Tito Gómez, Haydeé Calzone, Pipo Fernández, Ofelia Castillo, Mario Vidoletti, Liliana Gioia, Silvina Santandrea, Luciano Matricardi, Alejandra Gómez y Gustavo "Barquito" Machado, dos meses de ensayos fueron suficientes para que Esperando la carroza iniciara una exitosa temporada que se prolongó durante los domingos de octubre, noviembre y diciembre. Esta noche, a las 21, la obra volverá a escena, con una función gratuita en el Anfiteatro Humberto de Nito, como parte del ciclo Rosario bajo las estrellas (en caso de lluvia la presentación se realizará mañana, a la misma hora).
Consultado por Rosario/12, Martínez sintetizó el nacimiento de un proyecto que logró sostener una buena convocatoria a lo largo de las funciones brindadas en La Comedia, sala a la que retornarán en abril. "Hay algo que quería imitar que es el modelo del teatro San Martín en Buenos Aires. Hace bastante tiempo pensaba que tenía que haber algo así en Rosario, donde hay un público potencial para ese repertorio nacional. En el Festival Internacional de Teatro de 2006 fui a bastantes espectáculos y vi que las salas estaban llenas. Entendí que a ese público había que capitalizarlo. Porque no son espectadores de teatro, sino común. Las propuestas del Festival eran más amplias, no tan cerradas y elitistas. Pero para hacer algo así tenían que coincidir la propuesta, el lugar y el elenco. Y en Esperando la carroza se juntaron las tres cosas".
Y con el proyecto en marcha, el director tomó una nueva consciencia sobre el desafío asumido: "Me fui dando cuenta de lo que era Esperando la carroza cuando avancé en el proyecto. Porque había visto la película, pero cuando surgió la idea me compré el libro y leí la obra (que dura como dos horas y media). Pero después me dí cuenta de lo que representa Esperando la carroza en el imaginario popular. Es raro encontrar a alguien que haya visto la película una sola vez, entonces cuando me encontré con el referente que la gente tiene con el cine, con ésos actores, me agarró temor porque vi que estábamos en un filo. Si de entrada hubiera sentido éso, si hubiera sabido dónde iba a estar parado, no sé si hubiera agarrado el proyecto, fue como una cosa inconsciente. Incluso en las charlas de pasillo se decía que la gente iba a comparar todo el tiempo, pero creo que en ese sentido la obra salió airosa. Porque la gente va porque tiene la película en la cabeza, pero cuando empieza la obra se olvida de éso".
Uno de los puntos más fuertes de la identificación del público eran los actores elegidos para la película dirigida por Alejandro Doria. "En ese sentido yo sabía que tenía que encontrar actores a la medida de este espectáculo, a la medida del proyecto, y por otro lado que funcionaran en el physique du rol que el público tiene en su imaginario respecto a los personajes de la película. Entonces busqué esos personajes para no distanciarlo tanto de la película", agregó Martínez, que sin embargo destacó que el registro actoral sí corrió por otros carriles: "Primero, se iba a separar porque estamos hablando de un registro actoral de teatro, que es totalmente diferente al del cine. Entonces, desde el vamos, hay una separación lógica. Y después, en cuanto a la actuación, marqué algunas cosas, pero trabajé con gente que tiene un montón de experiencia. Después del trabajo previo que hice de adaptación entre el guión cinematográfico y la obra de teatro, en dos meses armamos la obra, que de alguna manera también fue como generar una forma de producción profesional".
Además de ese trabajo de fusión entre la versión teatral original y el film, Martínez buscó darle "una dinámica más acorde a los tiempos que corren, algo más vertiginoso". "La llevé un poco más a la idea de comedia de enredos, en el sentido de que hay muchas entradas y salidas, hay mucho movimiento en el escenario, todo el tiempo. En el cine la dinámica la produce la cámara, y en la obra de Langsner no hay tanto movimiento escénico, hay muchos parlamentos con personajes sentados, y me parecía que éso no iba a funcionar. Por otro lado me pareció que era necesario hacer una reformulación sobre el texto original. A pesar de que es la misma historia, con los mismos personajes, hay muchos más diálogos de ida y vuelta. Y la gente lo aceptó muy bien. Incluso hay una cosa muy pareja desde el principio hasta el final en cuanto a la risa del público. Salvando las distancias, es como en las sitcom, donde hay una cosa regulada, cada determinado tiempo aparece la risa", reconoció.
En ese sentido, el humor no es un terreno desconocido para Martínez, que lo aplicó en sus propias obras y lo sigue practicando como integrante del grupo Tihuana Boys que dirige Cristian Marchesi. "Yo le decía a Cristian que nunca podría haber hecho este espectáculo si no lo hubiera conocido a él y al humor que él hace --admitió--. Por otro lado hay otro director, Néstor Zapata, que también fue un referente, y sin haber trabajado con ellos jamás podría haber montado este espectáculo. De alguna manera, con Cristian me encuentro con esta faceta humorística, esto que me acerca a los tiempos de la comedia, y con Néstor tengo esta cosa de lo popular, de lo masivo, aunque en casi todas sus obras hay humor".
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